Perfil humano | La muerte de Isabel II y los retos de Carlos III

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Por: Eduardo Fernández Armendáriz

Con el fallecimiento de la Reina Isabel II a los 96 años su hijo Carlos asumió de inmediato el cargo de monarca del Reino Unido y de la Commonwealth, convirtiéndose así Carlos III a sus 73 años en el heredero con mayor edad en asumir su cargo.

A su vez Isabel II pasó a la historia como la reina más longeva con más de 70 años en el trono, superando a su tatarabuela Victoria que duró 63 años como reina.
Se calcula que el 90 por ciento de los ingleses sólo conocen su reinado, por lo que la soberana se consolidó como la imagen de la monarquía no sólo inglesa, sino mundial.

Por ello el mayor reto de su sucesor es lograr llenar el espacio que ocupó su madre en éste y el pasado siglo, además de consolidar la estabilidad de la realeza británica desgastada por los cambios políticos y los escándalos de la familia real, de los cuales ha sido uno de los principales protagonistas.

El papel de Isabel II, pese a no haber recibido una educación formal, fue tan destacado y reconocido no sólo por sus súbditos sino también por el resto del mundo, que la convirtieron en el ícono actual de la monarquía, una institución que ha sido continuamente criticada por considerar que ya no cumple con su función tradicional y que debería desaparecer, lo cual continuará siendo polémica sobre todo ahora con el nuevo monarca inglés.

La reina inglesa no se preparó para ser soberana, así como tampoco su padre que ascendió al trono como Jorge VI al renunciar su hermano Eduardo VIII para desposarse con una norteamericana divorciada.
Algo parecido hizo su hijo Carlos al divorciarse de Diana Spencer, la madre de sus hijos Guillermo y Enrique, para finalmente casarse con Camila, ahora la reina consorte.

El Reino Unido no sólo enfrenta la pérdida de su figura tradicional sino también la incertidumbre de cómo enfrentará el nuevo monarca problemas tan adversos como el Brexit, los efectos de la pandemia, el calentamiento global, la guerra en Ucrania y otros.

El país británico estrena no sólo rey, sino también primera ministra, por lo que se podría decir que para esta nación acabó la era isabelina e inicia una nueva que será distinta sin la figura familiar de su habitual reina.

Isabel II trató con 15 primeros ministros, desde Winston Churchill hasta Liz Truss, con los cuales al parecer tuvo relaciones estables y respetuosas que fortalecieron a la corona.
Además alternó con 14 presidentes estadounidenses, desde Truman hasta Biden.

Ahora a su funeral de Estado acudirá este último más otros mandatarios para rendirle los últimos honores a quien sin ser una estadista se consolidó como un símbolo histórico de la nación inglesa.

La imagen discreta y sonriente de la reina es conocida y respetada en todo el mundo, algo insólito en estos tiempos de crítica y veloz comunicación, así como de cambios institucionales.
El 75 por ciento de los ingleses apoya la monarquía, a pesar de lo costoso de su mantenimiento y de su poca funcionalidad gubernamental real.

Tal vez esta permanencia se deba a que Isabel II encarnó la figura maternal que sostenía la unidad del antiguo imperio a pesar de su declive al perder a la mayoría de sus colonias.

Una parte de tal tradición fue heredada por el también longevo reinado de Victoria, la cual fue emperatriz en la época de gloria del imperio británico que abarcaba a buena parte del globo terráqueo.
La herencia prevalece en algunos grandes países independientes que reconocen aún al monarca inglés como jefe de estado, como es el caso de Canadá y Australia.

Conservar esta unidad cultural es uno de los mayores retos que tiene Carlos III, como en su momento lo intentó su madre para evitar que Gran Bretaña perdiera la influencia en las naciones que antes constituían parte de su imperio.

Además tendrá que resolver las intenciones de independizarse de Escocia para poder continuar en la Unión Europea, organización a la que debería retornar el Reino Unido después de experimentar las consecuencias negativas de su Brexit.

El futuro de los ingleses es por consiguiente bastante impredecible, aunque al parecer tendrán monarquía por un buen tiempo y por lo pronto le rinden honores luctuosos a su apreciada y famosa reina Isabel II.

