¡Se buscan líderes!

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No, no es cierto que la democracia esté en riesgo por culpa de las nuevas generaciones.
Hay una decepción colectiva por los intentos fallidos del pasado de mejorar nuestra democracia, nuestro gobierno y nuestro país.
Esta decepción se ha transmitido a los más jóvenes, quienes ya ven las cosas de diferente manera.

Nos hemos resignado a vivir en un país donde al tramposo le va bien y los demás le aplaudimos.
Nos acostumbramos a aplaudir al político aunque sepamos claramente qué nos está mintiendo en la cara.
También nos ahorramos el aplauso para aquel que lo hizo bien, pero las tendencias políticas no lo favorecen.
Esta hipocresía social se manifiesta también cuando defendemos la democracia pero no toleramos al partido que llegó con más legitimidad en la historia.

Por todo lo anterior, existe una gran crisis de liderazgos, tanto en los partidos como fuera de ellos.
Por eso siempre nos quejamos de los candidatos que nos imponen.
¿De dónde van a sacar personas con prestigio, si “los buenos” no se atreven a meterse en la política para evitarse el “quemón”? Ningún líder social consolidado, que esté fuera de la política, estaría dispuesto a sacrificar su prestigio y credibilidad para entrar en un mundo donde lo más fácil es que te ensucien con fake news solo para quitarte votos.

Hoy en día les es más rentable hacer guerra sucia que ofrecer propuestas claras de campaña.
Como ejemplo, tenemos el debate presidencial anterior, donde las descalificaciones fueron las protagonistas.
El debate de ideas y propuestas se extinguió hace ya muchos años y con esto también hemos matado los sueños de las personas de cambiar el sistema.

Ojo, reconozco que en todos los partidos y candidaturas locales también participan excelentes personas de quienes sólo podría hablar bien, como Marco Bonilla, Manque Granados, Marco Quezada, Marta Vega, Daniel Quezada y muchas otras.
Es por eso que, más allá de los partidos, votar por las personas sin distinción de los colores partidistas que los acompañan es muy importante.
Y más aún, cuando ya los partidos no representan una ideología clara.
Tenemos que fortalecer a las personas y no a los partidos.
Solo así podremos salvar un poco nuestra democracia hasta que se reforme el propio sistema político.
No te cases con un color, no vale la pena.
Si logramos esto, incentivaremos a que más personajes reconocidos por su trayectoria social se animen a entrar al servicio público.
Incluso te animo a ti, que estás leyendo esto, a hacer algo diferente para construir un mejor futuro.
Te invito a que te auto provoques con los siguientes cuestionamientos:

¿A qué venimos a esta vida? ¿Venimos a jugar el mismo juego que nuestras generaciones anteriores? ¿Estamos aquí para ver las injusticias pasar y solo preocuparnos por no perder nuestros privilegios individuales? ¿Queremos decir que las cosas no están bien, pero no hacer nada para cambiarlas?

Yo sigo teniendo mucha fe en este país.
Estamos viviendo un gran momento y un gran punto de inflexión.
Hagamos las cosas bien de una vez para que en 50 años hablen de México como hoy hablamos de Corea del Sur y muchos otros países que tuvieron su revolución de conciencia y decidieron actuar.

Lic.
en Creación y Desarrollo de Empresas, Empresario

No, no es cierto que la democracia esté en riesgo por culpa de las nuevas generaciones.
Hay una decepción colectiva por los intentos fallidos del pasado de mejorar nuestra democracia, nuestro gobierno y nuestro país.
Esta decepción se ha transmitido a los más jóvenes, quienes ya ven las cosas de diferente manera.

Nos hemos resignado a vivir en un país donde al tramposo le va bien y los demás le aplaudimos.
Nos acostumbramos a aplaudir al político aunque sepamos claramente qué nos está mintiendo en la cara.
También nos ahorramos el aplauso para aquel que lo hizo bien, pero las tendencias políticas no lo favorecen.
Esta hipocresía social se manifiesta también cuando defendemos la democracia pero no toleramos al partido que llegó con más legitimidad en la historia.

Por todo lo anterior, existe una gran crisis de liderazgos, tanto en los partidos como fuera de ellos.
Por eso siempre nos quejamos de los candidatos que nos imponen.
¿De dónde van a sacar personas con prestigio, si “los buenos” no se atreven a meterse en la política para evitarse el “quemón”? Ningún líder social consolidado, que esté fuera de la política, estaría dispuesto a sacrificar su prestigio y credibilidad para entrar en un mundo donde lo más fácil es que te ensucien con fake news solo para quitarte votos.

Hoy en día les es más rentable hacer guerra sucia que ofrecer propuestas claras de campaña.
Como ejemplo, tenemos el debate presidencial anterior, donde las descalificaciones fueron las protagonistas.
El debate de ideas y propuestas se extinguió hace ya muchos años y con esto también hemos matado los sueños de las personas de cambiar el sistema.

Ojo, reconozco que en todos los partidos y candidaturas locales también participan excelentes personas de quienes sólo podría hablar bien, como Marco Bonilla, Manque Granados, Marco Quezada, Marta Vega, Daniel Quezada y muchas otras.
Es por eso que, más allá de los partidos, votar por las personas sin distinción de los colores partidistas que los acompañan es muy importante.
Y más aún, cuando ya los partidos no representan una ideología clara.
Tenemos que fortalecer a las personas y no a los partidos.
Solo así podremos salvar un poco nuestra democracia hasta que se reforme el propio sistema político.
No te cases con un color, no vale la pena.
Si logramos esto, incentivaremos a que más personajes reconocidos por su trayectoria social se animen a entrar al servicio público.
Incluso te animo a ti, que estás leyendo esto, a hacer algo diferente para construir un mejor futuro.
Te invito a que te auto provoques con los siguientes cuestionamientos:

¿A qué venimos a esta vida? ¿Venimos a jugar el mismo juego que nuestras generaciones anteriores? ¿Estamos aquí para ver las injusticias pasar y solo preocuparnos por no perder nuestros privilegios individuales? ¿Queremos decir que las cosas no están bien, pero no hacer nada para cambiarlas?

Yo sigo teniendo mucha fe en este país.
Estamos viviendo un gran momento y un gran punto de inflexión.
Hagamos las cosas bien de una vez para que en 50 años hablen de México como hoy hablamos de Corea del Sur y muchos otros países que tuvieron su revolución de conciencia y decidieron actuar.

Lic.
en Creación y Desarrollo de Empresas, Empresario

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