¿Para qué es la vida?

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Muchas son las opiniones de por qué y para qué estamos aquí, pero serían muy pocas las personas que pudieran realmente establecer la razón de su existencia.
Toda explicación sigue siendo una opinión, incluyendo las definiciones dogmáticas.

Pero hasta cierto punto podemos afirmar para qué no estamos aquí.
La vida no se nos ha dado para llevar el corazón vestido de negro, enlutado y lloroso, sino para gozarla hasta el límite buscando el bien propio y sobre todo, el bien ajeno.

Para una gran cantidad de personas, gozar la vida es “salir a tomar”; para otros consumir alguna droga de cualquier tipo.
Para otros más, sin eliminar las primeras razones, es relacionarse sexualmente.

Nuestra percepción del sufrimiento se basa en pequeños eventos que convertimos en grandes tempestades por cómo decidimos pensar respecto a los pequeños problemas.
”Tempestades en un vaso de agua” las cuales pueden aplacarse con una pizca de sentido común.

Padecer y sufrir un poco y así estar conscientes de lo que es la decepción, por ejemplo, no es cosa del otro mundo.
Si existe una gran verdad en este mundo es que si algo no es posible, es que todo sea siempre “vida y dulzura”

Conscientes que la vida es para vivirla al máximo en lo personal y para el prójimo, como lo sabemos, ésta tiene muchos caminos.
Algunos con llevan hacia abajo, algunos más hacia el precipicio.
Otros son más llevaderos.
En realidad cualquier camino que tomamos y aún pensando que es el correcto, nos puede llevar al fracaso.
Pero al mismo tiempo tenemos la opción de escoger una escalera para elevarnos en el mundo y en el espíritu.
Cada paso en el ascenso debe tomarse con precaución, uno por uno, procurando por las dudas, poner unos cuantos colchones abajo…

El precio más alto en esta vida son las dificultades que nosotros mismos nos buscamos.
Casi siempre, lo que más tememos que pase, nunca pasa, así que si nos enfrentamos a la adversidad, lo óptimo es encarar las dificultades y descubriremos que “lo peor” rara vez sucede.

Ciertamente que no estamos en esta vida para estar estresados y apurados por todo.
Dicha condición nos debilita espiritual y físicamente.
Altera nuestra mente, nos causa enfermedades y evita nuestra concentración en los problemas que deben ser resueltos.

La mayor parte de nuestros problemas no son cosas cien por ciento reales, son creaciones nuestras que parecen verdaderas si nos empeñamos en mostrarles miedo, pero que huyen, se alejan, cuando se dan cuenta que no nos causan temor alguno.

En esta vida, es importante saber que el temor, destruye muchas victorias que eran ya seguras.
La vida no es para los cobardes.

Siendo muy precisos, la vida por ningún motivo debe ser para apoyar todo aquello que destruye, como promover héroes falsos y dictadores, queriendo ser como ellos, como es el caso de AMLO.

Muchas son las opiniones de por qué y para qué estamos aquí, pero serían muy pocas las personas que pudieran realmente establecer la razón de su existencia.
Toda explicación sigue siendo una opinión, incluyendo las definiciones dogmáticas.

Pero hasta cierto punto podemos afirmar para qué no estamos aquí.
La vida no se nos ha dado para llevar el corazón vestido de negro, enlutado y lloroso, sino para gozarla hasta el límite buscando el bien propio y sobre todo, el bien ajeno.

Para una gran cantidad de personas, gozar la vida es “salir a tomar”; para otros consumir alguna droga de cualquier tipo.
Para otros más, sin eliminar las primeras razones, es relacionarse sexualmente.

Nuestra percepción del sufrimiento se basa en pequeños eventos que convertimos en grandes tempestades por cómo decidimos pensar respecto a los pequeños problemas.
”Tempestades en un vaso de agua” las cuales pueden aplacarse con una pizca de sentido común.

Padecer y sufrir un poco y así estar conscientes de lo que es la decepción, por ejemplo, no es cosa del otro mundo.
Si existe una gran verdad en este mundo es que si algo no es posible, es que todo sea siempre “vida y dulzura”

Conscientes que la vida es para vivirla al máximo en lo personal y para el prójimo, como lo sabemos, ésta tiene muchos caminos.
Algunos con llevan hacia abajo, algunos más hacia el precipicio.
Otros son más llevaderos.
En realidad cualquier camino que tomamos y aún pensando que es el correcto, nos puede llevar al fracaso.
Pero al mismo tiempo tenemos la opción de escoger una escalera para elevarnos en el mundo y en el espíritu.
Cada paso en el ascenso debe tomarse con precaución, uno por uno, procurando por las dudas, poner unos cuantos colchones abajo…

El precio más alto en esta vida son las dificultades que nosotros mismos nos buscamos.
Casi siempre, lo que más tememos que pase, nunca pasa, así que si nos enfrentamos a la adversidad, lo óptimo es encarar las dificultades y descubriremos que “lo peor” rara vez sucede.

Ciertamente que no estamos en esta vida para estar estresados y apurados por todo.
Dicha condición nos debilita espiritual y físicamente.
Altera nuestra mente, nos causa enfermedades y evita nuestra concentración en los problemas que deben ser resueltos.

La mayor parte de nuestros problemas no son cosas cien por ciento reales, son creaciones nuestras que parecen verdaderas si nos empeñamos en mostrarles miedo, pero que huyen, se alejan, cuando se dan cuenta que no nos causan temor alguno.

En esta vida, es importante saber que el temor, destruye muchas victorias que eran ya seguras.
La vida no es para los cobardes.

Siendo muy precisos, la vida por ningún motivo debe ser para apoyar todo aquello que destruye, como promover héroes falsos y dictadores, queriendo ser como ellos, como es el caso de AMLO.

Osvaldo

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