Hablar y hablar

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¿De qué hablamos? ¿Cuáles son los temas más recurrentes que tocamos?

Definitivamente un tema que es muy común es hablar de los demás, es como si hablando de ellos nos olvidáramos de eso que no queremos aceptar de nosotros, poner el juicio en lo que hacen los demás para redimirnos y pensar que somos y hacemos cosas mejores que ellos.

¡El juicio, el famoso juicio! Juzgar con esa letanía que nos eleva sobre los mensos, los malos, los ignorantes, los corruptos, los nacos, los mentirosos, los ineptos, los feos etc.

Últimamente he escuchado de sabios la propuesta de no juzgar y adentrándome al tema, percibo con más claridad mis juicios y al estar juzgando veo claramente que lo que juzgo está en mí de alguna manera.
Si juzgo a un mentiroso y soy honesta conmigo misma, veo que de alguna manera la mentira también está conmigo y que la utilizo inclusive para mentirme a mí misma.
Veo la mentira del otro como algo imperdonable pero las mías muchas veces las justifico como necesarias e inofensivas ¡Pero a final de cuentas son mentiras! Y podremos preguntarnos ¿Quién dice la verdad siempre? Y la respuesta es NADIE, porque ninguno tenemos la verdad absoluta ¿O sí?

Respecto a lo que vamos a decir se recomienda hacerse las siguientes preguntas antes de hablar para ver si vale la pena proseguir: ¿Te consta que es verdad? ¿Es algo bueno, agradable? ¿Es necesario que lo digas? ¿Vas a generar un bien al decirlo? Y después de estas preguntas te aseguro que tu decir se reducirá para el bien propio y común.

La opinión es un decir que nos define, pero ¿Desde que perspectiva opinamos? ¿Queremos convencer a los demás o simplemente la manifestamos para compartir?

He estado presente en pláticas que se tornan tensas porque dos quieren convencer al otro de una idea ¿Cuánto tiempo perdemos en querer que el otro piense como nosotros? ¿Para qué? ¿Nos podremos contentar con expresarnos y dejar que el otro piense diferente o estamos en una cruzada de “perfeccionar” a los demás? ¿No es el ejemplo lo que arrastra y muchas veces sin ninguna palabra inspira?

Cuando frenamos la lengua, pensamos y cuando pensamos podemos definir mejor lo que vale la pena decir y lo que es mejor callar.

ROBERTS CORTAZAR B.

¿De qué hablamos? ¿Cuáles son los temas más recurrentes que tocamos?

Definitivamente un tema que es muy común es hablar de los demás, es como si hablando de ellos nos olvidáramos de eso que no queremos aceptar de nosotros, poner el juicio en lo que hacen los demás para redimirnos y pensar que somos y hacemos cosas mejores que ellos.

¡El juicio, el famoso juicio! Juzgar con esa letanía que nos eleva sobre los mensos, los malos, los ignorantes, los corruptos, los nacos, los mentirosos, los ineptos, los feos etc.

Últimamente he escuchado de sabios la propuesta de no juzgar y adentrándome al tema, percibo con más claridad mis juicios y al estar juzgando veo claramente que lo que juzgo está en mí de alguna manera.
Si juzgo a un mentiroso y soy honesta conmigo misma, veo que de alguna manera la mentira también está conmigo y que la utilizo inclusive para mentirme a mí misma.
Veo la mentira del otro como algo imperdonable pero las mías muchas veces las justifico como necesarias e inofensivas ¡Pero a final de cuentas son mentiras! Y podremos preguntarnos ¿Quién dice la verdad siempre? Y la respuesta es NADIE, porque ninguno tenemos la verdad absoluta ¿O sí?

Respecto a lo que vamos a decir se recomienda hacerse las siguientes preguntas antes de hablar para ver si vale la pena proseguir: ¿Te consta que es verdad? ¿Es algo bueno, agradable? ¿Es necesario que lo digas? ¿Vas a generar un bien al decirlo? Y después de estas preguntas te aseguro que tu decir se reducirá para el bien propio y común.

La opinión es un decir que nos define, pero ¿Desde que perspectiva opinamos? ¿Queremos convencer a los demás o simplemente la manifestamos para compartir?

He estado presente en pláticas que se tornan tensas porque dos quieren convencer al otro de una idea ¿Cuánto tiempo perdemos en querer que el otro piense como nosotros? ¿Para qué? ¿Nos podremos contentar con expresarnos y dejar que el otro piense diferente o estamos en una cruzada de “perfeccionar” a los demás? ¿No es el ejemplo lo que arrastra y muchas veces sin ninguna palabra inspira?

Cuando frenamos la lengua, pensamos y cuando pensamos podemos definir mejor lo que vale la pena decir y lo que es mejor callar.

ROBERTS CORTAZAR B.

Osvaldo

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jue Jun 20 , 2024
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