Temblor político en 1986: el intento de cierre de templos

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Continuando con este tema del proceso electoral, político y social de los años 80, sin duda, había muchos pendientes, algunos asuntos donde el PAN no estaba del todo de acuerdo con lo que estaba sucediendo, principalmente por el asunto de la mentada Reforma electoral, que, según ellos, les estaba trayendo grandes desventajas, con respecto al enemigo a vencer, el PRI, por lo que, todas las baterías de los blanquiazules, se empezaron a concentrar para empezar a tomar acciones, dentro de esas acciones, estaban las movilizaciones de sus simpatizantes, considerando que con éstas, era posible que el gobierno no les hiciera fraude en las elecciones, pues los candidatos del PAN, tendrían pocas oportunidades para promover sus programas de gobierno, debido a que sus propuestas no fueron expuestas con amplitud al electorado de Chihuahua.

Francisco Barrio Terrazas el abanderado del PAN a la gubernatura del estado de Chihuahua, hacía alarde de algunas cualidades donde el común denominador, eran sus virtudes y carismas como también, sus manifestaciones de fe hacia Dios, provocando la atracción de un electorado “enojado” que se sentía muy identificado con la persona de Barrio, comentando al unísono que, era el mero gallo que necesitaba el estado.
Además, otras manifestaciones públicas, se exponían en los medios de comunicación, haciendo del ambiente todavía más candente en las calles, plazas, oficinas y en las familias chihuahuenses, eso aunado, a las huelgas de hambre que habían emprendido algunos líderes panistas, como respuesta a la “cerrazón” del gobierno del Estado en relación a la “nefasta”, según ellos, Reforma electoral que, representaba el riesgo de que no se respetara el sufragio efectivo.

Si, Barrio empezó a ser identificado como un “líder espiritual”, el “salvador” que, llegaba para luchar contra de la “podredumbre” que había contaminado a toda la estructura gubernamental, sin embargo, él mismo, trataba de deslindarse de todos esos calificativos que la gente le atribuía, ya que, podría tener un riego fuerte por tratarlo de ligar con la misma Iglesia católica que, para los que no estaban enterados, algo se tuvo que ver entre los candidatos de Acción Nacional y la jerarquía eclesiástica, encabezada por el arzobispo don Adalberto Almeida y Merino y su jefe de comunicación, el padre Dizán Vásquez Loya, señalados de tendencias izquierdistas, pero aún con todo lo que la gente pudiera especular, a Barrio, finalmente sería identificado con meras cuestiones “sobrenaturales”.
Barrio Terrazas, sería insistente que él era creyente, pero nada tenía que ver con estar aunado a la jerarquía católica, para buscar votos para sus intereses.

La maquinaria de ambos partidos se estaba aceitando, PAN y PRI, se lanzaban con todo, acusándose mutuamente de malas prácticas, esas que se refieren a la destrucción de propaganda en ambos organismos, y no dejaba de haber militantes que se apasionaban tanto, que hasta golpeados salían por defender los colores en disputa de la cancha política.
Para ello, en Ciudad Juárez, ya estaba el empresario Jaime Bermúdez del PRI, listo para enfrentar a su rival más fuerte del PAN, el también empresario Gustavo Elizondo, quien aparentemente, tenía un apoyo arrasante debido a la inercia dejada por el presidente municipal, Francisco Barrio, pero aún y con toda esa inercia, las cartas tal vez no se inclinarían por Elizondo, pues el PRI, estaba recuperando fuerzas en algunos sectores que había perdido en 1985, debido a la desilusión dejada por los gobiernos panistas.
Sin embargo, las campañas transcurrirían en un ambiente de tensión y polarización de posiciones cada día mayor.
Durante los meses previos a las elecciones, diversos sectores de la población, participarían activamente en la contienda, por ejemplo, algunos empresarios locales, apoyarían al PAN y otros al PRI, tal fue el caso de don Eloy D.
Vallina, dirigente de 51 industrias que integraban el Grupo Chihuahua, considerado como uno de los empresarios más influyentes de la entidad, se manifestaba abiertamente en favor de Fernando Baeza Meléndez.

Al mismo tiempo, un importante grupo de la iniciativa privada se afiliaría a la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP) de la entidad, interviniendo activamente en la campaña: "Antes apoyábamos al PRI de manera velada, y ahora abiertamente", exponía ante los medios de comunicación, Ildefonso Sepúlveda, ex vicepresidente de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra) en el bienio 1978-1979, y empresario vinculado con las ramas del transporte, alimentos y la madera, quien coordinaba a los industriales y comerciantes afiliados a la CNOP.
Entre los empresarios que apoyaban al PAN, destacaron Francisco Villarreal y Jorge Cruz Russek, este último, presidente del Centro Empresarial de Chihuahua, filial de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), y de otro importante grupo de la iniciativa privada.

