Empieza con el por qué 

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Antonio Ríos Ramírez

Nuevamente les comparto reflexiones sobre un libro relativamente sencillo, pero con mucho contenido.
De los puntos principales está el hecho de que todas las acciones y decisiones a nivel personal u organizacional tienen un propósito.
Se introduce un concepto, el “círculo de oro”.
Imagínense tres círculos concéntricos donde en el centro se encuentra el “por qué”, el núcleo del círculo es el propósito, la razón de por qué se hacen las cosas, ¿por qué existe tu empresa?, ¿por qué te levantas cada mañana? Muy pocas empresas o personas conocen en realidad por qué hacen las cosas.
No se trata sólo de saber que quieres ser una empresa rentable, ya que esta no es una razón, sino un resultado.
Piensa unos minutos: ¿Por qué existe tu organización?, ¿cuál es la razón por la que se creó o por la que se trabaja?, y si nos vamos más allá, pregúntate ¿Por qué estás tú ahí?

El siguiente círculo, el “cómo”, que corresponde a los principios, procesos y acciones que se toman.
Algunas personas y empresas saben el cómo se hacen las cosas.
Lo puedes llamar de diferentes formas “El diferenciador” o “La propuesta única de valor” esto funciona para explicar por qué lo que haces es diferente o mejor.

Y el tercero el “qué”, los resultados que se obtienen.
La mayoría de las organizaciones, y también las personas, se centran en el “qué”, qué hacer o qué productos o servicios ofrecer a los clientes.
Todas las compañías saben qué es lo que hacen.
Sin importar el mercado o tamaño de la empresa, absolutamente todas te podrán describir cuál es el producto o servicio que ofrecen.

Pero esta manera de funcionar es un pensamiento muy corto, el verdadero crecimiento, inspiración y motivación está en el “por qué” se hacen las cosas.
Los dirigentes y las organizaciones son aquellos que tienen claro su propósito, su razón de ser, y con esto guían y motivan para su crecimiento a mediano y largo plazo.

Uno de los puntos más interesantes es la importancia de la conexión emocional con otras personas, colaboradores, trabajadores, etc.
Las personas toman decisiones basadas en cómo se sienten y buscan relacionarse con aquellos que comparten sus valores y creencias.
Al comunicar el "por qué" de una manera auténtica y significativa, es más probable que se establezcan conexiones emocionales y se construyan relaciones duraderas y con esto, lo que conocemos como “ponerse la camiseta”.
También se da a conocer un concepto de la "ley del equilibrio del inicio", que dice que el impacto y la influencia de una organización o líder disminuyen a medida que se alejan del propósito inicial.
Mantener el enfoque en el "por qué" a lo largo del tiempo es fundamental para mantener la relevancia y el éxito continuo.
En lugar de competir basándose únicamente en características o precios, se destacan por su propósito y su forma de abordar los problemas.
No basta con tener una declaración de propósito enmarcada en la pared; debe reflejarse en las acciones diarias, las decisiones y la cultura de la empresa.
La consistencia en la comunicación y el comportamiento es clave para mantener viva la conexión emocional con los clientes y trabajadores.
A medida que las organizaciones y las personas crecen y evolucionan, su "por qué" también puede cambiar.
De ahí la importancia de revisar y actualizar el propósito conforme se adquiere nueva información y se experimentan cambios en el entorno.
El propósito debe seguir siendo relevante y significativo a lo largo del tiempo.

Una recomendación personal es que iniciemos por aplicar el “círculo dorado” de nuestra persona, trabajar fuertemente en ello, y después aplicar el “círculo dorado” en la organización en la que me encuentro, los “qués” aflorarán más pronto de lo que te imaginas.
Así es que “empieza por el por qué”.

Antonio Ríos Ramírez

Nuevamente les comparto reflexiones sobre un libro relativamente sencillo, pero con mucho contenido.
De los puntos principales está el hecho de que todas las acciones y decisiones a nivel personal u organizacional tienen un propósito.
Se introduce un concepto, el “círculo de oro”.
Imagínense tres círculos concéntricos donde en el centro se encuentra el “por qué”, el núcleo del círculo es el propósito, la razón de por qué se hacen las cosas, ¿por qué existe tu empresa?, ¿por qué te levantas cada mañana? Muy pocas empresas o personas conocen en realidad por qué hacen las cosas.
No se trata sólo de saber que quieres ser una empresa rentable, ya que esta no es una razón, sino un resultado.
Piensa unos minutos: ¿Por qué existe tu organización?, ¿cuál es la razón por la que se creó o por la que se trabaja?, y si nos vamos más allá, pregúntate ¿Por qué estás tú ahí?

El siguiente círculo, el “cómo”, que corresponde a los principios, procesos y acciones que se toman.
Algunas personas y empresas saben el cómo se hacen las cosas.
Lo puedes llamar de diferentes formas “El diferenciador” o “La propuesta única de valor” esto funciona para explicar por qué lo que haces es diferente o mejor.

Y el tercero el “qué”, los resultados que se obtienen.
La mayoría de las organizaciones, y también las personas, se centran en el “qué”, qué hacer o qué productos o servicios ofrecer a los clientes.
Todas las compañías saben qué es lo que hacen.
Sin importar el mercado o tamaño de la empresa, absolutamente todas te podrán describir cuál es el producto o servicio que ofrecen.

Pero esta manera de funcionar es un pensamiento muy corto, el verdadero crecimiento, inspiración y motivación está en el “por qué” se hacen las cosas.
Los dirigentes y las organizaciones son aquellos que tienen claro su propósito, su razón de ser, y con esto guían y motivan para su crecimiento a mediano y largo plazo.

Uno de los puntos más interesantes es la importancia de la conexión emocional con otras personas, colaboradores, trabajadores, etc.
Las personas toman decisiones basadas en cómo se sienten y buscan relacionarse con aquellos que comparten sus valores y creencias.
Al comunicar el "por qué" de una manera auténtica y significativa, es más probable que se establezcan conexiones emocionales y se construyan relaciones duraderas y con esto, lo que conocemos como “ponerse la camiseta”.
También se da a conocer un concepto de la "ley del equilibrio del inicio", que dice que el impacto y la influencia de una organización o líder disminuyen a medida que se alejan del propósito inicial.
Mantener el enfoque en el "por qué" a lo largo del tiempo es fundamental para mantener la relevancia y el éxito continuo.
En lugar de competir basándose únicamente en características o precios, se destacan por su propósito y su forma de abordar los problemas.
No basta con tener una declaración de propósito enmarcada en la pared; debe reflejarse en las acciones diarias, las decisiones y la cultura de la empresa.
La consistencia en la comunicación y el comportamiento es clave para mantener viva la conexión emocional con los clientes y trabajadores.
A medida que las organizaciones y las personas crecen y evolucionan, su "por qué" también puede cambiar.
De ahí la importancia de revisar y actualizar el propósito conforme se adquiere nueva información y se experimentan cambios en el entorno.
El propósito debe seguir siendo relevante y significativo a lo largo del tiempo.

Una recomendación personal es que iniciemos por aplicar el “círculo dorado” de nuestra persona, trabajar fuertemente en ello, y después aplicar el “círculo dorado” en la organización en la que me encuentro, los “qués” aflorarán más pronto de lo que te imaginas.
Así es que “empieza por el por qué”.

Osvaldo

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