In memoriam | Nacho Solares, el gran polígrafo de la espiritualidad 

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A nuestra muy querida y admirada Myrna Ortega

Si bien ya tenía destinado para este número un texto por el centenario del natalicio del gran pintor alemán/británico Lucian Freud, no pude dejar de escribir a vuelo pájaro este otro al enterarme de la muy sensible pérdida de nuestro muy notable polígrafo chihuahuense Ignacio Solares (Ciudad Juárez, 1945-Ciudad de México, 2023).
Aunque ya estaba delicado desde hace un tiempo, y su inmensa fortaleza lo había levantado de una caída terrible que lo había llevado a una cirugía complicada, con el siempre férreo y no menos sorprendente apoyo de su compañera de vida Myrna Ortega, lo cierto es que no deja de ser todas las veces sorpresiva la muerte de un ser entrañable.

Siendo paradójica y sorpresiva la existencia, como él fervientemente lo creía, porque en su magnífica y variada obra suelen habitar esas fuerzas extrañas y contradictorias, inexplicables desde una perspectiva racional, ya había mandado mi colaboración sobre el nieto de Sigmund Freud (Freud y Jung son personajes y tema de una de sus obras de teatro y de uno de sus libros, Freud o Jung: La moneda en el aire y Cartas a una joven psicóloga), y en su lugar fue este sobre mi querido Nacho, como solía decirle cuando hablábamos o nos veíamos.

Conocí a Nacho Solares a finales de la década de los ochenta, y nuestra relación se fue haciendo más estrecha cuando dirigía el suplemento La Cultura en México en Siempre!, donde éramos colegas y cuando allí él y su colaborador el gran periodista Pepe Gordon apoyaron generosamente mi propuesta para dedicarle un número especial a don Rafael Solana, que había sido pluma fundadora en este semanario.
Todavía se intensificó más cuando con sus paisanos y mis no menos entrañables Víctor Hugo Rascón Banda y Benjamín Domínguez me recomendaron con nuestro querido Arturo Rico Bovio para acompañarlo en su gestión al frente del Instituto Chihuahuense de la Cultura.

Aunque soy chihuahuense por adopción y allí pasé casi una década en dos periodos distintos, desde entonces Nacho me trató como su coetáneo, y sus muestras de cariño y de generosidad fueron constantes cuando iba a su tierra y me pedía colaboraciones ex profeso para la Revista de La Universidad de México que en su gestión tuvo su mejor época.
¡En paz descanse!

Mucho he escrito y seguiré escribiendo sobre la siempre sorprendente obra narrativa de Nacho, donde la historia y las extrañas fuerzas de lo paranormal tensan revisiones exhaustivas de diferentes momentos y personajes sobre todo del México revolucionario.
O de su vital teatro donde igualmente están presentes otros temas universales como el amor y el erotismo, la vida como continuo proceso de búsqueda y la muerte como destino y estadio de salvación, el sino y la revelación, la disquisición filosófica y la fe.
O de su no menos inteligente ensayística, donde el hombre culto y el gran lector diserta magistralmente sobre diversos asuntos, personajes y obras de la literatura como universo inagotable de encuentros y hallazgos, porque como maestro y promotor cultural no menos prominente dejó una obra invaluable en algunos de los suplementos más importantes del país.
No fui su alumno en la UNAM, nuestra alma mater, pero lo fui en el más largo, sinuoso y revelador curso de la vida, con todo lo que ello implica.

A nuestra muy querida y admirada Myrna Ortega

Si bien ya tenía destinado para este número un texto por el centenario del natalicio del gran pintor alemán/británico Lucian Freud, no pude dejar de escribir a vuelo pájaro este otro al enterarme de la muy sensible pérdida de nuestro muy notable polígrafo chihuahuense Ignacio Solares (Ciudad Juárez, 1945-Ciudad de México, 2023).
Aunque ya estaba delicado desde hace un tiempo, y su inmensa fortaleza lo había levantado de una caída terrible que lo había llevado a una cirugía complicada, con el siempre férreo y no menos sorprendente apoyo de su compañera de vida Myrna Ortega, lo cierto es que no deja de ser todas las veces sorpresiva la muerte de un ser entrañable.

Siendo paradójica y sorpresiva la existencia, como él fervientemente lo creía, porque en su magnífica y variada obra suelen habitar esas fuerzas extrañas y contradictorias, inexplicables desde una perspectiva racional, ya había mandado mi colaboración sobre el nieto de Sigmund Freud (Freud y Jung son personajes y tema de una de sus obras de teatro y de uno de sus libros, Freud o Jung: La moneda en el aire y Cartas a una joven psicóloga), y en su lugar fue este sobre mi querido Nacho, como solía decirle cuando hablábamos o nos veíamos.

Conocí a Nacho Solares a finales de la década de los ochenta, y nuestra relación se fue haciendo más estrecha cuando dirigía el suplemento La Cultura en México en Siempre!, donde éramos colegas y cuando allí él y su colaborador el gran periodista Pepe Gordon apoyaron generosamente mi propuesta para dedicarle un número especial a don Rafael Solana, que había sido pluma fundadora en este semanario.
Todavía se intensificó más cuando con sus paisanos y mis no menos entrañables Víctor Hugo Rascón Banda y Benjamín Domínguez me recomendaron con nuestro querido Arturo Rico Bovio para acompañarlo en su gestión al frente del Instituto Chihuahuense de la Cultura.

Aunque soy chihuahuense por adopción y allí pasé casi una década en dos periodos distintos, desde entonces Nacho me trató como su coetáneo, y sus muestras de cariño y de generosidad fueron constantes cuando iba a su tierra y me pedía colaboraciones ex profeso para la Revista de La Universidad de México que en su gestión tuvo su mejor época.
¡En paz descanse!

Mucho he escrito y seguiré escribiendo sobre la siempre sorprendente obra narrativa de Nacho, donde la historia y las extrañas fuerzas de lo paranormal tensan revisiones exhaustivas de diferentes momentos y personajes sobre todo del México revolucionario.
O de su vital teatro donde igualmente están presentes otros temas universales como el amor y el erotismo, la vida como continuo proceso de búsqueda y la muerte como destino y estadio de salvación, el sino y la revelación, la disquisición filosófica y la fe.
O de su no menos inteligente ensayística, donde el hombre culto y el gran lector diserta magistralmente sobre diversos asuntos, personajes y obras de la literatura como universo inagotable de encuentros y hallazgos, porque como maestro y promotor cultural no menos prominente dejó una obra invaluable en algunos de los suplementos más importantes del país.
No fui su alumno en la UNAM, nuestra alma mater, pero lo fui en el más largo, sinuoso y revelador curso de la vida, con todo lo que ello implica.

Osvaldo

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sáb Ago 26 , 2023
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