“Muchas políticas de igualdad de género son simbólicas y carecen de mecanismos de seguimiento y sanción”

A pesar de su nombre alemán, Katharina Miller tiene también nacionalidad española y presume de ella. Abogada especializada Cumplimiento y Sostenibilidad, cuenta con una importante trayectoria internacional en el ámbito de la ética y el buen gobierno de las sociedades.

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Katharina Miller.
Presidenta de la Asociación Europea de Mujeres Juristas

A pesar de su nombre alemán, Katharina Miller tiene también nacionalidad española y presume de ella.
Abogada especializada Cumplimiento y Sostenibilidad, cuenta con una importante trayectoria internacional en el ámbito de la ética y el buen gobierno de las sociedades.
Entre otros cargos, Katharina preside la Asociación Europea de Mujeres Juristas, la Asociación Alemana de Mujeres Juristas en España y es delegada de nuestro país en el W20/G20.
En 2021 jugó un papel crítico en la evacuación de un grupo de afganas perseguidas por los talibanes que quedaron atrapadas en el aeropuerto de Kabul y cuya vida corría peligro inminente.
Estas personas consiguieron con su ayuda llegar a España y hoy están a salvo en nuestro país, luchando por desarrollar aquí sus respectivas carreras profesionales.
El pasado 11 de junio Katharina Miller recibió de manos de la presidenta del CGAE, Victoria Ortega, el reconocimiento de la Fundación Aranzadi LA LEY por estos hechos y por su trayectoria en general en el III Encuentro Mujeres por Derecho.

A lo largo del mundo existen numerosas asociaciones de mujeres juristas, algunas muy destacadas por su actividad, como la que usted preside.
¿Cuántas asociaciones de hombres juristas conoce?  

La existencia de asociaciones de mujeres juristas a menudo responde a la necesidad de promover la igualdad de género en el ámbito jurídico y proporcionar un espacio de apoyo mutuo y desarrollo profesional en un campo históricamente dominado por hombres.

En cuanto a asociaciones de hombres juristas específicamente, no es común encontrar asociaciones dedicadas exclusivamente a hombres juristas.
Esto se debe en parte a que el campo del derecho tradicionalmente ha estado dominado por hombres, lo que ha llevado a una menor percepción de la necesidad de crear asociaciones exclusivas para ellos.

En su lugar, existen numerosas asociaciones generales de abogados y juristas que, aunque no están limitadas por género, históricamente han tenido una mayoría masculina en sus membresías y liderazgos.
Algunos ejemplos incluyen:

Estas organizaciones suelen tener secciones o comités dedicados a la promoción de la igualdad de género y la diversidad, reflejando un enfoque más inclusivo y moderno en el campo del derecho.
Es importante destacar que la creación de asociaciones de mujeres juristas sigue siendo relevante y necesaria para abordar los desafíos específicos que enfrentan las mujeres en la profesión legal y para avanzar en la igualdad de género en este campo.

Fundación Aranzadi LA LEY ha reconocido recientemente en el ‘III Encuentro Mujeres por Derecho’ sus acciones solidarias en países en los que ser mujer y jurista equivale a jugarse la vida.
¿Qué experiencia ha sido la más complicada de gestionar?

Una de las experiencias más complejas que hemos gestionado fue la operación de rescate en Afganistán tras la toma de poder por los talibanes en agosto de 2021.
Imaginemos el contexto: activistas, fiscales, abogadas y periodistas, todas amenazadas por el régimen talibán, se encontraron de repente en una situación de peligro extremo.
Mientras Europa evacuaba a sus colaboradores, estas mujeres, muchas de ellas no incluidas en las listas de evacuación oficiales, quedaron abandonadas a su suerte.

Junto a María José Rodríguez Becedas y utilizando únicamente nuestros teléfonos móviles y redes de contactos, organizamos el rescate de un centenar de mujeres afganas y sus familias.
Estas mujeres, muchas de ellas con una larga trayectoria en la lucha por los derechos humanos, se enfrentaban a un destino aterrador bajo el nuevo régimen talibán.

El primer desafío fue asegurar la seguridad personal de estas mujeres, quienes se encontraban sin protección y bajo amenazas constantes.
Logré establecer contacto con Fawzia Koofi, una activista por los derechos de las mujeres y vicepresidenta de la Asamblea Nacional de 2005 a 2014, a quien conocía desde 2015.
A partir de ahí, comenzamos a coordinar el rescate.
El primer mensaje de Fawzia fue simple pero poderoso: «Stay strong» (sed fuertes).
Estas palabras nos dieron el valor para seguir adelante.

