Nuestro mes patrio: De mitos, mentiras y leyendas

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“La independencia es cosa

de una pequeña minoría,

que utiliza a los débiles”.

Friedrich Nietzsche (1844 – 1900)

La historia verdadera nos ha dicho que los grandes conquistadores como emperadores, reyes, presidentes o dictadores, han manipulado a su conveniencia todos aquellos hechos y episodios que les han redituado mayor poder y dominio económico sobre las masas, más cuando éstas son ignorantes como el caso endémico de México, plagado de falsedades e inconsistencias.

Ni Cortez le quema los pies a Cuauhtémoc, ni la Malinche fue una traidora, tampoco es cierto que Santa Ana vendió la mitad del territorio o que Juárez siempre protegió siempre a los indígenas, menos aún, que murieron un millón de compatriotas en la Revolución Mexicana como sucedió en la revolución francesa.

En el caso de la -tan socorrida- Independencia de México, no fue el pueblo quien hiciera el movimiento insurgente, sino que ante el encarcelamiento de Fernando VII por Napoleón, los comerciantes criollos, agiotistas e intelectuales afines a ellos, exigieron la llamada independencia del virreinato de Nueva España, tal y como aconteció en los otros tres virreinatos del resto de América, pero nunca la encabezaron los indígenas o mestizos que fueron utilizados -descarnadamente- al igual que en la intervención francesa.

En el siglo XX los gobiernos post-revolucionarios habrían de crearse para las -raquíticas escuelas- en una población de 15 millones de mexicanos, con un 52 por ciento de analfabetismo, la enseñanza a leer y escribir.
De ahí la explicación de los gobiernos no únicamente de alterar sino de mentir sobre acontecimientos cruciales, encumbrando a generales y coroneles como verdaderos héroes, cuando en realidad se enriquecieron con la revolución.

Los protagonistas épicos fueron tan humanos como sus aciertos, excesos y errores.
El Grito de Hidalgo fue la mañana del domingo 16 de septiembre de 1810, pero el dictador Porfirio Díaz ordena se conmemorara ese acontecimiento el 15 de septiembre, día de sus cumpleaños.
Iturbide en su consumación el 27 de septiembre, Maximiliano desde la ventana de la casa de Hidalgo, etc.

A Hidalgo se le conoce como el Padre de la Patria, sin restarle méritos, únicamente estuvo participando en la rebelión por cuatro meses, cuando fue degradado inquisitorialmente y enjuiciado militarmente para ser fusilado; sin embargo, sus errores como estratega fueron capitales de ahí que Allende y Aldama tomarían las riendas del movimiento al que seguiría Morelos, clave en la insurgencia.

Sobre la historia de Juan José Rayas, mejor conocido como “El Pípila”, a quien se le atribuye cargar una pesada lápida de 150 kilos en su espalda para quemar la puerta de la alhóndiga de Granaditas es inverosímil.
La estatura promedio de los hombres era de 1.
60 de estatura y 65 kilos, además el grosor de la puerta era de un mínimo de 20 centímetros, difícil de quemarla con una simple antorcha.

Sin embargo, lo más grave no son todas esas imprecisiones, fábulas y mentiras de los gobiernos sobre los hechos del movimiento de independencia ni de sus costosas ceremonias en toda la república, sus embajadas y consulados, sino lo acontecido en estos últimos festejos, donde se ha invitado a participar en el desfile principal a militares de países dominados por dictadores como Rusia, Venezuela, Cuba y Nicaragua, como una clara señal de lo que lamentablemente Obrador en forma omnipotente y ungido con el óleo sagrado de los insurgentes quiere para México.
Hoy hay densos nubarrones que los mexicanos libres debemos disipar.

“La independencia es cosa

de una pequeña minoría,

que utiliza a los débiles”.

Friedrich Nietzsche (1844 – 1900)

La historia verdadera nos ha dicho que los grandes conquistadores como emperadores, reyes, presidentes o dictadores, han manipulado a su conveniencia todos aquellos hechos y episodios que les han redituado mayor poder y dominio económico sobre las masas, más cuando éstas son ignorantes como el caso endémico de México, plagado de falsedades e inconsistencias.

Ni Cortez le quema los pies a Cuauhtémoc, ni la Malinche fue una traidora, tampoco es cierto que Santa Ana vendió la mitad del territorio o que Juárez siempre protegió siempre a los indígenas, menos aún, que murieron un millón de compatriotas en la Revolución Mexicana como sucedió en la revolución francesa.

En el caso de la -tan socorrida- Independencia de México, no fue el pueblo quien hiciera el movimiento insurgente, sino que ante el encarcelamiento de Fernando VII por Napoleón, los comerciantes criollos, agiotistas e intelectuales afines a ellos, exigieron la llamada independencia del virreinato de Nueva España, tal y como aconteció en los otros tres virreinatos del resto de América, pero nunca la encabezaron los indígenas o mestizos que fueron utilizados -descarnadamente- al igual que en la intervención francesa.

En el siglo XX los gobiernos post-revolucionarios habrían de crearse para las -raquíticas escuelas- en una población de 15 millones de mexicanos, con un 52 por ciento de analfabetismo, la enseñanza a leer y escribir.
De ahí la explicación de los gobiernos no únicamente de alterar sino de mentir sobre acontecimientos cruciales, encumbrando a generales y coroneles como verdaderos héroes, cuando en realidad se enriquecieron con la revolución.

Los protagonistas épicos fueron tan humanos como sus aciertos, excesos y errores.
El Grito de Hidalgo fue la mañana del domingo 16 de septiembre de 1810, pero el dictador Porfirio Díaz ordena se conmemorara ese acontecimiento el 15 de septiembre, día de sus cumpleaños.
Iturbide en su consumación el 27 de septiembre, Maximiliano desde la ventana de la casa de Hidalgo, etc.

A Hidalgo se le conoce como el Padre de la Patria, sin restarle méritos, únicamente estuvo participando en la rebelión por cuatro meses, cuando fue degradado inquisitorialmente y enjuiciado militarmente para ser fusilado; sin embargo, sus errores como estratega fueron capitales de ahí que Allende y Aldama tomarían las riendas del movimiento al que seguiría Morelos, clave en la insurgencia.

Sobre la historia de Juan José Rayas, mejor conocido como “El Pípila”, a quien se le atribuye cargar una pesada lápida de 150 kilos en su espalda para quemar la puerta de la alhóndiga de Granaditas es inverosímil.
La estatura promedio de los hombres era de 1.
60 de estatura y 65 kilos, además el grosor de la puerta era de un mínimo de 20 centímetros, difícil de quemarla con una simple antorcha.

Sin embargo, lo más grave no son todas esas imprecisiones, fábulas y mentiras de los gobiernos sobre los hechos del movimiento de independencia ni de sus costosas ceremonias en toda la república, sus embajadas y consulados, sino lo acontecido en estos últimos festejos, donde se ha invitado a participar en el desfile principal a militares de países dominados por dictadores como Rusia, Venezuela, Cuba y Nicaragua, como una clara señal de lo que lamentablemente Obrador en forma omnipotente y ungido con el óleo sagrado de los insurgentes quiere para México.
Hoy hay densos nubarrones que los mexicanos libres debemos disipar.

Osvaldo

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