Perfil humano | Morena y su campaña anticipada

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Eduardo Fernández Armendáriz

Las corcholatas morenistas y dos más del PT y el PVEM iniciaron su campaña para obtener la candidatura presidencial y contender en el 2024.

Con el burdo simulacro de que se elegirá al coordinador nacional de los comités de defensa de la Cuarta Transformación los seis precandidatos buscarán el apoyo necesario para ganar la encuesta definitoria que se realizará en el mes de septiembre.

Es más que obvio que quien sea el coordinador nacional será automáticamente el próximo candidato presidencial de Morena y sus partidos aliados.

Los perdedores tendrán su premio de consolación, por lo que todos se veían entusiasmados al iniciar su recorrido nacional.

Tres de las corcholatas tuvieron que renunciar a sus cargos en el gobierno: Marcelo Ebrard, Claudia Sheinbaum y Adán Augusto López.

En cambio las otras tres sólo pidieron licencia en sus cargos como legisladores federales: Ricardo Monreal, Fernández Noroña y Manuel Velasco.

Ahora bien, todo apunta a que la final será entre Ebrard y Sheinbaum, ya que han encabezado las encuestas y los otros más bien sirven de relleno para simular una contienda democrática.

El INE con su nueva presidenta no ha manifestado su posición ante lo que es una clara campaña anticipada y los opositores se han visto lentos para objetarla.

Las cuatro corcholatas morenistas declararon supuestamente sus ingresos y propiedades, los que son poco creíbles por su bajo monto.

Para dar una imagen de equidad la dirigencia morenista les ofreció cinco millones de pesos a cada uno para sus giras.
El único que los rechazó fue el ex secretario de Gobernación y declaró que mejor los destinaran a dos de los municipios más pobres del país.

Las corcholatas y sus dos agregados por lo pronto serán cubiertos por los medios, mientras sus contrincantes no han resuelto la forma en que van a elegir a su candidato presidencial.

Los precandidatos presidenciales morenistas han prometido una campaña austera, aunque de seguro serán apoyados por los funcionarios públicos y los gobiernos estatales afines.

El anticipo de la campaña presidencial fue planeado desde Palacio Nacional para lograr una ventaja significativa independientemente de si se cumple o no con las normas electorales.

Pero también es una estrategia para distraer la atención sobre los graves problemas que aquejan al país y la ineficacia del actual gobierno federal para combatirlos.

Así pues, en lugar de recurrir al tradicional tapadismo presidencial que predominó durante más de setenta años con el anterior partido hegemónico, ahora se le disfraza como una contienda interna de la cual surgirá el candidato que “elija” el pueblo.

Además de que será ganador el que señale el dedo presidencial, al ser el coordinador nacional de la defensa de la Cuarta Transformación se comprometerá a continuar con la ideología que ha predominado en el actual sexenio.

La realidad es que por muy fiel que le sea al actual presidente quien llegue a la silla presidencial podría implementar una política diferente a la aplicada por el jefe del Ejecutivo federal.

Así sucedió con Lázaro Cárdenas, el que desterró a Estados Unidos a Elías Calles y también en otros casos como con Echeverría y López Portillo o Salinas y Zedillo.

El problema de nuestro sistema presidencialista es que el presidente en turno se convierte en una especie de monarca sexenal que sólo deja el poder porque está prohibida la reelección.

Es el caso actual de López Obrador al intentar dejar en la presidencia a alguien que pueda seguir manipulando, por lo que sólo el tiempo determinará si estuvo acertado o no en su decisión.

Eduardo Fernández Armendáriz

Las corcholatas morenistas y dos más del PT y el PVEM iniciaron su campaña para obtener la candidatura presidencial y contender en el 2024.

Con el burdo simulacro de que se elegirá al coordinador nacional de los comités de defensa de la Cuarta Transformación los seis precandidatos buscarán el apoyo necesario para ganar la encuesta definitoria que se realizará en el mes de septiembre.

Es más que obvio que quien sea el coordinador nacional será automáticamente el próximo candidato presidencial de Morena y sus partidos aliados.

Los perdedores tendrán su premio de consolación, por lo que todos se veían entusiasmados al iniciar su recorrido nacional.

Tres de las corcholatas tuvieron que renunciar a sus cargos en el gobierno: Marcelo Ebrard, Claudia Sheinbaum y Adán Augusto López.

En cambio las otras tres sólo pidieron licencia en sus cargos como legisladores federales: Ricardo Monreal, Fernández Noroña y Manuel Velasco.

Ahora bien, todo apunta a que la final será entre Ebrard y Sheinbaum, ya que han encabezado las encuestas y los otros más bien sirven de relleno para simular una contienda democrática.

El INE con su nueva presidenta no ha manifestado su posición ante lo que es una clara campaña anticipada y los opositores se han visto lentos para objetarla.

Las cuatro corcholatas morenistas declararon supuestamente sus ingresos y propiedades, los que son poco creíbles por su bajo monto.

Para dar una imagen de equidad la dirigencia morenista les ofreció cinco millones de pesos a cada uno para sus giras.
El único que los rechazó fue el ex secretario de Gobernación y declaró que mejor los destinaran a dos de los municipios más pobres del país.

Las corcholatas y sus dos agregados por lo pronto serán cubiertos por los medios, mientras sus contrincantes no han resuelto la forma en que van a elegir a su candidato presidencial.

Los precandidatos presidenciales morenistas han prometido una campaña austera, aunque de seguro serán apoyados por los funcionarios públicos y los gobiernos estatales afines.

El anticipo de la campaña presidencial fue planeado desde Palacio Nacional para lograr una ventaja significativa independientemente de si se cumple o no con las normas electorales.

Pero también es una estrategia para distraer la atención sobre los graves problemas que aquejan al país y la ineficacia del actual gobierno federal para combatirlos.

Así pues, en lugar de recurrir al tradicional tapadismo presidencial que predominó durante más de setenta años con el anterior partido hegemónico, ahora se le disfraza como una contienda interna de la cual surgirá el candidato que “elija” el pueblo.

Además de que será ganador el que señale el dedo presidencial, al ser el coordinador nacional de la defensa de la Cuarta Transformación se comprometerá a continuar con la ideología que ha predominado en el actual sexenio.

La realidad es que por muy fiel que le sea al actual presidente quien llegue a la silla presidencial podría implementar una política diferente a la aplicada por el jefe del Ejecutivo federal.

Así sucedió con Lázaro Cárdenas, el que desterró a Estados Unidos a Elías Calles y también en otros casos como con Echeverría y López Portillo o Salinas y Zedillo.

El problema de nuestro sistema presidencialista es que el presidente en turno se convierte en una especie de monarca sexenal que sólo deja el poder porque está prohibida la reelección.

Es el caso actual de López Obrador al intentar dejar en la presidencia a alguien que pueda seguir manipulando, por lo que sólo el tiempo determinará si estuvo acertado o no en su decisión.

Osvaldo

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