Está Juárez reencontrando la senda de su desarrollo

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Primera de dos partes

Aunque la historia de Juárez, como la de todas las ciudades de la frontera norte, está asociada a la idea de un crecimiento muy acelerado en cuanto a su población, su territorio y desde luego de su economía, en los últimos años muchas cosas han cambiado de forma que si examinamos con cuidado el curso de la ciudad, en los años que lleva este primer siglo del tercer milenio nos daremos cuenta que su expansión, sobre todo en el aspecto económico y poblacional, ha sido mucho más lento que lo que se esperaba a fines de los noventa.

En ese tiempo las proyecciones de crecimiento que respaldaban los planes de desarrollo, anticipaban que Juárez alcanzaría en la “década del 2020” una población superior a los tres millones de personas; pero contra los esperado eso no ocurrió por al menos cuatro grandes factores.

El primero y, acaso el más determinante, fue que en estos últimos 25 años la ciudad vivió al menos tres grandes momentos de estancamiento en los que las oportunidades de hacer negocios se redujeron drásticamente.
El primer periodo recesivo derivó de la “caída de las Torres Gemelas” y de una fuga de capitales norteamericanos hacia el Oriente y en especial hacia China.
El segundo momento de estancamiento sobrevino con la crisis de las hipotecas en Estados Unidos a fines de 2008; y un tercer periodo, que ya estamos a punto de superar, se presentó vinculado a la pandemia del Covid, y recientemente a la guerra de Ucrania.

Segundo, a este factor enteramente material se sumó a principios de 2007 la ola de violencia, causada por una política de seguridad absolutamente fallida que no hizo sino dificultar el crecimiento de la ciudad.

Tercero, en este marco hubo otro factor, menos conocido que también contribuyó a limitar el atractivo de la ciudad.
Esta circunstancia está asociada a la baja disponibilidad de mano de obra para continuar con la expansión acelerada de la Industria Manufacturera de Exportación (Immex) que había caracterizado a la ciudad durante el último tercio del siglo XX.

En efecto, aunque pocos analistas lo han registrado desde fines del siglo pasado, las fuentes que durante más de un siglo habían alimentado el crecimiento demográfico y por esta vía el de la oferta de trabajo de esta ciudad empezaron a agotarse.

Debido a los controles de la fecundidad la reproducción natural de la fuerza de trabajo se redujo abruptamente; a lo que se sumó que los migrantes salidos de la región que siempre habían alimentado la expansión de la antigua Paso del Norte, disminuyeron su volumen, simplemente porque, tanto los grandes como los pueblos pequeños se vaciaron y algunos prácticamente desaparecieron, lo que también afectó a muchas de las pequeñas y medianas ciudades de los estados de Chihuahua, Coahuila, Durango y Zacatecas.

Esta situación fue compensada parcialmente durante los noventa con el arribo de miles de familias procedentes del sureste, pero este flujo disminuyó al presentarse la crisis de “Las Torres”, los problemas de inseguridad y los desplazamientos de capitales hacia otros destinos internacionales; aunque también fue cierto que en los últimos años el fortalecimiento de las Immex en el centro del país y particularmente en el Bajío retuvieron y atrajeron los flujos migratorios originados en el sureste mexicano.

Paradójicamente Juárez había perdido atractivo, no sólo por la manifiesta escasez de fuerza de trabajo disponible, sino además porque el estímulo principal para atraer nuevos corrientes de mano de obra, que no era otro que el salario mínimo, se encontraba bajo un férreo control oficial, lo que impidió utilizarlo como instrumento para reanimar los flujos de trabajadores.

Está Juárez reencontrando la senda de su desarrollo

Segunda de dos partes

Cuarto y último, la falta de un programa de inversión pública que mejore sustancialmente la infraestructura urbana y contribuya a elevar de manera sistemática el bienestar de las y los juarenses es un factor que siempre había impedido el crecimiento pleno de la ciudad, pero que ahora se presenta la oportunidad de diseñar y proponer como un proyecto de desarrollo ciudadano que ayude a recuperar la dinámica de crecimiento y desarrollo compartido de nuestra comunidad.

Hay más factores y dimensiones que explican el estancamiento de Ciudad Juárez, pero aquí hemos mencionado los más dinámicos y que afortunadamente en los últimos años han dejado de ser predominantes.

