Para entender la guerra Israel-Palestina

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Los cientos de personas inocentes muertas y heridas, las que han sido tomadas como rehenes, las viviendas destruidas, los equipamientos sociales reducidos a ruinas, tanto en la franja de Gaza como en Israel, todo constituye un terrible Apocalipsis.
Un Apocalipsis que no comenzó el viernes pasado por la noche, sino fue propiciado, construido a lo largo de cuando menos siete décadas y media.

“Lo sorprendente, señala The Nation, no es que esta guerra suceda, sino que no haya sucedido antes”.
El conflicto comenzó cuando el Estado de Israel decidió tratar a los palestinos como menos que seres humanos y los desplazó forzadamente de sus tierras y comunidades ancestrales.
“Si la gente no estuviera detrás del grupo extremista Hamas, estaría apoyando a cualquiera que use cualquier medio para defender su tierra y su pueblo, luego de siete décadas de sufrimiento y ocupación entre el silencio y la complicidad del mundo”.

Desde 1917 y hasta 1948 el Reino Unido y los aliados vencedores de la Segunda Guerra Mundial promovieron el asentamiento en Palestina de cientos de miles de personas judías que vinieron sobre todo de Europa.
Sin embargo, Palestina no era una tierra sola, sin gente.
Por centurias habitó ahí el pueblo palestino, de religión musulmana en su mayoría, aunque también había un buen número de cristianos.
Ellos fueron desplazados por los israelíes quienes formaron el Estado de Israel, apoyado por las potencias occidentales.
Cerca de 850 mil personas, el 75% de la población palestina fueron expulsadas de su territorio; sus posesiones fueron confiscadas de facto por Israel bajo una ley sobre las propiedades de “los ausentes”.

Actualmente habitan en el territorio controlado por Israel 7.
1 millones de personas palestinas.
Están repartidas en cuatro zonas, cada una de ellas con un estatus y documentos de identificación diferentes:

En la franja de Gaza, teatro principal de la guerra actual, en el desierto sur habitan 2.
1 millones de palestinos hacinados en 365 kilómetros cuadrados.
Aunque tiene un gobierno propio, controlado por Hamas, desde siempre ha padecido un total bloqueo de los israelíes quienes controlan las entradas y salidas a la franja, el ingreso de mercancías, el suministro de agua, electricidad e internet.
Incluso quienes requieren atención médica especializada fuera de la franja, tienen que pasar por un largo proceso de papeleo que casi siempre concluye en una negativa.

En el área de Cisjordania, que es la zona más extensa habitan 2.
7 millones de personas palestinas en asentamientos aislados, con un gobierno propio, aunque con limitadas atribuciones, con un gran número de puestos de revisión y control de los israelíes para la población palestina, con derecho de tránsito limitado.
En esta zona han ido avanzando los asentamientos israelíes ilegales despojando a los palestinos de sus tierras, e incluso derruyendo sus construcciones.

En Jerusalén Este, capital del estado de Palestina habitan 400 mil palestinos.
Pueden vivir ahí mientras el Estado de Israel lo permita y no pueden participar en política israelí ni palestina.

En el resto de Israel hay un millón 600 mil palestinos que son ciudadanos israelíes, pero su identificación como palestinos los limita enormemente en el ejercicio de sus derechos.

Las personas palestinas no pueden moverse con libertad de cada una de estas cuatro áreas a otra.
No sólo eso, es una práctica continua la invasión y la represión de asentamientos palestinos por parte de colonos y del Ejército de Israel en Cisjordania.
Por otra parte, desde 2008 hasta 2023 ha habido una serie de incursiones armadas por parte de los israelíes en Gaza: ese año, en 2009, en 2015 y en 2021.
El saldo de ellas son 6 mil 407 personas palestinas muertas y 308 israelíes.

La feroz, desmedida y mortífera ofensiva de Hamas en contra de Israel es lo que la Iglesia Católica llamaría una “Violencia de Respuesta”, una violencia llevada a cabo por las víctimas que así intentan responder a la “Violencia Institucionalizada” ejercida desde hace 75 años por el Estado de Israel que ha establecido en contra de 7.
1 millones de personas palestinas un verdadero régimen de Apartheid, tal como lo describe el derecho internacional.

Por eso la vía para la paz no termina con el alto el fuego de las partes en conflicto.
Se requiere fundarla en la justicia.
Para ello es imprescindible que se reconozca a Palestina como un Estado con plena soberanía sobre su territorio y plenos derechos para todos sus pobladores, doquiera que estén.