El 19 de marzo de 1986, se publicó una carta pastoral: “Coherencia Cristiana en la Política”, firmada por el arzobispo de Chihuahua, don Adalberto Almeida y Merino, los obispos de Ciudad Juárez, Nuevo Casas Grandes, Tarahumara y Torreón, Manuel Talamás Camandari, Hilario Chávez Joya, José A.
Llaguno y Fernando Romo Gutiérrez, respectivamente, así como el obispo coadjutor, Luis Morales Reyes.
En ella, los religiosos exhortaban a los ciudadanos católicos a juzgar críticamente a cualquier partido o ideología política, a la que, hubieran escogido afiliarse, y a luchar por conservar un sano pluralismo político.
En el tercer capítulo de la exhortación: "Actitud Cristiana ante la Corrupción", los obispos sostenían que: "no pocos católicos, sinceramente creyentes y practicantes, pensaban que, mediante su testimonio personal dentro de un partido, y mediante el ejercicio honesto de su cargo público, podrían sanear las instituciones de la corrupción que los arrastraban", sin duda, la Iglesia de Chihuahua con sus principales representantes, iban con todo en este proceso electoral.

Los religiosos invitaban a sus feligreses a "no caer en la ingenuidad”, sin embargo, los altos jerarcas calificaban el fraude electoral, como un acto de corrupción mayor que, se manifestaba no sólo en la falsificación de votos, sino en todas aquellas medidas que conducían a cargar el resultado de las votaciones, en favor de un partido, por encima de la libre elección de los ciudadanos.
Entre las medidas que los obispos condenaban, estaban, las presiones sobre los empleados públicos para votar por determinado partido; la puesta al servicio de un solo grupo político todos, o casi todos, los medios de comunicación, y el desvío de fondos de la administración pública para cubrir gastos de campañas políticas.
Sin duda todo este martillazo era indirectamente dirigido al partido en el poder, pues este último, era el que estaba cometiendo todos esos pecadillos electorales al sostener una hegemonía en todos los sectores.

En el caso del arzobispo don Adalberto Almeida y Merino, para mayo de 1983, escribiría el texto: “Votar con responsabilidad: una orientación cristiana” que, contenía 37 interrogantes relacionas al papel del creyente en los procesos electorales.
Daba la recomendación, de ejercer el derecho político de votar, tomando en cuenta: "el respeto a la dignificación de los pobres, la defensa de los débiles de la sociedad y el rechazo de los que dominaban por el poder, el dinero o por el poder autoritario.
Sin embargo, el 19 de marzo de 1986, se publicaría la carta pastoral, intitulada: "Coherencia cristiana en la política", en donde se invita a ejercer el derecho del voto de manera crítica y razonada; también, hace recordar a los cristianos que deben aborrecer la corrupción, y sobre todo, el fraude electoral que significaba un acto mayor de corrupción.

Durante la movilización ciudadana posterior a la elección a gobernador de 1986, en la que el Partido Acción Nacional, había obtenido importantes victorias locales, se enfrentaría a la maquinaria del Partido Revolucionario Institucional.
Sin embargo, otro actor que estaría demasiado activo era la jerarquía católica, ésta amagaría con cerrar el culto el día 20 de julio, días después de los comicios, a efecto de evidenciar el descontento de buena parte de la población de Chihuahua, protesta que no aconteció, pero que dejo evidencia de una activa participación de distintos actores sociales, entre ellos la propia Iglesia católica, y los empresarios privados.
Así, En medio de múltiples movilizaciones de oposición ante el supuesto fraude electoral de 1986 en Chihuahua, animadas principalmente por organizaciones católicas, la jerarquía decide el 13 de julio, cerrar los templos el domingo siguiente, para protestar contra el fraude electoral.

El domingo señalado, Almeida Merino, hizo leer en todos los templos del Estado, una fuerte homilía de denuncia; sin embargo, el delegado apostólico, Girolamo Prigione, ordenó cancelar esta acción y se comunicó al Vaticano, respondiendo así a la solicitud del entonces secretario de Gobernación, Manuel Bartlett.
Pocos días después, los obispos de Chihuahua, recibirían una notificación tajante de Roma, “un jalón de orejas”, donde se les ordenaba, suspender las medidas de protesta; bajo la ley canónica, era ilegítimo suspender el culto.
Por ello, los obispos se plegaron al Vaticano y al gobierno del entonces presidente Miguel de la Madrid.
Sin embargo, el precedente estaba dado, la Iglesia católica se había atrevido a tocar de manera amenazante un momento de debilidad estructural, y una de las fibras más sensibles en que se había apoyado tradicionalmente el viejo sistema político mexicano…Esta crónica continuará.

Fuentes

Hemeroteca del Heraldo de Chihuahua, 1980 a 1986.

La Jornada, junio de 2008.