Por eso conviene precisar que los factores que determinaron un largo periodo de estancamiento han cambiado y en varios casos se han tornado en circunstancias que pueden favorecer una nueva época de expansión y desarrollo duradero para nuestra comunidad.

Hagamos un breve recuento de la nueva coyuntura.

El llamado Nearshoring ya nos está reconciliado con el flujo de inversiones que, en parte, nos habían abandonado.
Se presume o asegura que, como siempre, Juárez será un destino preferente de esta avalancha de nuevas inversiones.

A diferencia del pasado, hoy las empresas pueden ofrecer a la fuerza de trabajo inmigrante un salario que en términos reales equivale al doble de lo pagado antes del 2018 y, junto a ello, mejores prestaciones laborales, que hacen más atractiva la opción de radicarse en Ciudad Juárez.

Al respecto, aunque algunas personas se niegan a aceptarlo, los nuevos trabajadores inmigrantes, aunque con otro destino en mente, están pasando por nuestra ciudad en gran número y no es descabellado suponer que como en el pasado ellos pueden ser parte de nuestra solución.

Por otro lado, aunque es doloroso aceptarlo los problemas de seguridad ya no se concentran en Juárez, como ocurrió entre 2007 y 2010; se han dispersado hacia otras regiones de México y en los últimos años ya no han sido un factor que inhiba, como en el pasado, las inversiones en nuestra ciudad.
Sin embargo, muchos esfuerzos tenemos que realizar para mejorar en todo lo que esté a nuestro alcance los niveles de seguridad que demandan y merecen los juarenses.

Por último, tenemos enfrente una nueva oportunidad para iniciar un nuevo despegue de un proyecto de ciudad que traiga a todas y todos los juarenses mayores niveles de bienestar.
Honestamente creemos que el gobierno de la 4T está haciendo una buena parte, al propiciar el pago de mejores salarios, al mejorar las prestaciones laborales, al garantizar apoyos a los grupos más vulnerables; pero tenemos que ir más lejos y para ello hace falta generar un gran consenso para hacer factible un gran proyecto de inversión pública en infraestructura urbana que contribuya a consolidar el desarrollo de nuestra querida Ciudad Juárez.

¡En esto estamos y no descansaremos hasta conseguirlo!

Primera de dos partes

Aunque la historia de Juárez, como la de todas las ciudades de la frontera norte, está asociada a la idea de un crecimiento muy acelerado en cuanto a su población, su territorio y desde luego de su economía, en los últimos años muchas cosas han cambiado de forma que si examinamos con cuidado el curso de la ciudad, en los años que lleva este primer siglo del tercer milenio nos daremos cuenta que su expansión, sobre todo en el aspecto económico y poblacional, ha sido mucho más lento que lo que se esperaba a fines de los noventa.

En ese tiempo las proyecciones de crecimiento que respaldaban los planes de desarrollo, anticipaban que Juárez alcanzaría en la “década del 2020” una población superior a los tres millones de personas; pero contra los esperado eso no ocurrió por al menos cuatro grandes factores.

El primero y, acaso el más determinante, fue que en estos últimos 25 años la ciudad vivió al menos tres grandes momentos de estancamiento en los que las oportunidades de hacer negocios se redujeron drásticamente.
El primer periodo recesivo derivó de la “caída de las Torres Gemelas” y de una fuga de capitales norteamericanos hacia el Oriente y en especial hacia China.
El segundo momento de estancamiento sobrevino con la crisis de las hipotecas en Estados Unidos a fines de 2008; y un tercer periodo, que ya estamos a punto de superar, se presentó vinculado a la pandemia del Covid, y recientemente a la guerra de Ucrania.

Segundo, a este factor enteramente material se sumó a principios de 2007 la ola de violencia, causada por una política de seguridad absolutamente fallida que no hizo sino dificultar el crecimiento de la ciudad.

Tercero, en este marco hubo otro factor, menos conocido que también contribuyó a limitar el atractivo de la ciudad.
Esta circunstancia está asociada a la baja disponibilidad de mano de obra para continuar con la expansión acelerada de la Industria Manufacturera de Exportación (Immex) que había caracterizado a la ciudad durante el último tercio del siglo XX.

En efecto, aunque pocos analistas lo han registrado desde fines del siglo pasado, las fuentes que durante más de un siglo habían alimentado el crecimiento demográfico y por esta vía el de la oferta de trabajo de esta ciudad empezaron a agotarse.

