Indígenas comanches, indómitos habitantes del norte de Chihuahua

En el norte de México, los comanches se constituyeron como una etnia fuertemente integrada, que desafió todos los intentos por someterlos

Durante la época del virreinato y ocupación europea en México, las áridas tierras del norte fueron escenario de múltiples conflictos entre los nómadas indígenas y los conquistadores, que se aventuraban en territorio de los nativos.
Uno de esos pueblos fue el de los indígenas comanches, etnia que habitó en una porción de lo que hoy es el estado de Chihuahua.

De acuerdo al libro “La frontera étnica en el noroeste de México.
Los comanches entre 1800-1841”, del historiador Cuauhtémoc Velasco Ávila, adscrito al Instituto Nacional de Antropología e Historia, (INAH), el encuentro entre nativos y europeos en la región se extendió por más de tres siglos, dando lugar a sangrientas batallas que asolaron a los pobladores de la frontera.

Según el autor, la palabra comanche es un término aplicado a las tribus amerindias que habitaron Texas, Nuevo México y el norte de Chihuahua, cuyo significado es “enemigo”.
Sus orígenes datan del siglo XVII, en el estado americano de Utah.

En su libro, el historiador Cuauhtémoc Velasco expone lo siguiente; “Estaban organizados en rancherías integradas por cerca de 200 tiendas, con una población de alrededor de 600 habitantes y hasta 200 caballos, mediante los cuales, se medía la riqueza de un clan”.

Posterior a la llegada de los primeros colonizadores, los comanches adoptaron la domesticación del caballo, volviéndose expertos jinetes.
Los comanches también se incorporaron al comercio de esclavos que se desarrollaba con los virreinatos españoles.

A principios del siglo XVIII, los comanches provenientes del norte, llegaron a las planicies de lo que hoy es Texas, desplazando a otras tribus de la región como los apaches y lipanes.
Debido a ello, nació una de sus prácticas más destacadas, la de raptar personas para incorporarlas a su pueblo.

Entre los comanches, se volvió práctica común el secuestro de mujeres y niños, a los que adoctrinaban y asimilaban para que fueran parte de su comunidad, independientemente de su grupo étnico.
Un ejemplo famoso es el de Cynthia Ann Parker, raptada en Texas a los 10 años de edad, que más tarde se volvió parte de la tribu Quahadi, y fue madre de uno de sus grandes líderes.

Así mismo, gracias a sus habilidades como guerreros y jinetes, los comanches mantuvieron un dominio en Texas y el norte de México, por medio de ataques y partidas de guerra, además de saqueos constantes a los asentamientos españoles.
Poco a poco, los comanches se fueron adentrando más al sur, llegando hasta los territorios de Coahuila, Tamaulipas y Nuevo León.

Chihuahua, Durango, San Luis Potosí, e inclusive, regiones más al sur como Querétaro, registraron incursiones indígenas que quedaron por siempre grabadas en la memoria local, donde se hablaba de “ataques de indios bárbaros” o “chichimecas”.
En el caso de Chihuahua fueron tantos los ataques, que en el año 1835, se ofrecía una recompensa de 100 pesos por cada cuero cabelludo de un indígena "hostil".

La tribu comanche estaba basada en familias patrilineales, las cuales, a su vez, formaban un grupo extendido basado en el parentesco.
Un conjunto de familias comanche formaba una ranchería, que, en conjunto con otras comunidades, daba lugar a una banda regional.

Se alimentaban de carne de bisonte, secada al sol, así como de “pemmikan”, una masa de carne seca con bayas disecadas que les otorgaba la energía necesaria para sus incursiones, ya que era rica en calorías.

Las mujeres de la tribu confeccionaban trajes de cuero ablandado con una excelente calidad, además de vestimentas ceremoniales, que estaban ricamente decoradas con bordados.
Los varones, en cambio, eran entrenados desde muy pequeños para la lucha; al principio como parte de sus juegos, pero conforme iban creciendo, aprendían las artes de la guerra.

Los matrimonios eran monógamos, casi siempre arreglados por las familias de los novios, y los parientes de mayor edad, desempeñaban un papel fundamental en la educación de los más pequeños.

En cuanto a sus creencias, los comanches poseían una religión compleja y única, que incorporaba creencias animistas, además, fueron de los primeros pueblos que consumieron el peyote; no obstante, tras la llegada de los europeos, incorporaron elementos del cristianismo en su propia mitología.

Debido a que fueron considerados como un peligro para el resto de la sociedad, en la década de 1860, el gobierno de Estados Unidos trató de reubicar a las tribus comanches en reservas.
Fue así que, tras décadas de sanguinarios encuentros, los indígenas comanches liderados por el jefe Quannah Parker, firmaron la paz con el ejército americano.

