El Chihuahua de antaño: un recorrido por sus calles y negocios (Parte III)

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Crónicas Urbanas de Chihuahua

Continuando con el recorrido sobre nuestra hermosa ciudad de Chihuahua, nos dirigimos ahora rumbo al edificio que albergaba las oficinas del gobierno federal y más aún, donde permaneció por décadas el correo que estaba por la calle comercial que antiguamente era la más importante de la ciudad, me refiero a la “Libertad”, que estaba llena de tiendas de todo tipo, como “La Palma”, del señor Henric; la tradicional “La Feria”, del respetable señor Legarreta; La Francia Marítima, del señor Olivier; la ferretería Krakauer, una de las más surtidas de la ciudad de principios y mediados del siglo XX; también agregaría la tienda “El Sol”, del señor Picard; la fotografía “La Moderna”, que estuvo en su apogeo en los años treinta; “La Primavera”, de la familia Meouchi y otros, como la Valenciana, Casa Jorge, Casa Porras, La Sirena y hace muchos años en la esquina de la calle Tercera, había una pequeña sombrerería que después, ahí sería La Princesa, donde se vendía joyería de la más fina de la ciudad y otros artículos, cuyo lema era: “Compre como rico y pague como pobre”.

Por esa misma calle, nos encontrábamos con la tienda del don José Díaz, “Casa Díaz”, que tenía gran variedad de ropa para todas las edades y a precios populares, con amplios planes de financiamiento; cerca de ahí, otro negocio muy conocido, el de la señorita Estavillo, “La Sorpresa” que, junto a la joyería “La Joya”, donde mis abuelos compraban frecuentemente artículos de esa joyería; no se diga de la zapatería “La Tolteca”, que la verdad, me acuerdo tenían zapato fino y también popular, para cualquier tipo de bolsillo y que, uno de mis preferidos eran los “mocasines” negros, bastante bonitos.
Por ahí, nos encontrábamos con una de las mueblerías que hicieron historia, Salinas y Rocha o mejor conocida como la “SYR”, ya que la gente de todos los niveles, principalmente de medio y bajo, adquirían a crédito sus enseres para el hogar.
Tengo presente en la memoria, la primera televisión que se adquirió en la familia fue ahí precisamente en la SYR, de marca Admiral, de blanco y negro.
Un dato adicional es cuando se tenían promociones regalaban una rebanada de pastel a cualquier persona que entraba a la misma, a mí me gustaba el de coco, era delicioso.

Quién no se acuerda de la casa de música del señor Ramos, lugar donde a mi primo Motis le comprarían una guitarra para participar en un festival escolar en la Primaria Pascual Orozco, ubicada en la avenida Zarco y calle 32, qué recuerdos tengo de esos momentos nostálgicos de mi existencia.
¡Uff!, de los tacos del famosísimo Chinto Mora, ubicado por la avenida Juárez, con sus famosísimas flautas acompañadas de un delicioso tarro de tepache; ¿recuerdas cuáles eran? hasta tenía una frase muy popular que adoptamos los chihuahuenses, la cual era “Chinto Mora y su señora”, ya que todo lo que vendía era una delicia para el paladar popular, que por cierto, un rumor que se hizo “viral” en aquel entonces, fue que a un cliente que estaba disfrutando uno de esos suculentos tacos de barbacha, tuvo la mala suerte de encontrarse con una supuesta uña de gato, lo que originó gran revuelo en toda la ciudad de Chihuahua, pues en los años 60 la ciudad era “pueblo” grande y cualquier rumor de este tipo se transmitía como alma que “lleva el diablo”, originando que la tradición de ese negocio quedara sepultada para siempre.

