Por un México sin mentiras

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Cuánta razón tenía “El jefe” Diego, cuando decía en su campaña presidencial en 1994, hace ya casi 30 años, que México tenía que ser un país sin mentiras para que pudiéramos progresar, sobre todo los políticos que dirigen la nación y se la pasan mintiendo.

Ese eslogan de campaña y a la vez una acusación sobre nuestra triste realidad no solo no ha mejorado, si no todo lo contrario, hoy tenemos un presidente que nos miente de diez a doce veces al día, desde su púlpito mañanero, y todos sus chairos se la creen y le aplauden, porque con eso de que “yo tengo otros datos” diferentes a los de sus propias dependencias de su gobierno, nos miente todos los días.

Este ejemplo ha cundido y el caso más reciente y patético es el del ¿gobernador? Del estado de Nuevo León, Samuel García, quien había jurado y prometido públicamente que no dejaría la gubernatura para buscar la presidencia de la república, dijo que cumpliría su compromiso de seis años con los nuevos leoneses, ya que al terminar tendría apenas 39 años de edad y resulta que, a tan solo dos años de ser gobernador, avienta el harpa y se lanza como precandidato a la presidencia por el partido Movimiento Ciudadano, que es el que lo llevó a la gobernatura.

Se supone que Samuelito tiene un doctorado en leyes, pero que no le sirvió de nada, ya que fue cometiendo una serie de errores, que lo llevaron a un desastre total y parece que ya se quedó sin juan y sin las gallinas.

Todo el galimatías empieza cuando Samuelito quiere dejar de interino a su compa, el secretario general de gobierno, pero la ley del estado de Nuevo León establece que quien autoriza la licencia del gobernador para retirarse del cargo y quien debe de nombrar al interino, es el congreso del estado y éste nombra al vicefiscal del estado.
Samuelito hace su escandalo y hay amparos y demandas legales ante la suprema corte y el tribunal federal electoral, por ser materia electoral.

A las diez de la noche del 1ero de diciembre, Samuelito emite un comunicado diciendo que su propuesta es la legalmente correcta y que él sigue en su campaña presidencial que “esta con un crecimiento gigante” y que el gobernador interino es el suyo.

A las once y media de la noche, la Suprema Corte y el tribunal federal electoral, declara gobernador interino al que no quería Samuelito y entonces éste junta a su gabinete y declara que reasume de gobernador y deja la campaña a presidente.
Pero resulta que el que debe de cancelar la licencia por seis meses que le habían dado, es el congreso del estado.

Al primer minuto del día dos de diciembre Samuelito debería de haber dejado la gobernatura, pero el mismo públicamente reasumió, así que ya no puede ser candidato y tampoco gobernador, hasta que el congreso se lo autorice.

¿Qué esconde Samuelito, al grado de hacer este ridículo y además con tantos errores? Se habla de grandes faltantes de dinero de su gobierno y de manejo muy poco escrupuloso de las finanzas.
O ¿será simplemente un capricho de joven inmaduro que solo quiere hacer su voluntad?, sin respetar la ley, como lo hace todos los días el presidente López.

Cómo nos hace falta un México sin mentiras

Cuánta razón tenía “El jefe” Diego, cuando decía en su campaña presidencial en 1994, hace ya casi 30 años, que México tenía que ser un país sin mentiras para que pudiéramos progresar, sobre todo los políticos que dirigen la nación y se la pasan mintiendo.

Ese eslogan de campaña y a la vez una acusación sobre nuestra triste realidad no solo no ha mejorado, si no todo lo contrario, hoy tenemos un presidente que nos miente de diez a doce veces al día, desde su púlpito mañanero, y todos sus chairos se la creen y le aplauden, porque con eso de que “yo tengo otros datos” diferentes a los de sus propias dependencias de su gobierno, nos miente todos los días.

Este ejemplo ha cundido y el caso más reciente y patético es el del ¿gobernador? Del estado de Nuevo León, Samuel García, quien había jurado y prometido públicamente que no dejaría la gubernatura para buscar la presidencia de la república, dijo que cumpliría su compromiso de seis años con los nuevos leoneses, ya que al terminar tendría apenas 39 años de edad y resulta que, a tan solo dos años de ser gobernador, avienta el harpa y se lanza como precandidato a la presidencia por el partido Movimiento Ciudadano, que es el que lo llevó a la gobernatura.

Se supone que Samuelito tiene un doctorado en leyes, pero que no le sirvió de nada, ya que fue cometiendo una serie de errores, que lo llevaron a un desastre total y parece que ya se quedó sin juan y sin las gallinas.

Todo el galimatías empieza cuando Samuelito quiere dejar de interino a su compa, el secretario general de gobierno, pero la ley del estado de Nuevo León establece que quien autoriza la licencia del gobernador para retirarse del cargo y quien debe de nombrar al interino, es el congreso del estado y éste nombra al vicefiscal del estado.
Samuelito hace su escandalo y hay amparos y demandas legales ante la suprema corte y el tribunal federal electoral, por ser materia electoral.

A las diez de la noche del 1ero de diciembre, Samuelito emite un comunicado diciendo que su propuesta es la legalmente correcta y que él sigue en su campaña presidencial que “esta con un crecimiento gigante” y que el gobernador interino es el suyo.

A las once y media de la noche, la Suprema Corte y el tribunal federal electoral, declara gobernador interino al que no quería Samuelito y entonces éste junta a su gabinete y declara que reasume de gobernador y deja la campaña a presidente.
Pero resulta que el que debe de cancelar la licencia por seis meses que le habían dado, es el congreso del estado.

Al primer minuto del día dos de diciembre Samuelito debería de haber dejado la gobernatura, pero el mismo públicamente reasumió, así que ya no puede ser candidato y tampoco gobernador, hasta que el congreso se lo autorice.

¿Qué esconde Samuelito, al grado de hacer este ridículo y además con tantos errores? Se habla de grandes faltantes de dinero de su gobierno y de manejo muy poco escrupuloso de las finanzas.
O ¿será simplemente un capricho de joven inmaduro que solo quiere hacer su voluntad?, sin respetar la ley, como lo hace todos los días el presidente López.

Cómo nos hace falta un México sin mentiras

Osvaldo

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