Por: Eduardo Fernández Armendáriz

Con el fallecimiento de la Reina Isabel II a los 96 años su hijo Carlos asumió de inmediato el cargo de monarca del Reino Unido y de la Commonwealth, convirtiéndose así Carlos III a sus 73 años en el heredero con mayor edad en asumir su cargo.

A su vez Isabel II pasó a la historia como la reina más longeva con más de 70 años en el trono, superando a su tatarabuela Victoria que duró 63 años como reina.
Se calcula que el 90 por ciento de los ingleses sólo conocen su reinado, por lo que la soberana se consolidó como la imagen de la monarquía no sólo inglesa, sino mundial.

Por ello el mayor reto de su sucesor es lograr llenar el espacio que ocupó su madre en éste y el pasado siglo, además de consolidar la estabilidad de la realeza británica desgastada por los cambios políticos y los escándalos de la familia real, de los cuales ha sido uno de los principales protagonistas.

El papel de Isabel II, pese a no haber recibido una educación formal, fue tan destacado y reconocido no sólo por sus súbditos sino también por el resto del mundo, que la convirtieron en el ícono actual de la monarquía, una institución que ha sido continuamente criticada por considerar que ya no cumple con su función tradicional y que debería desaparecer, lo cual continuará siendo polémica sobre todo ahora con el nuevo monarca inglés.

La reina inglesa no se preparó para ser soberana, así como tampoco su padre que ascendió al trono como Jorge VI al renunciar su hermano Eduardo VIII para desposarse con una norteamericana divorciada.
Algo parecido hizo su hijo Carlos al divorciarse de Diana Spencer, la madre de sus hijos Guillermo y Enrique, para finalmente casarse con Camila, ahora la reina consorte.

El Reino Unido no sólo enfrenta la pérdida de su figura tradicional sino también la incertidumbre de cómo enfrentará el nuevo monarca problemas tan adversos como el Brexit, los efectos de la pandemia, el calentamiento global, la guerra en Ucrania y otros.

El país británico estrena no sólo rey, sino también primera ministra, por lo que se podría decir que para esta nación acabó la era isabelina e inicia una nueva que será distinta sin la figura familiar de su habitual reina.

Isabel II trató con 15 primeros ministros, desde Winston Churchill hasta Liz Truss, con los cuales al parecer tuvo relaciones estables y respetuosas que fortalecieron a la corona.
Además alternó con 14 presidentes estadounidenses, desde Truman hasta Biden.

Ahora a su funeral de Estado acudirá este último más otros mandatarios para rendirle los últimos honores a quien sin ser una estadista se consolidó como un símbolo histórico de la nación inglesa.

La imagen discreta y sonriente de la reina es conocida y respetada en todo el mundo, algo insólito en estos tiempos de crítica y veloz comunicación, así como de cambios institucionales.
El 75 por ciento de los ingleses apoya la monarquía, a pesar de lo costoso de su mantenimiento y de su poca funcionalidad gubernamental real.

Tal vez esta permanencia se deba a que Isabel II encarnó la figura maternal que sostenía la unidad del antiguo imperio a pesar de su declive al perder a la mayoría de sus colonias.

Una parte de tal tradición fue heredada por el también longevo reinado de Victoria, la cual fue emperatriz en la época de gloria del imperio británico que abarcaba a buena parte del globo terráqueo.
La herencia prevalece en algunos grandes países independientes que reconocen aún al monarca inglés como jefe de estado, como es el caso de Canadá y Australia.

Conservar esta unidad cultural es uno de los mayores retos que tiene Carlos III, como en su momento lo intentó su madre para evitar que Gran Bretaña perdiera la influencia en las naciones que antes constituían parte de su imperio.

Además tendrá que resolver las intenciones de independizarse de Escocia para poder continuar en la Unión Europea, organización a la que debería retornar el Reino Unido después de experimentar las consecuencias negativas de su Brexit.

El futuro de los ingleses es por consiguiente bastante impredecible, aunque al parecer tendrán monarquía por un buen tiempo y por lo pronto le rinden honores luctuosos a su apreciada y famosa reina Isabel II.

Osvaldo

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