Después de esta “gatuna” noticia de mi querido Chinto Mora, seguimos caminando con el sector centro y nos topamos con otros negocios, uno de ellos fue la ferretería “Hernández Hermanos” que le hacía competencia posteriormente la ferretería Anchondo por la avenida Juárez, negocios que poco a poco se empezaron a extinguir de la faz urbana debido al crecimiento de la ciudad y el establecimiento de grandes centros ferreteros que fueron acabando con esos negocios familiares.
Por otra parte, tengo presente que en el Chihuahua de los años 50 nos topábamos con establecimientos famosos por su nieve, la bebida de “root beer’’ y tepache que se expendían en algunos establecimientos del centro.
Las neverías eran sin duda lugares de convivencia para los jóvenes de esa época, quienes disfrutaban de un enorme barquillo de nieve de nuez o del singular tepache como lo mencionamos anteriormente.
Cabe agregar que, en la mayoría de los casos, la venta de nieve de aquel entonces, se hacía en vaso o “banderas”, como se les llamaba, y también, los tradicionales “barquillos” de harina que se vendían por la calle 25 y Juárez, por el famoso Mercado Juárez, donde además existían varios estanquillos que vendían aguas frescas de sabor, sobre todo la de limón, fresa y naranja, por allá en los años 40, cuando el mundo se encontraba en completo bullicio debido a la Segunda Guerra Mundial.

¡Híjole, cuánto recuerdo! y como parte de esto estaba la Casa Eléctrica “Luz”, la Wagner que era de música, con verdadero surtido de equipo para los amantes de la música, cuya propietaria era la señora García; de la famosa tienda de deportes “La Fama”, donde mis padres siempre nos compraban algunos de esos buenos balones profesionales para jugar en los equipos “llaneros” de futbol soccer del barrio, haciéndose verdaderos encuentros en medio de piedras y el suelo pelón que, al término de cada partido, la mayoría salíamos con las rodillas raspadas o lastimados por alguna caída.
Bueno y regresando de nuevo al centro de la ciudad, en la esquina de la calle Tercera y Libertad, estaba la sombrerería “Tardan”, tradicional y muy conocida, pues la gente que venía de fuera de la ciudad, inmediatamente y era obligado ir con Tardan por un bonito sombrero; por esa misma calle (la Victoria), estaba la popular Pascualita, donde se hizo muy famosa la leyenda de su maniquí traído desde la Ciudad de México que estuvo expuesto en un aparador durante décadas y que causó furor en muchas épocas, especialmente en los años 40 en todo Chihuahua y más allá de sus fronteras, que incluso, se tenían que cerrar calles, pues mucha gente acudía a verla y asombrarse de la supuesta mirada y movimiento de sus manos en la esquina de la Victoria y Ocampo.

Un lugar también muy importante en la sociedad chihuahuense, era la famosa cafetería “El Iris”, donde se ofrecía la sabrosa bebida de root beer, la limonada de chía, unos suculentos hot dogs con tocino, los riquísimos turrones con muchas nueces; las sabrosas hamburguesas acompañadas con una malteada, también, el delicioso chile beans hecho con alubias y carne de puerco, servido con tortillas chiquitas de harina, lugar ubicado en la avenida Juárez y 21, frente al monumento a la “Batalla de Talamantes”, además, era tienda de ultramarinos, carnes frías de importación, vinos finos, tabaco, puros, cuyos propietarios eran Marcelino Chelino (después pondría la cafetería “Chelinos”) y Sebastián González, ellos de origen español.
¡Fui tan feliz en ese lugar!, pues mi abuelito me llevaba y me compraba turrón y malteadas de vainilla; otro detalle de ese lugar era que, ahí se reunían muchos personajes de la política, principalmente de tendencia socialista comunista, por supuesto para arreglar y desarreglar el mundo, sin duda, un buen recuerdo, así mismo, en el piso de arriba de la cafetería, se ubicaba el Colegio Progreso, donde mi tío Mario hizo sus estudios de contador privado en 1965.
Hoy en día, ese lugar lo ocupa una farmacia de nombre “del Ahorro” … Por esta ocasión, terminamos por el momento nuestro recorrido por las calles de nuestra hermosa capital, espero que haya sido nostálgico.

“El Chihuahua de antaño: un recorrido por sus calles y negocios” forma parte de los Archivos Perdidos de las Crónicas Urbanas de Chihuahua.
Si desea la colección de libros “Los Archivos Perdidos de las Crónicas Urbanas de Chihuahua”, tomos del I al XIII, adquiéralos en Librería Kosmos (Josué Neri Santos No.
111) y si está interesado en los libros, mande un WhatsApp al 614 148 85 03 y con gusto le brindamos información.

