Chihuahua: Hermosa señora del desierto a finales del siglo XIX

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Crónicas Urbanas de Chihuahua

(Segunda parte)

violioscar@gmail.
com

Siguiendo con esta interesante crónica y vinculándonos al pasado con el rescate de los “Archivos Perdidos”, nos trasladaremos ahora hacia los centros de recreación y en nuestra querida ciudad existía como origen un lugar “tapizado de árboles” denominado “Alameda Vieja” que a finales del siglo XIX y principios del XX era un lugar paradisiaco, paso obligado por el camino a la “ermita” de Guadalupe que más tarde se convertiría en el Santuario con ese mismo nombre.
Esta alameda estaba muy cerca del río Chuvíscar y era recurrida por la población para salir de la rutina y descansar a la sombra y el arrullo de los álamos, sauces, fresnos y otras especies que le daban un escenario de tranquilidad.
Años pasarían y este lugar se convertiría en 1920 en el parque Infantil, que hasta hoy se encuentra entre nosotros con las características de un descuido notorio, lo que es lamentable para la ciudadanía.
Otro más es el parque Lerdo de Tejada, sitio de reunión y esparcimiento, así como los pulmones de la ciudad, aunado a ello, los cauces de los ríos Chuvíscar y Sacramento que estaban sembrados en sus orillas de álamos y cultivos, lo que eran lugares propicios para los días de campo y constituían un alivio al rigor del clima en los meses de verano durante la segunda mitad del siglo XIX.

Ahora caminaremos hacia la zona comercial formal de nuestra ciudad de Chihuahua, donde se asentaron los primeros bancos en respuesta al dinamismo que se estaba experimentando en la región.
Así, aparecen los bancos Minero, Nacional de México, El Comercial y la primera experiencia en el negocio de seguros en el país, como producto del empuje que estaba experimentando la minería, considerada una de las principales fuentes de riqueza más no la única, ya que también estaría en boga el auge industrial que comenzaría a instalarse en este suelo “sus reales” a finales del siglo XIX y principios del XX, aunado a un incremento de talleres e instituciones de capacitación técnica para la industria como lo fue la Escuela de Artes y Oficios, semillera de muchas generaciones de jóvenes que al egresar, establecieron talleres como de mecánica automotriz, maquinaria, zapaterías, entre otros.
Todo lo anterior, de acuerdo a los archivos estadísticos y económicos de la Secretaría de Gobierno del estado de Chihuahua en 1906.

Era evidente que en el informe de la Secretaría de Gobierno que daba cuenta sobre el avance económico del estado y la ciudad de Chihuahua con la presencia de nuevos negocios, los cuales fueron evidentes con el establecimiento de cuatro barberías, dos peluquerías, dos sastrerías, dos sombrererías, seis panaderías, 65 relojerías y platerías, dos ladrilleras, una herrería, un taller de carrocería, cuatro carpinterías, una armería y alfarería, una talabartería, dos tenerías y una zapatería.
Estas pequeñas y medianas empresas como en la actualidad son llamadas, representaban la oportunidad para que empezara un nuevo tipo de negocio que pasaba de la informalidad de la venta en la calle, a la formalidad, lo que generaba una nueva etapa en lo que se llamaría el comercio “establecido” en 1900.
Fuera de estas “Pymes” de inicios del XX, también se vería en esta ciudad hospitalaria, el establecimiento de una empresa cervecera “Cervecería Chihuahua”, la “Cerve”, donde se iniciaría con la producción de “La Cruz Blanca” y una cerveza llamada “Austriaca”, la cual se establecería en la avenida Juárez junto a otra empresa molinera.
Aunado a estas grandes organizaciones estaban algunas fábricas de hielo, cerillos, hilados y textiles como la Fábrica de Ropa “La Paz” y la “Concordia”, junto con la de jabón “La Nacional” y por supuesto, la empresa más simbólica de la ciudad que fue la Fundición de Ávalos.
Toda esta bonanza económica que se estaba experimentando en la ciudad de Chihuahua representó una oportunidad muy importante de trabajo para bastante gente, por lo que la noticia se empezó a difundir por los cuatro puntos cardinales, llegando hasta el medio rural, donde la idea tentó a decenas que después emigraron a la zona urbana, formando nuevas colonias o barrios en zonas periféricas y en antiguas barriadas donde era notorio el incremento de la vivienda popular de pequeñas proporciones de suelo, con un patio lateral o “corral”, construidas de adobe y mampostería.

Se empezaron a edificar las grandes vecindades que llegaron a captar una enorme población que llegaba del campo a la ciudad y que en ocasiones se convirtieron en anillos de miseria.
Estas casas o construcciones estaban hechas de terrado con puertas y ventanas verticales, algunas veces marcadas con modestas pinceladas de ladrillo y cantera que con frecuencia se mezclaban en una misma construcción, la habitación y el pequeño comercio o taller artesanal de la familia.
Sí, todo iba cambiando y el nuevo propietario urbano que se asentaba en la ciudad en vastos conjuntos urbanos, que con un lenguaje de formas modestas y homogéneas, daban lugar a nuevos barrios, colonias como la Industrial, Hacienda de la Flor, Santo Niño, La Galera, Obrera, San Pedro, San Felipe Viejo, Palomar, Plan de Álamos, Pacífico, Ranchería Juárez, entre otros, que fueron en algunas ocasiones segregados del resto de la ciudad, marginados de banqueros, comerciantes, industriales y terratenientes.

