La humillación infantil, una violencia “normal”

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Por: Juan Ramón Camacho Rodríguez

¿Qué es el maltrato infantil? La Organización Mundial de la Salud (OMS)*, el maltrato infantil se define como los abusos y la desatención de que son objeto las y los menores de 18 años.
La violencia infantil es una violación a los derechos humanos.

Los menores de edad sufren el maltrato físico, el abuso sexual y el abandono, como formas de violencia.
Pero también son víctimas de la violencia emocional, la cual se ha normalizado al grado de ser tolerada y justificada de diversas maneras.

La violencia emocional es una agresión u ofensa de tipo psicológico; se trata de una forma de maltratar que daña la mente de los menores de edad, dejándola en una inestabilidad interior, reduciendo su autoestima y limitando sus relaciones con los otros.

Esta violencia infantil ha sido parte del desarrollo de muchas personas, quienes en su infancia soportaron (soportan) los abusos de las personas mayores.
Muchos, en un esfuerzo de racionalización, le llaman a eso “educación”, “atención”, “formación”; es violencia, y daña.

De acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF)**, son ejemplos de violencia emocional los siguientes: “atemorizar, aterrorizar, amenazar, explotar, rechazar, aislar, ignorar, insultar, humillar o ridiculizar a un niño”.

La humillación, desde su definición, se trata tanto de una acción como de una emoción: alguien degrada y alguien siente dicha degradación o devaluación de su persona.
Es común que quien humille tenga un poder frente a quien es humillado.

Niñas y niños son los seres humanos más vulnerables y, frente a ellos, los adultos son los seres más poderosos.
La frontera del respeto a la dignidad de los menores se rompe fácilmente cuando no se sabe controlar el ejercicio del poder.

Quien humilla tiene una relación de poder con el humillado, y suele ser alguien cercano.
Señala la UNICEF que la violencia emocional contra los niños la realizan personas con un vínculo estrecho con ellos.
La humillación se sufre en casa, en la escuela, en los grupos de amigos.

Degradar al niño afectando su dignidad y sus sentimientos es algo que muchas personas consideran una relación normal.
Se ha normalizado el abuso, el daño, la violencia, racionalizándolo con un supuesto aprendizaje, con un crecimiento individual necesario en la sociedad.

El enfoque de derechos humanos nos permite evaluar nuestra relación con los niños, quienes tienen la dignidad que todos los demás tenemos como personas.
La dignidad de las personas es una dimensión ética, un principio para la igualdad en nuestra convivencia.

Los niños tienen el mismo valor humano que los adultos.
Necesitamos aprender a respetar dicho valor.
Humillar es degradar a una persona, y quien exhibe su error es quien humilla, y más a un niño.
La dignidad de los niños debe protegerse.

Por: Juan Ramón Camacho Rodríguez

¿Qué es el maltrato infantil? La Organización Mundial de la Salud (OMS)*, el maltrato infantil se define como los abusos y la desatención de que son objeto las y los menores de 18 años.
La violencia infantil es una violación a los derechos humanos.

Los menores de edad sufren el maltrato físico, el abuso sexual y el abandono, como formas de violencia.
Pero también son víctimas de la violencia emocional, la cual se ha normalizado al grado de ser tolerada y justificada de diversas maneras.

La violencia emocional es una agresión u ofensa de tipo psicológico; se trata de una forma de maltratar que daña la mente de los menores de edad, dejándola en una inestabilidad interior, reduciendo su autoestima y limitando sus relaciones con los otros.

Esta violencia infantil ha sido parte del desarrollo de muchas personas, quienes en su infancia soportaron (soportan) los abusos de las personas mayores.
Muchos, en un esfuerzo de racionalización, le llaman a eso “educación”, “atención”, “formación”; es violencia, y daña.

De acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF)**, son ejemplos de violencia emocional los siguientes: “atemorizar, aterrorizar, amenazar, explotar, rechazar, aislar, ignorar, insultar, humillar o ridiculizar a un niño”.

La humillación, desde su definición, se trata tanto de una acción como de una emoción: alguien degrada y alguien siente dicha degradación o devaluación de su persona.
Es común que quien humille tenga un poder frente a quien es humillado.

Niñas y niños son los seres humanos más vulnerables y, frente a ellos, los adultos son los seres más poderosos.
La frontera del respeto a la dignidad de los menores se rompe fácilmente cuando no se sabe controlar el ejercicio del poder.

Quien humilla tiene una relación de poder con el humillado, y suele ser alguien cercano.
Señala la UNICEF que la violencia emocional contra los niños la realizan personas con un vínculo estrecho con ellos.
La humillación se sufre en casa, en la escuela, en los grupos de amigos.

Degradar al niño afectando su dignidad y sus sentimientos es algo que muchas personas consideran una relación normal.
Se ha normalizado el abuso, el daño, la violencia, racionalizándolo con un supuesto aprendizaje, con un crecimiento individual necesario en la sociedad.

El enfoque de derechos humanos nos permite evaluar nuestra relación con los niños, quienes tienen la dignidad que todos los demás tenemos como personas.
La dignidad de las personas es una dimensión ética, un principio para la igualdad en nuestra convivencia.

Los niños tienen el mismo valor humano que los adultos.
Necesitamos aprender a respetar dicho valor.
Humillar es degradar a una persona, y quien exhibe su error es quien humilla, y más a un niño.
La dignidad de los niños debe protegerse.

Osvaldo

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