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Por Agustín Pérez Reynoso
No confundamos la indolencia pacífica con seguridad, sobre todo, si cualquier clase de propiedad excita la avidez de un poder indigente.
Nosotros, como ciudadanos, no podemos caer en la clase de inocencia que aprecia como inútil cualquier esfuerzo para evitar que cualquier poder arbitrario nos haga creer incapaces de poseer riqueza, propiedades, derechos o deberes.
Estas peligrosas tendencias son observadas, especialmente, en limitar o ignorar las facultades del Instituto Nacional Electoral (INE), que pueden llegar a ser el principio de mayores calamidades para nuestro país.
¿Puede ser más profético? Algunos rayos de verdad y previsión, como la agresión a inversionistas (Ferrosur), investigadores, asociaciones civiles, clases medias, etc.
, vienen a mostrar, cual lejana aparición, el espectro del autoritarismo de partido.
El presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) no descuida en sacar ventaja de estos precedentes para eliminar bajo la falacia de una falsa equivalencia las instituciones que son un contrapeso del poder presidencial sólo porque algunos personajes que son acusados, pero no juzgados, han actuado con apariencia de deshonestidad.
Someter a discusión la solvencia moral de la Suprema Corte de Justicia, Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) o la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), abre abismos cuyos efectos no vemos.
El resultado será contradictorio como en Cuba: los votantes reciben dinero de AMLO, pero ya no votan: “…¿por qué se ha producido una reacción en el pueblo contra las elecciones?” –Discurso de Fidel Castro en el Primer Aniversario de la Huelga del 9 abril 1959- “[los gobiernos] sacan el dinero a la calle a sobornar al ciudadano…añoran… la compradera de votos”.
La diferencia es que lo que valida la compra de votos es que quien ofrece el dinero está del lado correcto de la historia, pero el objetivo es el mismo, según Castro: evitar las elecciones libres para no correr el riesgo de “castrar a la Revolución; [de] moderar las leyes revolucionarias para cada vez que pasara por allí una ley…, llegara al final convertida en una ley inofensiva”.
Al comunismo le interesa más convertir todos los males del mundo en económicos con lo que evitan a sus víctimas la necesidad de una mejora moral.
Hacen responsables del mal a los demás en vez de a uno mismo.
La izquierda cree que la naturaleza puede ser reconstruida, tomando a la humanidad como sería si no fuera lo que es, tomando por realidades esas suposiciones del pensamiento a despecho del sentido común y la experiencia.
La falacia de los movimientos revolucionarios es que tienden a anular el valor de las vidas, persiguiendo o asesinando el carácter de las personas a cambio de promesas falsas y esperanzas ilusorias.
En cualquier época de la historia la política que se antepone a los derechos básicos de las personas, la inquietud social será su principal consecuencia.
Administrador financiero
agusperezr@hotmail.
com
Por Agustín Pérez Reynoso
No confundamos la indolencia pacífica con seguridad, sobre todo, si cualquier clase de propiedad excita la avidez de un poder indigente.
Nosotros, como ciudadanos, no podemos caer en la clase de inocencia que aprecia como inútil cualquier esfuerzo para evitar que cualquier poder arbitrario nos haga creer incapaces de poseer riqueza, propiedades, derechos o deberes.
Estas peligrosas tendencias son observadas, especialmente, en limitar o ignorar las facultades del Instituto Nacional Electoral (INE), que pueden llegar a ser el principio de mayores calamidades para nuestro país.
¿Puede ser más profético? Algunos rayos de verdad y previsión, como la agresión a inversionistas (Ferrosur), investigadores, asociaciones civiles, clases medias, etc.
, vienen a mostrar, cual lejana aparición, el espectro del autoritarismo de partido.
El presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) no descuida en sacar ventaja de estos precedentes para eliminar bajo la falacia de una falsa equivalencia las instituciones que son un contrapeso del poder presidencial sólo porque algunos personajes que son acusados, pero no juzgados, han actuado con apariencia de deshonestidad.
Someter a discusión la solvencia moral de la Suprema Corte de Justicia, Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) o la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), abre abismos cuyos efectos no vemos.
El resultado será contradictorio como en Cuba: los votantes reciben dinero de AMLO, pero ya no votan: “…¿por qué se ha producido una reacción en el pueblo contra las elecciones?” –Discurso de Fidel Castro en el Primer Aniversario de la Huelga del 9 abril 1959- “[los gobiernos] sacan el dinero a la calle a sobornar al ciudadano…añoran… la compradera de votos”.
La diferencia es que lo que valida la compra de votos es que quien ofrece el dinero está del lado correcto de la historia, pero el objetivo es el mismo, según Castro: evitar las elecciones libres para no correr el riesgo de “castrar a la Revolución; [de] moderar las leyes revolucionarias para cada vez que pasara por allí una ley…, llegara al final convertida en una ley inofensiva”.
Al comunismo le interesa más convertir todos los males del mundo en económicos con lo que evitan a sus víctimas la necesidad de una mejora moral.
Hacen responsables del mal a los demás en vez de a uno mismo.
La izquierda cree que la naturaleza puede ser reconstruida, tomando a la humanidad como sería si no fuera lo que es, tomando por realidades esas suposiciones del pensamiento a despecho del sentido común y la experiencia.
La falacia de los movimientos revolucionarios es que tienden a anular el valor de las vidas, persiguiendo o asesinando el carácter de las personas a cambio de promesas falsas y esperanzas ilusorias.
En cualquier época de la historia la política que se antepone a los derechos básicos de las personas, la inquietud social será su principal consecuencia.
Administrador financiero
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