Haciendo un cambio de rumbo, nos encaminamos al mero centro de la ciudad y por supuesto encontramos a la iglesia de todos los chihuahuenses, la Catedral Metropolitana que, se levanta majestuosa y que mira hacia los cuatro puntos cardinales como si se tratara de una vigía que está al pendiente de sus hijos, sí, aquella que iniciaría su construcción con la puesta de su primer piedra en 1727 y que 100 años después, estaría terminada completamente para posicionarse como un ícono en la historia local.
Otra iglesia simbólica en nuestra urbe es el templo de Santa Rita de Casia, patrona de este terruño y que, desde sus inicios, primero fue para servicio particular y luego décadas después, se convertiría para la celebración comunitaria.
No se me puede olvidar el templo de San Francisco de Asís y el Santuario de Guadalupe, ambas que son visitadas por miles de personas al año y más la segunda, cuando se celebra el 12 de diciembre, día de Nuestra Señora de Guadalupe.
Por otro lado, otra iglesia que ya desapareció fue la capilla de la Inmaculada que estaba a espaldas de la estación de carretas denominada “La Despedida”, donde hoy es Alsuper Lerdo y tampoco podemos dejar de lado a un templo de finales del XIX, cuyo nombre es hasta la actualidad, la Iglesia Metodista que se empezó a construir en 1890 encima de un lote del antiguo cementerio de San Felipe en la esquina de Independencia y Coronado.

Después de hacer algunas visitas a distintas de las iglesias más importantes por su antigüedad, le damos vuelta a la página y tomamos rumbo hacia el antiguo Teatro Betancourt que, funcionaba desde finales del siglo XIX en la calle Ojinaga y, que posteriormente sería el Teatro Centenario, después Cine Colonial y hoy, el Teatro de la Ciudad.
Además de este importante santuario de la cultura, vendría otro no menos importante y me refiero al Teatro de los Héroes que originalmente estaría en la Venustiano Carranza entre Aldama y Escorza, inaugurándose en 1901 y donde se desarrollaría un escenario de intensa actividad teatral de espectáculos, variedades y cuyo edificio se utilizaría para establecer el escenario donde sería juzgado de muerte el héroe de muchas batallas, el estratega militar de Francisco Villa, el general Felipe Ángeles, cuyo final llegaría en 1919, al ser juzgado por una corte federal.

“Chihuahua: Hermosa señora del desierto a finales del siglo XIX”, forma parte de los Archivos Perdidos de las Crónicas Urbanas de Chihuahua.
Si desea la colección de libros “Los Archivos Perdidos de las Crónicas Urbanas de Chihuahua”, tomos del I al XIIII, adquiéralos en Librería Kosmos (Josué Neri Santos No.
111) y si está interesado en los libros, mande un WhatsApp al 614 148 85 03 y con gusto le brindamos información.

Fuentes de Investigación:

Archivos Perdidos de las Crónicas Urbanas de Chihuahua Tomo I, II, III, IV, V, VI y VII

Fotos: INAH

Crónicas Urbanas de Chihuahua

(Segunda parte)

violioscar@gmail.
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Siguiendo con esta interesante crónica y vinculándonos al pasado con el rescate de los “Archivos Perdidos”, nos trasladaremos ahora hacia los centros de recreación y en nuestra querida ciudad existía como origen un lugar “tapizado de árboles” denominado “Alameda Vieja” que a finales del siglo XIX y principios del XX era un lugar paradisiaco, paso obligado por el camino a la “ermita” de Guadalupe que más tarde se convertiría en el Santuario con ese mismo nombre.
Esta alameda estaba muy cerca del río Chuvíscar y era recurrida por la población para salir de la rutina y descansar a la sombra y el arrullo de los álamos, sauces, fresnos y otras especies que le daban un escenario de tranquilidad.
Años pasarían y este lugar se convertiría en 1920 en el parque Infantil, que hasta hoy se encuentra entre nosotros con las características de un descuido notorio, lo que es lamentable para la ciudadanía.
Otro más es el parque Lerdo de Tejada, sitio de reunión y esparcimiento, así como los pulmones de la ciudad, aunado a ello, los cauces de los ríos Chuvíscar y Sacramento que estaban sembrados en sus orillas de álamos y cultivos, lo que eran lugares propicios para los días de campo y constituían un alivio al rigor del clima en los meses de verano durante la segunda mitad del siglo XIX.