Los cientos de personas inocentes muertas y heridas, las que han sido tomadas como rehenes, las viviendas destruidas, los equipamientos sociales reducidos a ruinas, tanto en la franja de Gaza como en Israel, todo constituye un terrible Apocalipsis.
Un Apocalipsis que no comenzó el viernes pasado por la noche, sino fue propiciado, construido a lo largo de cuando menos siete décadas y media.

“Lo sorprendente, señala The Nation, no es que esta guerra suceda, sino que no haya sucedido antes”.
El conflicto comenzó cuando el Estado de Israel decidió tratar a los palestinos como menos que seres humanos y los desplazó forzadamente de sus tierras y comunidades ancestrales.
“Si la gente no estuviera detrás del grupo extremista Hamas, estaría apoyando a cualquiera que use cualquier medio para defender su tierra y su pueblo, luego de siete décadas de sufrimiento y ocupación entre el silencio y la complicidad del mundo”.

Desde 1917 y hasta 1948 el Reino Unido y los aliados vencedores de la Segunda Guerra Mundial promovieron el asentamiento en Palestina de cientos de miles de personas judías que vinieron sobre todo de Europa.
Sin embargo, Palestina no era una tierra sola, sin gente.
Por centurias habitó ahí el pueblo palestino, de religión musulmana en su mayoría, aunque también había un buen número de cristianos.
Ellos fueron desplazados por los israelíes quienes formaron el Estado de Israel, apoyado por las potencias occidentales.
Cerca de 850 mil personas, el 75% de la población palestina fueron expulsadas de su territorio; sus posesiones fueron confiscadas de facto por Israel bajo una ley sobre las propiedades de “los ausentes”.

Actualmente habitan en el territorio controlado por Israel 7.
1 millones de personas palestinas.
Están repartidas en cuatro zonas, cada una de ellas con un estatus y documentos de identificación diferentes:

En la franja de Gaza, teatro principal de la guerra actual, en el desierto sur habitan 2.
1 millones de palestinos hacinados en 365 kilómetros cuadrados.
Aunque tiene un gobierno propio, controlado por Hamas, desde siempre ha padecido un total bloqueo de los israelíes quienes controlan las entradas y salidas a la franja, el ingreso de mercancías, el suministro de agua, electricidad e internet.
Incluso quienes requieren atención médica especializada fuera de la franja, tienen que pasar por un largo proceso de papeleo que casi siempre concluye en una negativa.

En el área de Cisjordania, que es la zona más extensa habitan 2.
7 millones de personas palestinas en asentamientos aislados, con un gobierno propio, aunque con limitadas atribuciones, con un gran número de puestos de revisión y control de los israelíes para la población palestina, con derecho de tránsito limitado.
En esta zona han ido avanzando los asentamientos israelíes ilegales despojando a los palestinos de sus tierras, e incluso derruyendo sus construcciones.

En Jerusalén Este, capital del estado de Palestina habitan 400 mil palestinos.
Pueden vivir ahí mientras el Estado de Israel lo permita y no pueden participar en política israelí ni palestina.

En el resto de Israel hay un millón 600 mil palestinos que son ciudadanos israelíes, pero su identificación como palestinos los limita enormemente en el ejercicio de sus derechos.

Las personas palestinas no pueden moverse con libertad de cada una de estas cuatro áreas a otra.
No sólo eso, es una práctica continua la invasión y la represión de asentamientos palestinos por parte de colonos y del Ejército de Israel en Cisjordania.
Por otra parte, desde 2008 hasta 2023 ha habido una serie de incursiones armadas por parte de los israelíes en Gaza: ese año, en 2009, en 2015 y en 2021.
El saldo de ellas son 6 mil 407 personas palestinas muertas y 308 israelíes.

La feroz, desmedida y mortífera ofensiva de Hamas en contra de Israel es lo que la Iglesia Católica llamaría una “Violencia de Respuesta”, una violencia llevada a cabo por las víctimas que así intentan responder a la “Violencia Institucionalizada” ejercida desde hace 75 años por el Estado de Israel que ha establecido en contra de 7.
1 millones de personas palestinas un verdadero régimen de Apartheid, tal como lo describe el derecho internacional.

Por eso la vía para la paz no termina con el alto el fuego de las partes en conflicto.
Se requiere fundarla en la justicia.
Para ello es imprescindible que se reconozca a Palestina como un Estado con plena soberanía sobre su territorio y plenos derechos para todos sus pobladores, doquiera que estén.

Osvaldo

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Columna

mié Oct 11 , 2023
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