Continuando con este tema del proceso electoral, político y social de los años 80, sin duda, había muchos pendientes, algunos asuntos donde el PAN no estaba del todo de acuerdo con lo que estaba sucediendo, principalmente por el asunto de la mentada Reforma electoral, que, según ellos, les estaba trayendo grandes desventajas, con respecto al enemigo a vencer, el PRI, por lo que, todas las baterías de los blanquiazules, se empezaron a concentrar para empezar a tomar acciones, dentro de esas acciones, estaban las movilizaciones de sus simpatizantes, considerando que con éstas, era posible que el gobierno no les hiciera fraude en las elecciones, pues los candidatos del PAN, tendrían pocas oportunidades para promover sus programas de gobierno, debido a que sus propuestas no fueron expuestas con amplitud al electorado de Chihuahua.

Francisco Barrio Terrazas el abanderado del PAN a la gubernatura del estado de Chihuahua, hacía alarde de algunas cualidades donde el común denominador, eran sus virtudes y carismas como también, sus manifestaciones de fe hacia Dios, provocando la atracción de un electorado “enojado” que se sentía muy identificado con la persona de Barrio, comentando al unísono que, era el mero gallo que necesitaba el estado.
Además, otras manifestaciones públicas, se exponían en los medios de comunicación, haciendo del ambiente todavía más candente en las calles, plazas, oficinas y en las familias chihuahuenses, eso aunado, a las huelgas de hambre que habían emprendido algunos líderes panistas, como respuesta a la “cerrazón” del gobierno del Estado en relación a la “nefasta”, según ellos, Reforma electoral que, representaba el riesgo de que no se respetara el sufragio efectivo.

Si, Barrio empezó a ser identificado como un “líder espiritual”, el “salvador” que, llegaba para luchar contra de la “podredumbre” que había contaminado a toda la estructura gubernamental, sin embargo, él mismo, trataba de deslindarse de todos esos calificativos que la gente le atribuía, ya que, podría tener un riego fuerte por tratarlo de ligar con la misma Iglesia católica que, para los que no estaban enterados, algo se tuvo que ver entre los candidatos de Acción Nacional y la jerarquía eclesiástica, encabezada por el arzobispo don Adalberto Almeida y Merino y su jefe de comunicación, el padre Dizán Vásquez Loya, señalados de tendencias izquierdistas, pero aún con todo lo que la gente pudiera especular, a Barrio, finalmente sería identificado con meras cuestiones “sobrenaturales”.
Barrio Terrazas, sería insistente que él era creyente, pero nada tenía que ver con estar aunado a la jerarquía católica, para buscar votos para sus intereses.

La maquinaria de ambos partidos se estaba aceitando, PAN y PRI, se lanzaban con todo, acusándose mutuamente de malas prácticas, esas que se refieren a la destrucción de propaganda en ambos organismos, y no dejaba de haber militantes que se apasionaban tanto, que hasta golpeados salían por defender los colores en disputa de la cancha política.
Para ello, en Ciudad Juárez, ya estaba el empresario Jaime Bermúdez del PRI, listo para enfrentar a su rival más fuerte del PAN, el también empresario Gustavo Elizondo, quien aparentemente, tenía un apoyo arrasante debido a la inercia dejada por el presidente municipal, Francisco Barrio, pero aún y con toda esa inercia, las cartas tal vez no se inclinarían por Elizondo, pues el PRI, estaba recuperando fuerzas en algunos sectores que había perdido en 1985, debido a la desilusión dejada por los gobiernos panistas.
Sin embargo, las campañas transcurrirían en un ambiente de tensión y polarización de posiciones cada día mayor.
Durante los meses previos a las elecciones, diversos sectores de la población, participarían activamente en la contienda, por ejemplo, algunos empresarios locales, apoyarían al PAN y otros al PRI, tal fue el caso de don Eloy D.
Vallina, dirigente de 51 industrias que integraban el Grupo Chihuahua, considerado como uno de los empresarios más influyentes de la entidad, se manifestaba abiertamente en favor de Fernando Baeza Meléndez.

Al mismo tiempo, un importante grupo de la iniciativa privada se afiliaría a la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP) de la entidad, interviniendo activamente en la campaña: "Antes apoyábamos al PRI de manera velada, y ahora abiertamente", exponía ante los medios de comunicación, Ildefonso Sepúlveda, ex vicepresidente de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra) en el bienio 1978-1979, y empresario vinculado con las ramas del transporte, alimentos y la madera, quien coordinaba a los industriales y comerciantes afiliados a la CNOP.
Entre los empresarios que apoyaban al PAN, destacaron Francisco Villarreal y Jorge Cruz Russek, este último, presidente del Centro Empresarial de Chihuahua, filial de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), y de otro importante grupo de la iniciativa privada.

