Florian Zeller otra vez en el cine: Después de El padre, El hijo

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Por: Mario Saavedra

El dramaturgo francés vivo más representado dentro y fuera de su país, Florian Zeller saltó a la fama internacional cuando en 2020 él mismo adaptó y dirigió en inglés su triunfal pieza El padre, que protagonizaron nada más y nada menos Anthony Hopkins y Olivia Colman.
Presente en importantes certámenes, tuvo seis nominaciones al Oscar, entre otras la de Mejor Actor para Hopkins y la de Mejor Adaptación para el propio Zeller (junto con el inglés Christopher Hampton) que ganó.

En su adaptación, el padre vive solo en su apartamento de Londres y rechaza con malos modos a todos los enfermeros que su hija Anne le manda.
Ella ha tomado la decisión de irse a vivir a París con un hombre que según él acaba de conocer; ¿pero quién es este extraño con el que de pronto se encuentra en su sala y que afirma haber estado casado con ella durante más de diez años? Muy mayor y enfermo, con notable pérdida de la memoria en que lo ha sumido un muy avanzado Alzheimer, el personaje de Zeller se encuentra atrapado en un laberinto de preguntas sin respuesta, en ese triste callejón sin salida al cual conduce la vejez cuando ya ese alguien no puede valerse por sí solo y la tragedia de la muerte suele también trocarse paradójicamente en una triste válvula de escape.
La actuación de Hopkins es soberbia, pletórica de matices, y si bien Colman (dos años atrás Oscar a la Mejor Actriz por su memorable interpretación de Ana de Gran Bretaña en La favorita, del griego Yorgos Lanthimos) no logra estar a esa altura, sin embargo tiene con él momentos de enormes esplendor y plenitud actorales, de auténtica cátedra histriónica a dos voces.

Si bien con el otro título de la trilogía El hijo no alcanzó Zeller lo hecho con su obra maestra, se estrenó en Londres en 2019 y recibió una crítica también excepcional, escalando a otros treinta países más.
También adaptada y dirigida por su autor en una no menos ambiciosa coproducción galo-británica protagonizada por Hugh Jackman, Laura Dern, Vanessa Kirby y el joven Zen McGrath (el mismo Hopkins accedió a tener aquí una pequeña pero no menos sobresaliente pequeña parte), cuenta la historia de un cincuentón cuya vida agitada se altera aun más cuando intenta ayudar sin suerte a su problemático y enfermo hijo mayor.
Es indudable que ni la adaptación ni incluso la dirección alcanzan la intensa belleza de El padre, y sin embargo logra tocar fibras sensibles y ahondar en el siempre complejo tema del suicidio y sus posibles causas detonantes dentro y fuera de quien renuncia a la vida por mano propia, porque en la condición del suicida cierto pareciera no existir escapatoria posible.

Con momentos de gran licidez, en este segundo título cinematográfico del sobre todo dramaturgo francés quizá lo mejor se halle en el trabajo sobresaliente de los tres protagónicos adultos, Jackman, Derm y Kirby ––y por supuesto la citada pequeña parte del casi siempre magistral primer actor inglés––, quienes consiguen salvar un todo en el que a lo mejor se hubieran logrado mejores dividendos si Zeller hubiera aceptado ponerlo en otras manos.
Otro elemento aquí a favor es la gran partitura del muy talentoso, creativo y premiado compositor alemán Hans Zimmer.
Claro que vale la pena verse.

Por: Mario Saavedra

El dramaturgo francés vivo más representado dentro y fuera de su país, Florian Zeller saltó a la fama internacional cuando en 2020 él mismo adaptó y dirigió en inglés su triunfal pieza El padre, que protagonizaron nada más y nada menos Anthony Hopkins y Olivia Colman.
Presente en importantes certámenes, tuvo seis nominaciones al Oscar, entre otras la de Mejor Actor para Hopkins y la de Mejor Adaptación para el propio Zeller (junto con el inglés Christopher Hampton) que ganó.

En su adaptación, el padre vive solo en su apartamento de Londres y rechaza con malos modos a todos los enfermeros que su hija Anne le manda.
Ella ha tomado la decisión de irse a vivir a París con un hombre que según él acaba de conocer; ¿pero quién es este extraño con el que de pronto se encuentra en su sala y que afirma haber estado casado con ella durante más de diez años? Muy mayor y enfermo, con notable pérdida de la memoria en que lo ha sumido un muy avanzado Alzheimer, el personaje de Zeller se encuentra atrapado en un laberinto de preguntas sin respuesta, en ese triste callejón sin salida al cual conduce la vejez cuando ya ese alguien no puede valerse por sí solo y la tragedia de la muerte suele también trocarse paradójicamente en una triste válvula de escape.
La actuación de Hopkins es soberbia, pletórica de matices, y si bien Colman (dos años atrás Oscar a la Mejor Actriz por su memorable interpretación de Ana de Gran Bretaña en La favorita, del griego Yorgos Lanthimos) no logra estar a esa altura, sin embargo tiene con él momentos de enormes esplendor y plenitud actorales, de auténtica cátedra histriónica a dos voces.

Si bien con el otro título de la trilogía El hijo no alcanzó Zeller lo hecho con su obra maestra, se estrenó en Londres en 2019 y recibió una crítica también excepcional, escalando a otros treinta países más.
También adaptada y dirigida por su autor en una no menos ambiciosa coproducción galo-británica protagonizada por Hugh Jackman, Laura Dern, Vanessa Kirby y el joven Zen McGrath (el mismo Hopkins accedió a tener aquí una pequeña pero no menos sobresaliente pequeña parte), cuenta la historia de un cincuentón cuya vida agitada se altera aun más cuando intenta ayudar sin suerte a su problemático y enfermo hijo mayor.
Es indudable que ni la adaptación ni incluso la dirección alcanzan la intensa belleza de El padre, y sin embargo logra tocar fibras sensibles y ahondar en el siempre complejo tema del suicidio y sus posibles causas detonantes dentro y fuera de quien renuncia a la vida por mano propia, porque en la condición del suicida cierto pareciera no existir escapatoria posible.

Con momentos de gran licidez, en este segundo título cinematográfico del sobre todo dramaturgo francés quizá lo mejor se halle en el trabajo sobresaliente de los tres protagónicos adultos, Jackman, Derm y Kirby ––y por supuesto la citada pequeña parte del casi siempre magistral primer actor inglés––, quienes consiguen salvar un todo en el que a lo mejor se hubieran logrado mejores dividendos si Zeller hubiera aceptado ponerlo en otras manos.
Otro elemento aquí a favor es la gran partitura del muy talentoso, creativo y premiado compositor alemán Hans Zimmer.
Claro que vale la pena verse.

Osvaldo

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