A partir de ahí, los comanches fueron reubicados a la reserva de Fort Sill, en Oklahoma, donde la mayoría de ellos aún viven hasta nuestros días.

Durante la época del virreinato y ocupación europea en México, las áridas tierras del norte fueron escenario de múltiples conflictos entre los nómadas indígenas y los conquistadores, que se aventuraban en territorio de los nativos.
Uno de esos pueblos fue el de los indígenas comanches, etnia que habitó en una porción de lo que hoy es el estado de Chihuahua.

De acuerdo al libro “La frontera étnica en el noroeste de México.
Los comanches entre 1800-1841”, del historiador Cuauhtémoc Velasco Ávila, adscrito al Instituto Nacional de Antropología e Historia, (INAH), el encuentro entre nativos y europeos en la región se extendió por más de tres siglos, dando lugar a sangrientas batallas que asolaron a los pobladores de la frontera.

Según el autor, la palabra comanche es un término aplicado a las tribus amerindias que habitaron Texas, Nuevo México y el norte de Chihuahua, cuyo significado es “enemigo”.
Sus orígenes datan del siglo XVII, en el estado americano de Utah.

En su libro, el historiador Cuauhtémoc Velasco expone lo siguiente; “Estaban organizados en rancherías integradas por cerca de 200 tiendas, con una población de alrededor de 600 habitantes y hasta 200 caballos, mediante los cuales, se medía la riqueza de un clan”.

Posterior a la llegada de los primeros colonizadores, los comanches adoptaron la domesticación del caballo, volviéndose expertos jinetes.
Los comanches también se incorporaron al comercio de esclavos que se desarrollaba con los virreinatos españoles.

A principios del siglo XVIII, los comanches provenientes del norte, llegaron a las planicies de lo que hoy es Texas, desplazando a otras tribus de la región como los apaches y lipanes.
Debido a ello, nació una de sus prácticas más destacadas, la de raptar personas para incorporarlas a su pueblo.

Entre los comanches, se volvió práctica común el secuestro de mujeres y niños, a los que adoctrinaban y asimilaban para que fueran parte de su comunidad, independientemente de su grupo étnico.
Un ejemplo famoso es el de Cynthia Ann Parker, raptada en Texas a los 10 años de edad, que más tarde se volvió parte de la tribu Quahadi, y fue madre de uno de sus grandes líderes.

Así mismo, gracias a sus habilidades como guerreros y jinetes, los comanches mantuvieron un dominio en Texas y el norte de México, por medio de ataques y partidas de guerra, además de saqueos constantes a los asentamientos españoles.
Poco a poco, los comanches se fueron adentrando más al sur, llegando hasta los territorios de Coahuila, Tamaulipas y Nuevo León.

Chihuahua, Durango, San Luis Potosí, e inclusive, regiones más al sur como Querétaro, registraron incursiones indígenas que quedaron por siempre grabadas en la memoria local, donde se hablaba de “ataques de indios bárbaros” o “chichimecas”.
En el caso de Chihuahua fueron tantos los ataques, que en el año 1835, se ofrecía una recompensa de 100 pesos por cada cuero cabelludo de un indígena "hostil".

La tribu comanche estaba basada en familias patrilineales, las cuales, a su vez, formaban un grupo extendido basado en el parentesco.
Un conjunto de familias comanche formaba una ranchería, que, en conjunto con otras comunidades, daba lugar a una banda regional.

Se alimentaban de carne de bisonte, secada al sol, así como de “pemmikan”, una masa de carne seca con bayas disecadas que les otorgaba la energía necesaria para sus incursiones, ya que era rica en calorías.

Las mujeres de la tribu confeccionaban trajes de cuero ablandado con una excelente calidad, además de vestimentas ceremoniales, que estaban ricamente decoradas con bordados.
Los varones, en cambio, eran entrenados desde muy pequeños para la lucha; al principio como parte de sus juegos, pero conforme iban creciendo, aprendían las artes de la guerra.

Los matrimonios eran monógamos, casi siempre arreglados por las familias de los novios, y los parientes de mayor edad, desempeñaban un papel fundamental en la educación de los más pequeños.

En cuanto a sus creencias, los comanches poseían una religión compleja y única, que incorporaba creencias animistas, además, fueron de los primeros pueblos que consumieron el peyote; no obstante, tras la llegada de los europeos, incorporaron elementos del cristianismo en su propia mitología.

Debido a que fueron considerados como un peligro para el resto de la sociedad, en la década de 1860, el gobierno de Estados Unidos trató de reubicar a las tribus comanches en reservas.
Fue así que, tras décadas de sanguinarios encuentros, los indígenas comanches liderados por el jefe Quannah Parker, firmaron la paz con el ejército americano.

A partir de ahí, los comanches fueron reubicados a la reserva de Fort Sill, en Oklahoma, donde la mayoría de ellos aún viven hasta nuestros días.

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