El Chihuahua de antaño: un recorrido por sus calles y negocios (Parte II)

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Crónicas Urbanas de Chihuahua

En esta segunda parte del recorrido que estamos haciendo por las calles de nuestra hermosa ciudad de Chihuahua, encontramos que por la Victoria y Cuarta, está uno de los negocios más tradicionales del centro, la Botica Central, que aún persiste y que lleva el nombre de “Botica”, porque en ese local se elaboraban muchas de los ungüentos que la gente necesitaba después de salir de con el médico con su receta respectiva; así mismo, también existió por esa misma acera el “Restaurante Internacional”, un lugar donde se disfrutaban buenos platillos y accesible para muchos bolsillos; al frente de la plaza de Armas estaba ubicado uno de los primeros cines formales, el Alcázar, donde al principio de su existencia, se pasaban películas mudas; ahí en el frente, estaba un pianista o un conjunto musical que hacía compás y armonía con la película que corría sin sonido.

Por el mismo centro de la ciudad, estaba la nevería del señor Kosturakis con una gran variedad de sabores que se traducían en riquísimas bolas de nieve; cerca de ahí, divisábamos la dulcería “Nueva York”, donde se vendían dulces finos de importación y por supuesto, una variedad increíble de dulces artesanales, sin duda era una delicia y más, cuando éramos llevados de la mano de nuestros padres en la bendita niñez.
Por otra parte, y fuera de esos riquísimos manjares, estaba la Mueblería Norwalk, donde siempre había muy buenos precios y facilidades para la gente de bajos recursos, pues me acuerdo que mis padres compraron un refrigerador que salió muy bueno; caminando por esa misma acera, frente de Catedral, existió la famosa Casa Touché, donde mi madre nos compraba ropa y además, telas que necesitaba para hacernos los trajes para los bailables del festival del Día de la Madre en mi escuela la Abraham González que estaba ubicada entre las calles 37ª y Carlos Fuero en el barrio de la Obrera, por cierto todavía está en el mismo lugar.

En ese mismo sector, estaba la “Casa Aragón”; la Candelaria, tienda que vendía imágenes de santitos y recuerditos religiosos, donde la gente recurría para comprar todo lo necesario para algún bautismo; la confirmación de un joven y un montón de cosas.
Por otro lado, y caminando hacia la avenida Ocampo, está la “Casa Gardea” que todavía existe; también, sobre la misma Victoria hasta la Ocampo, se encontraba una tienda de renombre, llamada: “La Mexicana Casa Talamás”, fundada en 1904 por don Félix Talamás, de origen libanés, primera tienda en la ciudad, que junto con La Botica Central en la calle Victoria 415, pero estaría en el edificio denominado “Quinta Zuluaga” a partir de 1943.
Por cierto, en ese edificio donde estaba el negocio de los Talamás, ejemplo de arquitectura ecléctica que tuvo lugar en el último tercio del siglo XIX cuando las influencias extranjeras formaron parte importante de la expresión arquitectónica en México.
Hoy en día está insertado en ese edificio un negocio turístico denominado “Servicios Turísticos Chihuahua Bárbaro”.

La Quinta Zuluaga no fue producto de un inocente juego de formas, sino que representa, una de las expresiones de una voluntad estudiada y preconcebida, exponentes en alto grado de unidad estilística y de mano de obra o ejecución de relevantes artífices, tanto en su cantería, como en su pintura, mosaicos, vidriería y barnicería.
Sin embargo, además de la buena calidad en las técnicas y materiales utilizados para su construcción, refleja el desarrollo tecnológico y cultural, generado a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, periodo en el que comenzó a conformarse la zona comercial “formal”.
La finca fue construida por don Pedro Zuloaga Olivares, expresamente diseñada para establecer comercios en la parte baja del edificio y albergar la casa de la familia en el segundo nivel, conocida por esta razón como la “Quinta Zuloaga”.

Cabe recalcar que la “Zuluaga” también albergó a lo largo del tiempo, otros negocios, como las oficinas del Banco Minero de Chihuahua, del cual Pedro Zuloaga era socio y a principios del siglo XX, se encontraron las oficinas de la compañía de seguros sobre la vida “La Equidad”.
Sin embargo, en 1900 aparece en el directorio de la ciudad de Chihuahua, un anuncio del denominado “Hotel Zuloaga” a cargo de José María Pons, ubicado en Victoria 415, nomenclatura oficial que conserva en la actualidad.
A partir de 1920, el inmueble fue fraccionado en cinco lotes, y es descrito entonces como casa de altos entre calle Victoria y avenida Ocampo, conocida por casa “Monte de Piedad”, no encontrándose datos de la fecha exacta de su construcción ni del arquitecto diseñador.
Se estableció que, en eso del año de 1887, cuando a raíz de la muerte de don Pedro de Zuloaga se heredaron sus bienes.

