La política es conflicto y consenso

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Los seres vivos estamos diseñados para huir del peligro.
Es normal verlo como respuesta en cualquier animal, pero también en cualquier persona.
Así como es natural relacionar la palabra conflicto con el peligro.
Por lo tanto, los seres humanos huimos del conflicto.
Esto no es ni bueno ni malo, pero tiene sus consecuencias.

La política es el arte de resolver el conflicto y generar consensos.
Esa es la importancia y esencia de tener que hacer política en nuestros hogares, nuestras colonias, nuestra ciudad o en nuestro país.
En todos estos lugares se hace política para resolver pequeños o grandes conflictos.

¿Pero entonces qué pasa cuando evadimos los conflictos o nos sentimos ajenos? Pues la respuesta lógica es que no se resuelven y esto lleva a dos vertientes.
La primera es que el conflicto desaparece por sí mismo y todo vuelve a la normalidad.
La segunda, es que naturalmente el conflicto escala y toma dimensiones más peligrosas.
Es por eso que hacer política es la vía para resolver.

El problema que tenemos actualmente es que los “políticos” están ahí no para resolver conflictos sociales sino para obtener el poder.
Y a la hora que llegan al poder, se dan cuenta que no es tan fácil asumir la coordinación de esa resolución de problemas.
Tristemente, esa imagen nos la inculcaron y ahora todas las personas creen que hacer política es solamente jugar en el mundo de los partidos políticos.

Desde afuera creemos que estando en el poder es muy sencillo tomar decisiones porque siempre habrá una opción buena y una mala, pero eso es falso.
La mayoría de las veces es tomar decisiones entre dos opciones malas o dos opciones buenas.
Pero siempre habrá beneficiados y afectados.
Éstos se convierten en grupos de presión que tratarán de estirar la liga a sus intereses lo más que puedan.
Por eso no es fácil resolver conflictos, como a veces pareciera.

Un error de nuestra sociedad ha sido voltearnos a otro lado y hacer como que los conflictos actuales no existen o que alguien más lo resolverá.
Dejar crecer la hierba mala nunca ha sido la solución y hoy nos enfrentamos con problemas mayores como el narcotráfico, la corrupción, etc.
Por muchos años se volteó para otro lado y el monstruo creció a tal grado que está sobrepasando las instituciones.

Por eso es prioritario desmitificar el servicio público y hacer política de altura.
Dejarse de bobadas de aplaudir por aplaudir o de dejar que lleguen personas no aptas a los espacios del servicio público.
Esto inicia por perder el miedo, romper los paradigmas y empezar a hacer política.
Que todas las personas en nuestros espacios hagamos política para resolver los conflictos sociales.
Empieza por ir a las reuniones de vecinos y lograr consensos, empieza por hacer reuniones con amigas y amigos para hablar de cómo podríamos acabar con los problemas que tenemos como sociedad.
Ahí empezaran a florecer los acuerdos y, por ende, la ruta a seguir.
La política está en las calles y es de la ciudadanía.
Creemos que esas pequeñas reuniones no cambiarán nada, pero no imaginas lo pequeñas que han sido las reuniones que han cambiado el mundo.

Los seres vivos estamos diseñados para huir del peligro.
Es normal verlo como respuesta en cualquier animal, pero también en cualquier persona.
Así como es natural relacionar la palabra conflicto con el peligro.
Por lo tanto, los seres humanos huimos del conflicto.
Esto no es ni bueno ni malo, pero tiene sus consecuencias.

La política es el arte de resolver el conflicto y generar consensos.
Esa es la importancia y esencia de tener que hacer política en nuestros hogares, nuestras colonias, nuestra ciudad o en nuestro país.
En todos estos lugares se hace política para resolver pequeños o grandes conflictos.

¿Pero entonces qué pasa cuando evadimos los conflictos o nos sentimos ajenos? Pues la respuesta lógica es que no se resuelven y esto lleva a dos vertientes.
La primera es que el conflicto desaparece por sí mismo y todo vuelve a la normalidad.
La segunda, es que naturalmente el conflicto escala y toma dimensiones más peligrosas.
Es por eso que hacer política es la vía para resolver.

El problema que tenemos actualmente es que los “políticos” están ahí no para resolver conflictos sociales sino para obtener el poder.
Y a la hora que llegan al poder, se dan cuenta que no es tan fácil asumir la coordinación de esa resolución de problemas.
Tristemente, esa imagen nos la inculcaron y ahora todas las personas creen que hacer política es solamente jugar en el mundo de los partidos políticos.

Desde afuera creemos que estando en el poder es muy sencillo tomar decisiones porque siempre habrá una opción buena y una mala, pero eso es falso.
La mayoría de las veces es tomar decisiones entre dos opciones malas o dos opciones buenas.
Pero siempre habrá beneficiados y afectados.
Éstos se convierten en grupos de presión que tratarán de estirar la liga a sus intereses lo más que puedan.
Por eso no es fácil resolver conflictos, como a veces pareciera.

Un error de nuestra sociedad ha sido voltearnos a otro lado y hacer como que los conflictos actuales no existen o que alguien más lo resolverá.
Dejar crecer la hierba mala nunca ha sido la solución y hoy nos enfrentamos con problemas mayores como el narcotráfico, la corrupción, etc.
Por muchos años se volteó para otro lado y el monstruo creció a tal grado que está sobrepasando las instituciones.

Por eso es prioritario desmitificar el servicio público y hacer política de altura.
Dejarse de bobadas de aplaudir por aplaudir o de dejar que lleguen personas no aptas a los espacios del servicio público.
Esto inicia por perder el miedo, romper los paradigmas y empezar a hacer política.
Que todas las personas en nuestros espacios hagamos política para resolver los conflictos sociales.
Empieza por ir a las reuniones de vecinos y lograr consensos, empieza por hacer reuniones con amigas y amigos para hablar de cómo podríamos acabar con los problemas que tenemos como sociedad.
Ahí empezaran a florecer los acuerdos y, por ende, la ruta a seguir.
La política está en las calles y es de la ciudadanía.
Creemos que esas pequeñas reuniones no cambiarán nada, pero no imaginas lo pequeñas que han sido las reuniones que han cambiado el mundo.

Osvaldo

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