El 19 de marzo de 1986, se publicó una carta pastoral: “Coherencia Cristiana en la Política”, firmada por el arzobispo de Chihuahua, don Adalberto Almeida y Merino, los obispos de Ciudad Juárez, Nuevo Casas Grandes, Tarahumara y Torreón, Manuel Talamás Camandari, Hilario Chávez Joya, José A.
Llaguno y Fernando Romo Gutiérrez, respectivamente, así como el obispo coadjutor, Luis Morales Reyes.
En ella, los religiosos exhortaban a los ciudadanos católicos a juzgar críticamente a cualquier partido o ideología política, a la que, hubieran escogido afiliarse, y a luchar por conservar un sano pluralismo político.
En el tercer capítulo de la exhortación: "Actitud Cristiana ante la Corrupción", los obispos sostenían que: "no pocos católicos, sinceramente creyentes y practicantes, pensaban que, mediante su testimonio personal dentro de un partido, y mediante el ejercicio honesto de su cargo público, podrían sanear las instituciones de la corrupción que los arrastraban", sin duda, la Iglesia de Chihuahua con sus principales representantes, iban con todo en este proceso electoral.

Los religiosos invitaban a sus feligreses a "no caer en la ingenuidad”, sin embargo, los altos jerarcas calificaban el fraude electoral, como un acto de corrupción mayor que, se manifestaba no sólo en la falsificación de votos, sino en todas aquellas medidas que conducían a cargar el resultado de las votaciones, en favor de un partido, por encima de la libre elección de los ciudadanos.
Entre las medidas que los obispos condenaban, estaban, las presiones sobre los empleados públicos para votar por determinado partido; la puesta al servicio de un solo grupo político todos, o casi todos, los medios de comunicación, y el desvío de fondos de la administración pública para cubrir gastos de campañas políticas.
Sin duda todo este martillazo era indirectamente dirigido al partido en el poder, pues este último, era el que estaba cometiendo todos esos pecadillos electorales al sostener una hegemonía en todos los sectores.

En el caso del arzobispo don Adalberto Almeida y Merino, para mayo de 1983, escribiría el texto: “Votar con responsabilidad: una orientación cristiana” que, contenía 37 interrogantes relacionas al papel del creyente en los procesos electorales.
Daba la recomendación, de ejercer el derecho político de votar, tomando en cuenta: "el respeto a la dignificación de los pobres, la defensa de los débiles de la sociedad y el rechazo de los que dominaban por el poder, el dinero o por el poder autoritario.
Sin embargo, el 19 de marzo de 1986, se publicaría la carta pastoral, intitulada: "Coherencia cristiana en la política", en donde se invita a ejercer el derecho del voto de manera crítica y razonada; también, hace recordar a los cristianos que deben aborrecer la corrupción, y sobre todo, el fraude electoral que significaba un acto mayor de corrupción.

Durante la movilización ciudadana posterior a la elección a gobernador de 1986, en la que el Partido Acción Nacional, había obtenido importantes victorias locales, se enfrentaría a la maquinaria del Partido Revolucionario Institucional.
Sin embargo, otro actor que estaría demasiado activo era la jerarquía católica, ésta amagaría con cerrar el culto el día 20 de julio, días después de los comicios, a efecto de evidenciar el descontento de buena parte de la población de Chihuahua, protesta que no aconteció, pero que dejo evidencia de una activa participación de distintos actores sociales, entre ellos la propia Iglesia católica, y los empresarios privados.
Así, En medio de múltiples movilizaciones de oposición ante el supuesto fraude electoral de 1986 en Chihuahua, animadas principalmente por organizaciones católicas, la jerarquía decide el 13 de julio, cerrar los templos el domingo siguiente, para protestar contra el fraude electoral.

El domingo señalado, Almeida Merino, hizo leer en todos los templos del Estado, una fuerte homilía de denuncia; sin embargo, el delegado apostólico, Girolamo Prigione, ordenó cancelar esta acción y se comunicó al Vaticano, respondiendo así a la solicitud del entonces secretario de Gobernación, Manuel Bartlett.
Pocos días después, los obispos de Chihuahua, recibirían una notificación tajante de Roma, “un jalón de orejas”, donde se les ordenaba, suspender las medidas de protesta; bajo la ley canónica, era ilegítimo suspender el culto.
Por ello, los obispos se plegaron al Vaticano y al gobierno del entonces presidente Miguel de la Madrid.
Sin embargo, el precedente estaba dado, la Iglesia católica se había atrevido a tocar de manera amenazante un momento de debilidad estructural, y una de las fibras más sensibles en que se había apoyado tradicionalmente el viejo sistema político mexicano…Esta crónica continuará.

Fuentes

Hemeroteca del Heraldo de Chihuahua, 1980 a 1986.

La Jornada, junio de 2008.

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sáb Jun 22 , 2024
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