Por último, en esa esquina de la Ocampo y Victoria, también tengo muy presente de la existencia de una de las tiendas de botas más importantes, “El Norteño” que por más de 35 años, sigue atendiendo a clientes, calzando a miles de chihuahuenses, qué increíble, ¿no le parece?; así mismo, localizamos muy cerca de ahí, la talabartería “Gardea”, que por varias décadas esta familia ha puesto todo su empeño y cariño, para seguir vigentes a pesar de las penurias de la globalización y la competencia que hoy existe, estando ubicada exactamente en el edificio de lado por la Ocampo en un terreno que antiguamente perteneció a los Zuluaga y que por mucho tiempo, funcionó como cochera de autos tirados por animales.
A mediados del siglo XX, el edificio perdió la parte alta de su esquina ochavada, existiendo distintas versiones sobre el motivo que originó su pérdida.
Sin embargo, el edificio permanece vivo, pues aún conserva la vocación que le dio origen: comercio y habitación.

Hacia el correo por la calle Libertad, estaban las tiendas: La Palma, del señor Henric; la tradicional, “La Feria” del respetable señor Legarreta; La Francia Marítima, del señor Olivier; la ferretería Krakauer, una de las más surtidas de la ciudad de principios y mediados del siglo XX.
También puedo agregar la tienda “El Sol” del señor Picard; la fotografía “La Moderna” que, estuvo en su apogeo en los años treinta; “La Primavera” de la familia Meouchi, otros como la Valenciana, Casa Jorge, Casa Porras, La Sirena y hace muchos años en la esquina de la calle Tercera, había una pequeña sombrerería, que después, ahí sería La Princesa, donde se vendía joyería de la más fina de la ciudad y otros artículos, cuyo lema era: “Compre como rico y pague como pobre”… Esta Crónica continuará.

“El Chihuahua de antaño: un recorrido por sus calles y negocios”, forma parte de los Archivos Perdidos de las Crónicas Urbanas de Chihuahua.
Si desea la colección de libros “Los Archivos Perdidos de las Crónicas Urbanas de Chihuahua”, tomos del I al XIII, adquiéralos en Librería Kosmos (Josué Neri Santos No.
111) y si está interesado en los libros, mande un WhatsApp al 614 148 85 03 y con gusto le brindamos información.

Crónicas Urbanas de Chihuahua

En esta segunda parte del recorrido que estamos haciendo por las calles de nuestra hermosa ciudad de Chihuahua, encontramos que por la Victoria y Cuarta, está uno de los negocios más tradicionales del centro, la Botica Central, que aún persiste y que lleva el nombre de “Botica”, porque en ese local se elaboraban muchas de los ungüentos que la gente necesitaba después de salir de con el médico con su receta respectiva; así mismo, también existió por esa misma acera el “Restaurante Internacional”, un lugar donde se disfrutaban buenos platillos y accesible para muchos bolsillos; al frente de la plaza de Armas estaba ubicado uno de los primeros cines formales, el Alcázar, donde al principio de su existencia, se pasaban películas mudas; ahí en el frente, estaba un pianista o un conjunto musical que hacía compás y armonía con la película que corría sin sonido.

Por el mismo centro de la ciudad, estaba la nevería del señor Kosturakis con una gran variedad de sabores que se traducían en riquísimas bolas de nieve; cerca de ahí, divisábamos la dulcería “Nueva York”, donde se vendían dulces finos de importación y por supuesto, una variedad increíble de dulces artesanales, sin duda era una delicia y más, cuando éramos llevados de la mano de nuestros padres en la bendita niñez.
Por otra parte, y fuera de esos riquísimos manjares, estaba la Mueblería Norwalk, donde siempre había muy buenos precios y facilidades para la gente de bajos recursos, pues me acuerdo que mis padres compraron un refrigerador que salió muy bueno; caminando por esa misma acera, frente de Catedral, existió la famosa Casa Touché, donde mi madre nos compraba ropa y además, telas que necesitaba para hacernos los trajes para los bailables del festival del Día de la Madre en mi escuela la Abraham González que estaba ubicada entre las calles 37ª y Carlos Fuero en el barrio de la Obrera, por cierto todavía está en el mismo lugar.

