“La construcción del individuo está matizada por la fe”: Camila Villegas

La dramaturga y narradora publica ‘Lo demás es silencio’, su primera novela.

La dramaturga y narradora publica 'Lo demás es silencio', su primera novela.

Por Héctor González

Lobo Montejo es un exsacerdote jesuita que en la Sierra Tarahumara decidió reinventarse.
Colgó los hábitos para formar una familia y vivir en comunidad en un sitio resquebrajado por la violencia.

La incertidumbre y el agotamiento ante el acoso del crimen, lo motivan para que tome la justicia en sus manos y enfrente lo que sea necesario para restaurar lo que considera es “el bien”.

Motivada por la pregunta, ¿en qué creemos realmente?, la dramaturga y narradora Camila Villegas publica Lo demás es silencio (Tusquets), título a todas luces shakespereano que cuestiona los límites de la fe y de manera particular los alcances del ser humano ante la desesperación.

Hasta ahora habías sido una autora de teatro, ¿qué te lleva a la narrativa?

Debido al alcance y a la exploración de lenguaje que quería lograr, esta historia no podría haberla escrito para teatro, me parecía demasiado ambiciosa.
La estuve cavilando más de diez años, después de una estancia muy intensa con las comunidades rarámuris.

Aunque hay elementos, en los diálogos o diseño de personajes, de la dramaturgia.

Desde luego están mis orígenes, si bien el personaje es Lobo Montejo, creo que todos tienen un alma y una forma de ser.
Quería personajes redondos y con voz propia, por eso me vi obligada a poner el árbol genealógico, no quería confundirme y menos aún al lector.

La novela muestra la interiorización o normalización de la violencia en comunidades como las tarahumaras.
¿Cómo hablar de esto sin caer en apologías y sin revictimizar a los involucrados?

No quería escribir una novela sobre el narco, ni del terror que invade a muchas comunidades, quería un libro de búsqueda, de identidad individual y transformación.
Al suceder en la Sierra Tarahumara tiene un aspecto místico y mágico porque así lo dictan los paisajes, pero en particular creo que hay una historia de resistencia y construcción de identidad en un entorno complejo.

El componente místico lleva a Lobo a plantearse cuestiones tan básicas como qué es el bien y el mal, ¿por qué te interesaban estos cuestionamientos?

Quería indagar en la construcción de identidades y Lobo es el vehículo para hacerlo.
Recordemos que es un jesuita que llega a un lugar con una cosmovisión muy distinta y ajena pero que confronta su forma de ser, su fe e ideología, al punto que deja los hábitos y se empieza a reencontrar a la par de que conoce a los otros personajes.

La fe es uno de los temas más arraigados del libro, ¿qué importancia tiene para ti?

La fe es una parte importante del individuo, nos definimos en tres dimensiones: la ideología, la espiritual y la carnalidad.
Poner en entredicho a la fe o la concepción que tenemos de Dios, implica cuestionar nuestras creencias.
La construcción del individuo y de las comunidades está matizada por esa fe o espiritualidad.

Como país o sociedad vivimos un momento que pone a prueba muchas de las creencias, ¿en ese sentido querías que Lobo fuera una metáfora de esto?

Sin duda, una de las preguntas más importantes del libro y que no logro responder, es ¿en qué creemos ahora? Me parece que este es el cuestionamiento que mueve a Montejo Lobo.

¿Hacia qué tipo de respuesta de desplazaste durante la escritura?

La pregunta es demasiado grande como para darle una respuesta, más bien fui descubriendo que la contestamos de manera cotidiana y ante situaciones diarias que parecen banales, pero que en realidad son las que construyen y responden a la pregunta.

¿Qué elementos encontraste en la narrativa que no te daba la dramaturgia?

La narrativa me permite sobre todo un trabajo a nivel lenguaje, necesitaba que la voz del narrador nos ubicara en esta cosmovisión y espacio, además me ayudó a crear metáforas, algo más difícil de conseguir en el teatro.

¿Qué extrañaste del teatro al hacer novela?

Cuando escribo una obra de teatro tengo la obligación a priori de conocer el final.
Mientras escribía la novela, sobre todo durante los últimos capítulos, extrañé saber cómo y dónde tenía que acabar.

El título de la novela alude a Shakespeare y a Tito Monterroso, ¿no te preocupaba eso?

Soy hija del teatro y el cuento, en ese sentido quería homenajear a estos grandes autores.
Cuando empecé a escribir y a enamorarme de la literatura, Monterroso fue fundamental.
En teatro no hay más allá de Shakespeare y justo las últimas palabras de Hamlet son: lo demás es silencio.
Sin embargo, y más allá de eso, cuando terminé la novela descubrí que el título caía muy bien porque ya no podía decir más sobre la historia.

 

 

 

 

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