Astrónomos de la Universidad de Australia Occidental han propuesto un nuevo modelo teórico con el que buscan explicar el origen de la vida en la Tierra y en otros sitios del universo a partir de un nuevo tipo de explosión de estrellas.
En septiembre de 2020, un grupo de astrónomos que utilizaba los telescopios James Clerk Maxwell y ALMA anunciaron en una conferencia de prensa, la cual tuvo bastante repercusión mediática a nivel internacional, la supuesta existencia de un gas llamado fosfina -también conocido como fosfano- en la atmósfera de Venus, nuestro planeta vecino.
Este gas, que es incoloro, inflamable, tóxico y que no tiene olor, es producido en la Tierra por la actividad microbiana y humana, por lo tanto, su existencia va de la mano con la presencia de seres vivos.
Y si en la Tierra la fosfina está relacionada con la vida, ¿por qué no podría suceder lo mismo en otros sitios del sistema solar?
Esto debería de ser así, no obstante, unos meses después del anuncio, otro equipo de astrónomos desmintió públicamente a los investigadores que habían dado por hecho la presencia de fosfina en Venus.
El hecho de haber sido desmentidos, de poner en entredicho el descubrimiento, no significa que a la fosfina no se le relacione con la presencia de vida, sino que, más bien, dicha sustancia está completamente descartada -quizá solamente por el momento- como uno de los componentes de la atmósfera de Venus.
Ahora bien, ¿dónde se forma la fosfina y por qué es tan importante para el surgimiento de la vida?
Dicha molécula suele producirse en el interior de las estrellas cuando estas últimas explotan como novas o supernovas y producen elementos químicos pesados a partir de complejas reacciones nucleares.
Además, poco después de la Gran Explosión que dio origen al universo, hace unos 13,800 millones de años, solamente existía hidrógeno por lo que, aquellos elementos químicos más pesados, como el helio, el hierro, el fósforo y muchos otros más, comenzaron a surgir cuando la primera generación de estrellas explotó.
Pero la fosfina no es el único compuesto al que se le relaciona con el surgimiento de la vida, sino también a un primo suyo llamado Fósforo. Este último, es un mineral que se encuentra en todas las células de cualquier organismo y, al igual que la fosfina, se produce en el interior de los astros (de ahí que, tal vez, Carl Sagan, el famoso astrónomo estadounidense, se inspirara para acuñar aquella famosa frase “somos polvo de estrellas”).
Por otro lado, recientemente, un grupo de astrónomos ha propuesto una nueva teoría para explicar, justamente, el origen del fósforo en el universo y, por supuesto, también de la fosfina, la cual está formada por un átomo de fósforo y tres de hidrógeno.
En éste, Bekki y Tsujimoto proponen que un tipo de explosión estelar recientemente identificada, y la que han denominado nova ONe, sería una de las mayores fuentes de fósforo en todo el universo.
Así, de confirmarse este hallazgo, que ahora mismo únicamente es un modelo teórico, seguramente cambiará la manera en la que los astrónomos estudian las explosiones estelares, las cuales son fundamentales para que el universo sea complejo y diverso debido a la gran cantidad de elementos químicos producidos en el interior de las estrellas.
En lo que respecta al origen del término ONe, éste proviene del hecho de unir las palabras oxígeno y neón (dos elementos químicos muy comunes) con la letra e, cuyo significado es nova (o novae, del latín, que quiere decir nuevo).
Las novas son, precisamente, eventos explosivos donde algunas estrellas incrementan su brillo de forma brusca para luego reducir ese brillo y terminar estallando para, posteriormente, dar lugar al surgimiento de nuevas estrellas.
De hecho, las ONe, se producirían cuando la materia se acumula en la superficie de una estrella enana blanca rica en oxígeno y neón, para más tarde calentarse hasta el punto de provocar una fusión nuclear que generaría una importante explosión.
También, el nuevo modelo predice que una gran cantidad de fósforo será expulsado en una nova ONe y el número de estas explosiones dependerá de la composición química, especialmente de su contenido de hierro, de la estrella.
Tanto Bekki como Tsujimoto han mencionado en su artículo que la tasa de novas ONe alcanzaron su punto máximo hace unos 8,000 millones de años. Ello significa que el fósforo habría estado fácilmente disponible cuando el sistema solar comenzó a formarse hace unos 4,600 millones de años.
Hasta el momento no se han observado directamente explosiones tipo nova ONe, pero todo apunta a que en los próximos años los astrónomos las podrían detectar gracias a los importantes avances que se han logrado en el desarrollo de tecnología para los telescopios espaciales, como una mayor capacidad para determinar la presencia de elementos químicos en otros sitios del universo, incluyendo en los exoplanetas (planetas más allá del sistema solar) que podrían albergar algún tipo de forma de vida.
El telescopio James Webb de la NASA, lanzado al espacio el 25 de diciembre de 2021, es un claro ejemplo de dichos avances porque ha permitido observar los objetos del universo -como galaxias, nebulosas, estrellas y hasta exoplanetas- con una resolución sin precedentes.