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Dentro del paquete de iniciativas del llamado Plan C, se encuentra una, que a simple vista (más los abusos de algunos), a simple vista pareciera muy popular: eliminar a las y los legisladores plurinominales.
Esta es una de las figuras peor evaluados, en muchos casos con poca cercanía social y con corta memoria histórica de por qué fueron creados.
En un contexto donde la narrativa oficial y diaria es de polarización y de mensaje circular no se ha dejado de repetir y justificar todo por el supuesto combate a la corrupción -- que no lo es- y los supuestos macro ahorros.
Debemos recordar que a los plurinominales los precedieron los llamados Diputados de Partido y que, en un país como México, bajo un régimen unitario, de autoritarismo blando, pero perfectamente organizado bajo la base de las siglas oficiales, justamente se busco darle voz y representación a las minorías, que tanto las mayorías como las minorías pudieran hablar, que las distintas opiniones se escucharan en la máxima tribuna, pudieran ser discutidas y darle un sentido amplio a la representación.
Es cierto que las posiciones plurinominales son electas por las dirigencias de los partidos, en el seno de nuestros órganos de decisión donde elegimos y no el voto directo.
Es cierto también que hay quienes han abusado de esta figura y que se han dedicado a representarse a sí mismos o intereses de grupo.
Las y los plurinominales nacieron para garantizar que el principio de representación, pluralidad y tolerancia de la democracia fuese una realidad; garantizar la presencia de las distintas ideologías y concepciones del país, representar los principios de personas que votaron por un partido político porque creen en lo que postulan y lo defendieran en la Cámara por un mandato a través del voto indirecto en base a porcentajes y reglas de asignación.
Habría que remontarnos a la época y circunstancias que se dice ahora en las calles que volvimos: al de partido único y autoritario: sexenio de José López Portillo y por iniciativa de Jesús Reyes Heroles, entonces secretario de Gobernación, en 1977 se amplió la medida y hasta se extendió al Senado en 1996.
Esta claro que quien gana no lo gana todo y quien pierde no lo hace para siempre y que si en un país, sobre todo en su legislativo no hay discusión debate, negociación y deliberación: no es más que un viejo edificio histórico donde se cumplen trámites de aprobación y donde el Derecho Constitucional y Parlamentario no son más que libros en libreros.
Esta figura está ocupada por humanos, quienes lo han hecho muy bien y otros que han visto como perpetuarse y eternizar sus intereses sin darle cara a la ciudadanía.
Sin embargo, en un país que ha pasado por distintas alternancias no han desaparecido porque sabemos que se puede mejorar en transparencia y rendición de cuentas, pero sigue siendo vital para asegurar una representación equitativa y proporcional en el Congreso.
Ni que decir de los fraudes a la ley que se están produciendo en un lado sí y otro también, donde se cambian de color legisladores para asegurar mayorías aplastantes y evitar esta representación de las ideas.
La democracia no puede ser medida únicamente en términos de eficiencia administrativa o reducción de costos, sino en su capacidad para representar y proteger los derechos e intereses de todos y todas.
Geo Bujanda, @geobujanda en X, GeoBujandaCUU en Facebook e Instagram.
Dentro del paquete de iniciativas del llamado Plan C, se encuentra una, que a simple vista (más los abusos de algunos), a simple vista pareciera muy popular: eliminar a las y los legisladores plurinominales.
Esta es una de las figuras peor evaluados, en muchos casos con poca cercanía social y con corta memoria histórica de por qué fueron creados.
En un contexto donde la narrativa oficial y diaria es de polarización y de mensaje circular no se ha dejado de repetir y justificar todo por el supuesto combate a la corrupción -- que no lo es- y los supuestos macro ahorros.
Debemos recordar que a los plurinominales los precedieron los llamados Diputados de Partido y que, en un país como México, bajo un régimen unitario, de autoritarismo blando, pero perfectamente organizado bajo la base de las siglas oficiales, justamente se busco darle voz y representación a las minorías, que tanto las mayorías como las minorías pudieran hablar, que las distintas opiniones se escucharan en la máxima tribuna, pudieran ser discutidas y darle un sentido amplio a la representación.
Es cierto que las posiciones plurinominales son electas por las dirigencias de los partidos, en el seno de nuestros órganos de decisión donde elegimos y no el voto directo.
Es cierto también que hay quienes han abusado de esta figura y que se han dedicado a representarse a sí mismos o intereses de grupo.
Las y los plurinominales nacieron para garantizar que el principio de representación, pluralidad y tolerancia de la democracia fuese una realidad; garantizar la presencia de las distintas ideologías y concepciones del país, representar los principios de personas que votaron por un partido político porque creen en lo que postulan y lo defendieran en la Cámara por un mandato a través del voto indirecto en base a porcentajes y reglas de asignación.
Habría que remontarnos a la época y circunstancias que se dice ahora en las calles que volvimos: al de partido único y autoritario: sexenio de José López Portillo y por iniciativa de Jesús Reyes Heroles, entonces secretario de Gobernación, en 1977 se amplió la medida y hasta se extendió al Senado en 1996.
Esta claro que quien gana no lo gana todo y quien pierde no lo hace para siempre y que si en un país, sobre todo en su legislativo no hay discusión debate, negociación y deliberación: no es más que un viejo edificio histórico donde se cumplen trámites de aprobación y donde el Derecho Constitucional y Parlamentario no son más que libros en libreros.
Esta figura está ocupada por humanos, quienes lo han hecho muy bien y otros que han visto como perpetuarse y eternizar sus intereses sin darle cara a la ciudadanía.
Sin embargo, en un país que ha pasado por distintas alternancias no han desaparecido porque sabemos que se puede mejorar en transparencia y rendición de cuentas, pero sigue siendo vital para asegurar una representación equitativa y proporcional en el Congreso.
Ni que decir de los fraudes a la ley que se están produciendo en un lado sí y otro también, donde se cambian de color legisladores para asegurar mayorías aplastantes y evitar esta representación de las ideas.
La democracia no puede ser medida únicamente en términos de eficiencia administrativa o reducción de costos, sino en su capacidad para representar y proteger los derechos e intereses de todos y todas.
Geo Bujanda, @geobujanda en X, GeoBujandaCUU en Facebook e Instagram.
Osvaldo
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