Debido a los controles de la fecundidad la reproducción natural de la fuerza de trabajo se redujo abruptamente; a lo que se sumó que los migrantes salidos de la región que siempre habían alimentado la expansión de la antigua Paso del Norte, disminuyeron su volumen, simplemente porque, tanto los grandes como los pueblos pequeños se vaciaron y algunos prácticamente desaparecieron, lo que también afectó a muchas de las pequeñas y medianas ciudades de los estados de Chihuahua, Coahuila, Durango y Zacatecas.

Esta situación fue compensada parcialmente durante los noventa con el arribo de miles de familias procedentes del sureste, pero este flujo disminuyó al presentarse la crisis de “Las Torres”, los problemas de inseguridad y los desplazamientos de capitales hacia otros destinos internacionales; aunque también fue cierto que en los últimos años el fortalecimiento de las Immex en el centro del país y particularmente en el Bajío retuvieron y atrajeron los flujos migratorios originados en el sureste mexicano.

Paradójicamente Juárez había perdido atractivo, no sólo por la manifiesta escasez de fuerza de trabajo disponible, sino además porque el estímulo principal para atraer nuevos corrientes de mano de obra, que no era otro que el salario mínimo, se encontraba bajo un férreo control oficial, lo que impidió utilizarlo como instrumento para reanimar los flujos de trabajadores.

Está Juárez reencontrando la senda de su desarrollo

Segunda de dos partes

Cuarto y último, la falta de un programa de inversión pública que mejore sustancialmente la infraestructura urbana y contribuya a elevar de manera sistemática el bienestar de las y los juarenses es un factor que siempre había impedido el crecimiento pleno de la ciudad, pero que ahora se presenta la oportunidad de diseñar y proponer como un proyecto de desarrollo ciudadano que ayude a recuperar la dinámica de crecimiento y desarrollo compartido de nuestra comunidad.

Hay más factores y dimensiones que explican el estancamiento de Ciudad Juárez, pero aquí hemos mencionado los más dinámicos y que afortunadamente en los últimos años han dejado de ser predominantes.

Por eso conviene precisar que los factores que determinaron un largo periodo de estancamiento han cambiado y en varios casos se han tornado en circunstancias que pueden favorecer una nueva época de expansión y desarrollo duradero para nuestra comunidad.

Hagamos un breve recuento de la nueva coyuntura.

El llamado Nearshoring ya nos está reconciliado con el flujo de inversiones que, en parte, nos habían abandonado.
Se presume o asegura que, como siempre, Juárez será un destino preferente de esta avalancha de nuevas inversiones.

A diferencia del pasado, hoy las empresas pueden ofrecer a la fuerza de trabajo inmigrante un salario que en términos reales equivale al doble de lo pagado antes del 2018 y, junto a ello, mejores prestaciones laborales, que hacen más atractiva la opción de radicarse en Ciudad Juárez.

Al respecto, aunque algunas personas se niegan a aceptarlo, los nuevos trabajadores inmigrantes, aunque con otro destino en mente, están pasando por nuestra ciudad en gran número y no es descabellado suponer que como en el pasado ellos pueden ser parte de nuestra solución.

Por otro lado, aunque es doloroso aceptarlo los problemas de seguridad ya no se concentran en Juárez, como ocurrió entre 2007 y 2010; se han dispersado hacia otras regiones de México y en los últimos años ya no han sido un factor que inhiba, como en el pasado, las inversiones en nuestra ciudad.
Sin embargo, muchos esfuerzos tenemos que realizar para mejorar en todo lo que esté a nuestro alcance los niveles de seguridad que demandan y merecen los juarenses.

Por último, tenemos enfrente una nueva oportunidad para iniciar un nuevo despegue de un proyecto de ciudad que traiga a todas y todos los juarenses mayores niveles de bienestar.
Honestamente creemos que el gobierno de la 4T está haciendo una buena parte, al propiciar el pago de mejores salarios, al mejorar las prestaciones laborales, al garantizar apoyos a los grupos más vulnerables; pero tenemos que ir más lejos y para ello hace falta generar un gran consenso para hacer factible un gran proyecto de inversión pública en infraestructura urbana que contribuya a consolidar el desarrollo de nuestra querida Ciudad Juárez.

¡En esto estamos y no descansaremos hasta conseguirlo!

Osvaldo

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dom May 14 , 2023
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