Crónicas Urbanas de Chihuahua

Continuando con el recorrido sobre nuestra hermosa ciudad de Chihuahua, nos dirigimos ahora rumbo al edificio que albergaba las oficinas del gobierno federal y más aún, donde permaneció por décadas el correo que estaba por la calle comercial que antiguamente era la más importante de la ciudad, me refiero a la “Libertad”, que estaba llena de tiendas de todo tipo, como “La Palma”, del señor Henric; la tradicional “La Feria”, del respetable señor Legarreta; La Francia Marítima, del señor Olivier; la ferretería Krakauer, una de las más surtidas de la ciudad de principios y mediados del siglo XX; también agregaría la tienda “El Sol”, del señor Picard; la fotografía “La Moderna”, que estuvo en su apogeo en los años treinta; “La Primavera”, de la familia Meouchi y otros, como la Valenciana, Casa Jorge, Casa Porras, La Sirena y hace muchos años en la esquina de la calle Tercera, había una pequeña sombrerería que después, ahí sería La Princesa, donde se vendía joyería de la más fina de la ciudad y otros artículos, cuyo lema era: “Compre como rico y pague como pobre”.

Por esa misma calle, nos encontrábamos con la tienda del don José Díaz, “Casa Díaz”, que tenía gran variedad de ropa para todas las edades y a precios populares, con amplios planes de financiamiento; cerca de ahí, otro negocio muy conocido, el de la señorita Estavillo, “La Sorpresa” que, junto a la joyería “La Joya”, donde mis abuelos compraban frecuentemente artículos de esa joyería; no se diga de la zapatería “La Tolteca”, que la verdad, me acuerdo tenían zapato fino y también popular, para cualquier tipo de bolsillo y que, uno de mis preferidos eran los “mocasines” negros, bastante bonitos.
Por ahí, nos encontrábamos con una de las mueblerías que hicieron historia, Salinas y Rocha o mejor conocida como la “SYR”, ya que la gente de todos los niveles, principalmente de medio y bajo, adquirían a crédito sus enseres para el hogar.
Tengo presente en la memoria, la primera televisión que se adquirió en la familia fue ahí precisamente en la SYR, de marca Admiral, de blanco y negro.
Un dato adicional es cuando se tenían promociones regalaban una rebanada de pastel a cualquier persona que entraba a la misma, a mí me gustaba el de coco, era delicioso.

Quién no se acuerda de la casa de música del señor Ramos, lugar donde a mi primo Motis le comprarían una guitarra para participar en un festival escolar en la Primaria Pascual Orozco, ubicada en la avenida Zarco y calle 32, qué recuerdos tengo de esos momentos nostálgicos de mi existencia.
¡Uff!, de los tacos del famosísimo Chinto Mora, ubicado por la avenida Juárez, con sus famosísimas flautas acompañadas de un delicioso tarro de tepache; ¿recuerdas cuáles eran? hasta tenía una frase muy popular que adoptamos los chihuahuenses, la cual era “Chinto Mora y su señora”, ya que todo lo que vendía era una delicia para el paladar popular, que por cierto, un rumor que se hizo “viral” en aquel entonces, fue que a un cliente que estaba disfrutando uno de esos suculentos tacos de barbacha, tuvo la mala suerte de encontrarse con una supuesta uña de gato, lo que originó gran revuelo en toda la ciudad de Chihuahua, pues en los años 60 la ciudad era “pueblo” grande y cualquier rumor de este tipo se transmitía como alma que “lleva el diablo”, originando que la tradición de ese negocio quedara sepultada para siempre.

