Somos cómplices 

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Por: Antonio Ríos Ramírez

Definitivamente muchos de los hechos que han llamado la atención en esta última semana nos hacen cómplices.
La complicidad, refiriéndonos a la participación o colaboración de una persona en un delito cometido por otra u otras personas, pudiera ser de manera directa o indirecta.
La primera indica haber participado en la acción y la segunda se refiere a la falta de acción para evitar el delito o para denunciarlo después de haber tenido conocimiento de él.
Tratándose de una sociedad, la complicidad puede manifestarse de diversas maneras.
Cuando una sociedad tolera o acepta ciertas acciones delictivas es complicidad.
Cuando un grupo de personas ayudan o protegen a quienes han cometido algún delito, es complicidad.

Los hechos delictivos sucedidos en días anteriores dejan al descubierto la complicidad de las autoridades de diferentes niveles.
¿Alguien piensa que el director del penal o autoridades superiores no sabían de la existencia de los privilegios con los que gozaban algunos penitenciarios? ¿Alguien piensa que el personal de la penitenciaría no sabía de lo que había dentro o de las actividades festivas que se realizaban? ¿Alguien piensa que los militares ubicados en base cercana no sabían? ¿Hasta dónde llega la complicidad?

Nuevamente se denota una cultura en contra de los valores y principios éticos de la sociedad.
Se supone que cualquier persona que tenga conocimiento de un delito cometido, debería denunciarlo a las autoridades y esto contribuiría a bajar la delincuencia y sería ejemplo hacia la formación de una mejor sociedad, más segura.

¿Cuántas veces hemos visto o hemos sabido de algún delito, por mínimo que sea, y no lo hemos denunciado? Tú, lector, reflexiona, ¿recuerdas cuándo fue la última vez que fuiste cómplice directo o indirecto y no hiciste nada?

No nos vayamos tan lejos ¿sabemos de algún funcionario que realizó o está realizando procesos ilegales y, por comodidad o por posible afectación individual, no denunciamos? ¿Ustedes creen que las autoridades viales no saben de los agentes corruptos? ¿Ustedes creen que las autoridades de permisos, de cualquier índole, no saben de los funcionarios que trafican con estos trámites? ¿Ustedes creen que los militares en la sierra no saben dónde y cómo se mueve la droga? Si nos vamos al ámbito particular, ¿ustedes creen que los funcionarios de compras no saben que hay corrupción en la compra-venta en algún organismo o institución? En fin, ya ustedes se están imaginando un sinnúmero de delitos donde podemos identificar a los cómplices.
Con este tipo de comportamientos, lo único que estamos haciendo es alimentando una cultura de complicidad y de delito, que se va arraigando, hasta que se convierte en “así siempre se ha hecho” o “no quieras cambiarlo porque te va mal”.

Uno de los problemas más graves de nuestro entorno de seguridad es la impunidad, y definitivamente esto corresponde a comportamientos de complicidad en los delitos cometidos.

Lo más triste es que, de una u otra manera muchos somos cómplices de lo que sucede en nuestra sociedad y nuevamente, por comodidad, por interés, por miedo, por impacto, no tenemos el valor de denunciar.
“Al cabo no es tanto”, “no le muevas al avispero”, “me puede perjudicar”, “nos hacemos de la vista gorda” etc.
Ojalá pudiéramos revertir este comportamiento de una sociedad de cómplices a una sociedad de la denuncia.
Y tú, ¿eres cómplice?

Por: Antonio Ríos Ramírez

Definitivamente muchos de los hechos que han llamado la atención en esta última semana nos hacen cómplices.
La complicidad, refiriéndonos a la participación o colaboración de una persona en un delito cometido por otra u otras personas, pudiera ser de manera directa o indirecta.
La primera indica haber participado en la acción y la segunda se refiere a la falta de acción para evitar el delito o para denunciarlo después de haber tenido conocimiento de él.
Tratándose de una sociedad, la complicidad puede manifestarse de diversas maneras.
Cuando una sociedad tolera o acepta ciertas acciones delictivas es complicidad.
Cuando un grupo de personas ayudan o protegen a quienes han cometido algún delito, es complicidad.

Los hechos delictivos sucedidos en días anteriores dejan al descubierto la complicidad de las autoridades de diferentes niveles.
¿Alguien piensa que el director del penal o autoridades superiores no sabían de la existencia de los privilegios con los que gozaban algunos penitenciarios? ¿Alguien piensa que el personal de la penitenciaría no sabía de lo que había dentro o de las actividades festivas que se realizaban? ¿Alguien piensa que los militares ubicados en base cercana no sabían? ¿Hasta dónde llega la complicidad?

Nuevamente se denota una cultura en contra de los valores y principios éticos de la sociedad.
Se supone que cualquier persona que tenga conocimiento de un delito cometido, debería denunciarlo a las autoridades y esto contribuiría a bajar la delincuencia y sería ejemplo hacia la formación de una mejor sociedad, más segura.

¿Cuántas veces hemos visto o hemos sabido de algún delito, por mínimo que sea, y no lo hemos denunciado? Tú, lector, reflexiona, ¿recuerdas cuándo fue la última vez que fuiste cómplice directo o indirecto y no hiciste nada?

No nos vayamos tan lejos ¿sabemos de algún funcionario que realizó o está realizando procesos ilegales y, por comodidad o por posible afectación individual, no denunciamos? ¿Ustedes creen que las autoridades viales no saben de los agentes corruptos? ¿Ustedes creen que las autoridades de permisos, de cualquier índole, no saben de los funcionarios que trafican con estos trámites? ¿Ustedes creen que los militares en la sierra no saben dónde y cómo se mueve la droga? Si nos vamos al ámbito particular, ¿ustedes creen que los funcionarios de compras no saben que hay corrupción en la compra-venta en algún organismo o institución? En fin, ya ustedes se están imaginando un sinnúmero de delitos donde podemos identificar a los cómplices.
Con este tipo de comportamientos, lo único que estamos haciendo es alimentando una cultura de complicidad y de delito, que se va arraigando, hasta que se convierte en “así siempre se ha hecho” o “no quieras cambiarlo porque te va mal”.

Uno de los problemas más graves de nuestro entorno de seguridad es la impunidad, y definitivamente esto corresponde a comportamientos de complicidad en los delitos cometidos.

Lo más triste es que, de una u otra manera muchos somos cómplices de lo que sucede en nuestra sociedad y nuevamente, por comodidad, por interés, por miedo, por impacto, no tenemos el valor de denunciar.
“Al cabo no es tanto”, “no le muevas al avispero”, “me puede perjudicar”, “nos hacemos de la vista gorda” etc.
Ojalá pudiéramos revertir este comportamiento de una sociedad de cómplices a una sociedad de la denuncia.
Y tú, ¿eres cómplice?

Osvaldo

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Hechos y criterios | Ciencia y razón

mar Ene 10 , 2023
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