La operación de rescate implicó sacar a estas mujeres de sus hogares y llevarlas a la zona segura del aeropuerto de Kabul, todo ello mientras gestionábamos la obtención de salvoconductos y visados.
Esto último resultó ser una tarea monumental hasta que los gobiernos de España, Polonia y Portugal se ofrecieron a ayudar, otorgando los visados necesarios.

Entre las rescatadas se encontraba una exministra afgana que, a pesar de tener un visado, no podía acceder a su vuelo debido al caos en el aeropuerto.
Gracias a mis contactos, un soldado del país de acogida la ayudó a embarcar en un vuelo seguro.

El rescate de estas mujeres fue solo el comienzo.
Una vez en suelo europeo, enfrentan el desafío de integrarse en una nueva sociedad, aprender un nuevo idioma y reconstruir sus vidas.
Ahora, a través de la Asociación NetWomening liderada por María José Rodríguez Becedas y Maite Pacheco Mateo-Sagasta, seguimos apoyándolas en este proceso, demostrando un compromiso inquebrantable con la defensa de los derechos de las mujeres en las circunstancias más adversas.

Algunas de estas mujeres se encuentran en la actualidad en España.
¿Qué posibilidades reales tienen de desarrollar aquí sus carreras profesionales?

Muchas de las mujeres afganas rescatadas que se encuentran actualmente en España enfrentan varios desafíos significativos para desarrollar sus carreras profesionales.
La barrera del idioma es uno de los primeros obstáculos, ya que aprender español es fundamental para integrarse y desempeñarse profesionalmente en el país.
Además, los títulos académicos y profesionales obtenidos en Afganistán pueden no ser automáticamente reconocidos en España, lo que puede implicar un proceso largo y complicado, a menudo requiriendo estudios adicionales o exámenes de convalidación.
Adaptarse a una nueva cultura y entorno laboral puede resultar difícil, especialmente después de haber experimentado situaciones traumáticas.
También, la falta de una red profesional en el nuevo país puede limitar las oportunidades de empleo y desarrollo profesional, haciendo que el establecimiento de contactos y el acceso a oportunidades laborales sean más complicados.

La Asociación NetWomening, liderada por María José Rodríguez Becedas y Maite Pacheco Mateo-Sagasta, se presenta como una solución clave para ayudar a estas mujeres a superar estos desafíos.
NetWomening ofrece apoyo “humano”, organizativo, legal y administrativo para facilitar el reconocimiento de títulos, proporciona formación y orientación laboral, y crea redes de contacto que son cruciales para la integración profesional.
Sin embargo, para continuar con esta labor vital, la asociación también necesita ayuda.
Requiere apoyo económico y recursos humanos adicionales para poder seguir ofreciendo sus servicios y ampliar su alcance.
La colaboración y el apoyo de la comunidad y de organizaciones afines son esenciales para que NetWomening pueda continuar empoderando a estas mujeres y ayudarlas a construir una nueva vida en España.

Por su doble nacionalidad y trayectoria, pocas mujeres como usted tienen una radiografía tan completa de las desigualdades que aún perduran en la profesión.
Haciendo zoom solo en Europa, ¿cómo sale España en la foto?

Según el Índice de Igualdad de Género del Instituto Europeo de Igualdad de Género (EIGE), España ocupa la cuarta posición entre los 27 Estados miembros de la Unión Europea.
Este ranking refleja los avances significativos que ha logrado nuestro país en la promoción de la igualdad de género, especialmente en el ámbito profesional.
Sin embargo, es interesante notar que la percepción comúnmente aceptada de los países nórdicos como líderes “indiscutibles” en igualdad de género a menudo está lejos de la realidad.
Aunque estos países tienen una sólida reputación, la estadística muestra que España ha superado a muchos de ellos en ciertos aspectos de igualdad de género.

Como experta en Compliance y Sostenibilidad, ¿qué considera que se incumple y qué es insostenible en materia de igualdad de género?

Aunque estamos avanzando mucho en España en materia de igualdad de género, aún hay varios aspectos críticos que se incumplen y resultan insostenibles.
La brecha salarial entre hombres y mujeres sigue siendo significativa en muchos sectores.
Según la Encuesta de Población Activa (EPA), en 2022, la brecha salarial bruta entre hombres y mujeres en España se situó en torno al 15,7%.
Este dato representa una reducción del 25% respecto a 2018, lo que indica que vamos por buen camino, aunque aún podemos mejorar en términos de transparencia salarial y en la implementación de políticas para asegurar la igualdad de remuneración por trabajos de igual valor.