En ese mismo sector, estaba la “Casa Aragón”; la Candelaria, tienda que vendía imágenes de santitos y recuerditos religiosos, donde la gente recurría para comprar todo lo necesario para algún bautismo; la confirmación de un joven y un montón de cosas.
Por otro lado, y caminando hacia la avenida Ocampo, está la “Casa Gardea” que todavía existe; también, sobre la misma Victoria hasta la Ocampo, se encontraba una tienda de renombre, llamada: “La Mexicana Casa Talamás”, fundada en 1904 por don Félix Talamás, de origen libanés, primera tienda en la ciudad, que junto con La Botica Central en la calle Victoria 415, pero estaría en el edificio denominado “Quinta Zuluaga” a partir de 1943.
Por cierto, en ese edificio donde estaba el negocio de los Talamás, ejemplo de arquitectura ecléctica que tuvo lugar en el último tercio del siglo XIX cuando las influencias extranjeras formaron parte importante de la expresión arquitectónica en México.
Hoy en día está insertado en ese edificio un negocio turístico denominado “Servicios Turísticos Chihuahua Bárbaro”.

La Quinta Zuluaga no fue producto de un inocente juego de formas, sino que representa, una de las expresiones de una voluntad estudiada y preconcebida, exponentes en alto grado de unidad estilística y de mano de obra o ejecución de relevantes artífices, tanto en su cantería, como en su pintura, mosaicos, vidriería y barnicería.
Sin embargo, además de la buena calidad en las técnicas y materiales utilizados para su construcción, refleja el desarrollo tecnológico y cultural, generado a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, periodo en el que comenzó a conformarse la zona comercial “formal”.
La finca fue construida por don Pedro Zuloaga Olivares, expresamente diseñada para establecer comercios en la parte baja del edificio y albergar la casa de la familia en el segundo nivel, conocida por esta razón como la “Quinta Zuloaga”.

Cabe recalcar que la “Zuluaga” también albergó a lo largo del tiempo, otros negocios, como las oficinas del Banco Minero de Chihuahua, del cual Pedro Zuloaga era socio y a principios del siglo XX, se encontraron las oficinas de la compañía de seguros sobre la vida “La Equidad”.
Sin embargo, en 1900 aparece en el directorio de la ciudad de Chihuahua, un anuncio del denominado “Hotel Zuloaga” a cargo de José María Pons, ubicado en Victoria 415, nomenclatura oficial que conserva en la actualidad.
A partir de 1920, el inmueble fue fraccionado en cinco lotes, y es descrito entonces como casa de altos entre calle Victoria y avenida Ocampo, conocida por casa “Monte de Piedad”, no encontrándose datos de la fecha exacta de su construcción ni del arquitecto diseñador.
Se estableció que, en eso del año de 1887, cuando a raíz de la muerte de don Pedro de Zuloaga se heredaron sus bienes.

Por último, en esa esquina de la Ocampo y Victoria, también tengo muy presente de la existencia de una de las tiendas de botas más importantes, “El Norteño” que por más de 35 años, sigue atendiendo a clientes, calzando a miles de chihuahuenses, qué increíble, ¿no le parece?; así mismo, localizamos muy cerca de ahí, la talabartería “Gardea”, que por varias décadas esta familia ha puesto todo su empeño y cariño, para seguir vigentes a pesar de las penurias de la globalización y la competencia que hoy existe, estando ubicada exactamente en el edificio de lado por la Ocampo en un terreno que antiguamente perteneció a los Zuluaga y que por mucho tiempo, funcionó como cochera de autos tirados por animales.
A mediados del siglo XX, el edificio perdió la parte alta de su esquina ochavada, existiendo distintas versiones sobre el motivo que originó su pérdida.
Sin embargo, el edificio permanece vivo, pues aún conserva la vocación que le dio origen: comercio y habitación.

Hacia el correo por la calle Libertad, estaban las tiendas: La Palma, del señor Henric; la tradicional, “La Feria” del respetable señor Legarreta; La Francia Marítima, del señor Olivier; la ferretería Krakauer, una de las más surtidas de la ciudad de principios y mediados del siglo XX.
También puedo agregar la tienda “El Sol” del señor Picard; la fotografía “La Moderna” que, estuvo en su apogeo en los años treinta; “La Primavera” de la familia Meouchi, otros como la Valenciana, Casa Jorge, Casa Porras, La Sirena y hace muchos años en la esquina de la calle Tercera, había una pequeña sombrerería, que después, ahí sería La Princesa, donde se vendía joyería de la más fina de la ciudad y otros artículos, cuyo lema era: “Compre como rico y pague como pobre”… Esta Crónica continuará.

“El Chihuahua de antaño: un recorrido por sus calles y negocios”, forma parte de los Archivos Perdidos de las Crónicas Urbanas de Chihuahua.
Si desea la colección de libros “Los Archivos Perdidos de las Crónicas Urbanas de Chihuahua”, tomos del I al XIII, adquiéralos en Librería Kosmos (Josué Neri Santos No.
111) y si está interesado en los libros, mande un WhatsApp al 614 148 85 03 y con gusto le brindamos información.

Osvaldo

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