Después de esta “gatuna” noticia de mi querido Chinto Mora, seguimos caminando con el sector centro y nos topamos con otros negocios, uno de ellos fue la ferretería “Hernández Hermanos” que le hacía competencia posteriormente la ferretería Anchondo por la avenida Juárez, negocios que poco a poco se empezaron a extinguir de la faz urbana debido al crecimiento de la ciudad y el establecimiento de grandes centros ferreteros que fueron acabando con esos negocios familiares.
Por otra parte, tengo presente que en el Chihuahua de los años 50 nos topábamos con establecimientos famosos por su nieve, la bebida de “root beer’’ y tepache que se expendían en algunos establecimientos del centro.
Las neverías eran sin duda lugares de convivencia para los jóvenes de esa época, quienes disfrutaban de un enorme barquillo de nieve de nuez o del singular tepache como lo mencionamos anteriormente.
Cabe agregar que, en la mayoría de los casos, la venta de nieve de aquel entonces, se hacía en vaso o “banderas”, como se les llamaba, y también, los tradicionales “barquillos” de harina que se vendían por la calle 25 y Juárez, por el famoso Mercado Juárez, donde además existían varios estanquillos que vendían aguas frescas de sabor, sobre todo la de limón, fresa y naranja, por allá en los años 40, cuando el mundo se encontraba en completo bullicio debido a la Segunda Guerra Mundial.

¡Híjole, cuánto recuerdo! y como parte de esto estaba la Casa Eléctrica “Luz”, la Wagner que era de música, con verdadero surtido de equipo para los amantes de la música, cuya propietaria era la señora García; de la famosa tienda de deportes “La Fama”, donde mis padres siempre nos compraban algunos de esos buenos balones profesionales para jugar en los equipos “llaneros” de futbol soccer del barrio, haciéndose verdaderos encuentros en medio de piedras y el suelo pelón que, al término de cada partido, la mayoría salíamos con las rodillas raspadas o lastimados por alguna caída.
Bueno y regresando de nuevo al centro de la ciudad, en la esquina de la calle Tercera y Libertad, estaba la sombrerería “Tardan”, tradicional y muy conocida, pues la gente que venía de fuera de la ciudad, inmediatamente y era obligado ir con Tardan por un bonito sombrero; por esa misma calle (la Victoria), estaba la popular Pascualita, donde se hizo muy famosa la leyenda de su maniquí traído desde la Ciudad de México que estuvo expuesto en un aparador durante décadas y que causó furor en muchas épocas, especialmente en los años 40 en todo Chihuahua y más allá de sus fronteras, que incluso, se tenían que cerrar calles, pues mucha gente acudía a verla y asombrarse de la supuesta mirada y movimiento de sus manos en la esquina de la Victoria y Ocampo.

Un lugar también muy importante en la sociedad chihuahuense, era la famosa cafetería “El Iris”, donde se ofrecía la sabrosa bebida de root beer, la limonada de chía, unos suculentos hot dogs con tocino, los riquísimos turrones con muchas nueces; las sabrosas hamburguesas acompañadas con una malteada, también, el delicioso chile beans hecho con alubias y carne de puerco, servido con tortillas chiquitas de harina, lugar ubicado en la avenida Juárez y 21, frente al monumento a la “Batalla de Talamantes”, además, era tienda de ultramarinos, carnes frías de importación, vinos finos, tabaco, puros, cuyos propietarios eran Marcelino Chelino (después pondría la cafetería “Chelinos”) y Sebastián González, ellos de origen español.
¡Fui tan feliz en ese lugar!, pues mi abuelito me llevaba y me compraba turrón y malteadas de vainilla; otro detalle de ese lugar era que, ahí se reunían muchos personajes de la política, principalmente de tendencia socialista comunista, por supuesto para arreglar y desarreglar el mundo, sin duda, un buen recuerdo, así mismo, en el piso de arriba de la cafetería, se ubicaba el Colegio Progreso, donde mi tío Mario hizo sus estudios de contador privado en 1965.
Hoy en día, ese lugar lo ocupa una farmacia de nombre “del Ahorro” … Por esta ocasión, terminamos por el momento nuestro recorrido por las calles de nuestra hermosa capital, espero que haya sido nostálgico.

“El Chihuahua de antaño: un recorrido por sus calles y negocios” forma parte de los Archivos Perdidos de las Crónicas Urbanas de Chihuahua.
Si desea la colección de libros “Los Archivos Perdidos de las Crónicas Urbanas de Chihuahua”, tomos del I al XIII, adquiéralos en Librería Kosmos (Josué Neri Santos No.
111) y si está interesado en los libros, mande un WhatsApp al 614 148 85 03 y con gusto le brindamos información.

Osvaldo

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