La representación femenina en los órganos de dirección evoluciona muy lentamente.
En los últimos 10 años, el porcentaje de empresas sujetas a la Ley de Igualdad que cuentan con más de un 40% de mujeres en sus Consejos de Administración ha pasado del 9,81% al 14,24%.
Sin embargo, en los últimos cinco años, la tasa de mujeres en los Consejos de Administración de las nuevas sociedades no supera el 25%.
Además, los cargos más altos, como la presidencia de sociedades, son ocupados por mujeres en el 17,42% de los casos, y la dirección general en el 14,49%.
En empresas estatales o del IBEX 35, la situación es ligeramente mejor.
Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2023, el porcentaje de consejeras en los consejos de administración de las empresas del IBEX es del 39,4%, aunque la presencia de mujeres en la presidencia es de tan solo el 11,8%.
Estas cifras indican que las medidas para promover la paridad en los niveles más altos de las organizaciones aún no son suficientes.
A pesar de esto, los esfuerzos están dando frutos y, a nivel europeo, las principales empresas cotizadas españolas están por encima de la media de los 27 países de la Unión Europea, ocupando la undécima posición.
Excluyendo los seis países con cuota obligatoria (Francia, Italia, Países Bajos, Bélgica, Austria y Alemania), España pasaría de la undécima a la tercera posición, solo por detrás de Dinamarca (40,8%) y Finlandia (36,1%).

La discriminación y el acoso sexual en el lugar de trabajo persisten.
Un estudio de la Agencia Europea de Derechos Fundamentales (FRA) reveló que una de cada dos mujeres en la UE ha experimentado acoso sexual desde los 15 años.
En España, aunque se han implementado políticas para abordar estos problemas, la falta de medidas adecuadas para prevenir y tratar estos casos sigue creando un entorno laboral inseguro e injusto para las mujeres.
No obstante, estamos trabajando para mejorarlo.

En términos de sostenibilidad, la aplicación tímida de políticas para facilitar la conciliación de la vida laboral y familiar afecta desproporcionadamente a las mujeres, quienes suelen asumir una mayor carga de responsabilidades domésticas y de cuidado.
Según el INE (2018), las mujeres dedican una media de 26,5 horas semanales a tareas del hogar y cuidado de familiares, en comparación con las 14 horas de los hombres.
Esto no solo es insostenible a nivel individual, sino que también limita el potencial económico y profesional de las mujeres.

La segregación ocupacional, donde las mujeres se concentran en sectores menos remunerados y con menos oportunidades de desarrollo, perpetúa la desigualdad y es insostenible para una economía que necesita aprovechar todo su talento disponible.
Según datos de Eurostat, en 2021, el 30% de las mujeres en la UE trabajaban en sectores con alta feminización como la educación, la salud y los servicios sociales, en comparación con solo el 8% de los hombres.
La baja participación de mujeres en campos de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM) también es un problema insostenible.
Según datos de la UNESCO, solo el 28,8% de los investigadores en STEM son mujeres.
En España, la cifra de investigadoras asciende al 40%, superior a países como Francia (27%) o Alemania (28%).
Sin embargo, el número de catedráticas de universidad y profesoras de investigación no llega al 25%, según datos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
La falta de diversidad en estos sectores limita la innovación y el crecimiento económico.

Me preocupa que algunos de estos avances puedan llegar a ser una carga para las empresas si no se gestionan adecuadamente.
Es fundamental mantener un equilibrio entre la regulación y el cambio cultural, que siempre tarda más y es más lento.
Muchas políticas de igualdad de género son simbólicas y carecen de mecanismos de seguimiento y sanción.
La implementación efectiva de estas políticas es esencial para asegurar que las normas y regulaciones no solo existan en el papel, sino que también se apliquen en la práctica.

Para abordar estos incumplimientos y aspectos insostenibles, es crucial implementar un enfoque integral que incluya el fortalecimiento de políticas y legislaciones, asegurando que las leyes de igualdad de género sean robustas y con mecanismos claros de implementación y sanción.
Promover la educación en igualdad de género desde una edad temprana y sensibilizar a todos los niveles de la sociedad sobre la importancia de la equidad es fundamental.
También es necesario crear incentivos para las empresas que demuestren avances significativos en la igualdad de género y la diversificación de su fuerza laboral, así como desarrollar políticas que apoyen la conciliación laboral y familiar, incluyendo permisos parentales equitativos y flexibilidad laboral.

Para aumentar la participación de mujeres en STEM, se deben implementar programas específicos que abarquen desde becas educativas hasta mentorías profesionales.
En resumen, abordar estos incumplimientos y crear un entorno sostenible en materia de igualdad de género requiere un compromiso continuo y un enfoque multidimensional que abarque políticas, prácticas y cultura organizacional.

No es fácil, pero tampoco es tarea imposible.
Con el esfuerzo conjunto y la determinación de todos los sectores de la sociedad, podemos lograr avances significativos hacia una verdadera igualdad de género.

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