Ahora caminaremos hacia la zona comercial formal de nuestra ciudad de Chihuahua, donde se asentaron los primeros bancos en respuesta al dinamismo que se estaba experimentando en la región.
Así, aparecen los bancos Minero, Nacional de México, El Comercial y la primera experiencia en el negocio de seguros en el país, como producto del empuje que estaba experimentando la minería, considerada una de las principales fuentes de riqueza más no la única, ya que también estaría en boga el auge industrial que comenzaría a instalarse en este suelo “sus reales” a finales del siglo XIX y principios del XX, aunado a un incremento de talleres e instituciones de capacitación técnica para la industria como lo fue la Escuela de Artes y Oficios, semillera de muchas generaciones de jóvenes que al egresar, establecieron talleres como de mecánica automotriz, maquinaria, zapaterías, entre otros.
Todo lo anterior, de acuerdo a los archivos estadísticos y económicos de la Secretaría de Gobierno del estado de Chihuahua en 1906.

Era evidente que en el informe de la Secretaría de Gobierno que daba cuenta sobre el avance económico del estado y la ciudad de Chihuahua con la presencia de nuevos negocios, los cuales fueron evidentes con el establecimiento de cuatro barberías, dos peluquerías, dos sastrerías, dos sombrererías, seis panaderías, 65 relojerías y platerías, dos ladrilleras, una herrería, un taller de carrocería, cuatro carpinterías, una armería y alfarería, una talabartería, dos tenerías y una zapatería.
Estas pequeñas y medianas empresas como en la actualidad son llamadas, representaban la oportunidad para que empezara un nuevo tipo de negocio que pasaba de la informalidad de la venta en la calle, a la formalidad, lo que generaba una nueva etapa en lo que se llamaría el comercio “establecido” en 1900.
Fuera de estas “Pymes” de inicios del XX, también se vería en esta ciudad hospitalaria, el establecimiento de una empresa cervecera “Cervecería Chihuahua”, la “Cerve”, donde se iniciaría con la producción de “La Cruz Blanca” y una cerveza llamada “Austriaca”, la cual se establecería en la avenida Juárez junto a otra empresa molinera.
Aunado a estas grandes organizaciones estaban algunas fábricas de hielo, cerillos, hilados y textiles como la Fábrica de Ropa “La Paz” y la “Concordia”, junto con la de jabón “La Nacional” y por supuesto, la empresa más simbólica de la ciudad que fue la Fundición de Ávalos.
Toda esta bonanza económica que se estaba experimentando en la ciudad de Chihuahua representó una oportunidad muy importante de trabajo para bastante gente, por lo que la noticia se empezó a difundir por los cuatro puntos cardinales, llegando hasta el medio rural, donde la idea tentó a decenas que después emigraron a la zona urbana, formando nuevas colonias o barrios en zonas periféricas y en antiguas barriadas donde era notorio el incremento de la vivienda popular de pequeñas proporciones de suelo, con un patio lateral o “corral”, construidas de adobe y mampostería.

Se empezaron a edificar las grandes vecindades que llegaron a captar una enorme población que llegaba del campo a la ciudad y que en ocasiones se convirtieron en anillos de miseria.
Estas casas o construcciones estaban hechas de terrado con puertas y ventanas verticales, algunas veces marcadas con modestas pinceladas de ladrillo y cantera que con frecuencia se mezclaban en una misma construcción, la habitación y el pequeño comercio o taller artesanal de la familia.
Sí, todo iba cambiando y el nuevo propietario urbano que se asentaba en la ciudad en vastos conjuntos urbanos, que con un lenguaje de formas modestas y homogéneas, daban lugar a nuevos barrios, colonias como la Industrial, Hacienda de la Flor, Santo Niño, La Galera, Obrera, San Pedro, San Felipe Viejo, Palomar, Plan de Álamos, Pacífico, Ranchería Juárez, entre otros, que fueron en algunas ocasiones segregados del resto de la ciudad, marginados de banqueros, comerciantes, industriales y terratenientes.

Haciendo un cambio de rumbo, nos encaminamos al mero centro de la ciudad y por supuesto encontramos a la iglesia de todos los chihuahuenses, la Catedral Metropolitana que, se levanta majestuosa y que mira hacia los cuatro puntos cardinales como si se tratara de una vigía que está al pendiente de sus hijos, sí, aquella que iniciaría su construcción con la puesta de su primer piedra en 1727 y que 100 años después, estaría terminada completamente para posicionarse como un ícono en la historia local.
Otra iglesia simbólica en nuestra urbe es el templo de Santa Rita de Casia, patrona de este terruño y que, desde sus inicios, primero fue para servicio particular y luego décadas después, se convertiría para la celebración comunitaria.
No se me puede olvidar el templo de San Francisco de Asís y el Santuario de Guadalupe, ambas que son visitadas por miles de personas al año y más la segunda, cuando se celebra el 12 de diciembre, día de Nuestra Señora de Guadalupe.
Por otro lado, otra iglesia que ya desapareció fue la capilla de la Inmaculada que estaba a espaldas de la estación de carretas denominada “La Despedida”, donde hoy es Alsuper Lerdo y tampoco podemos dejar de lado a un templo de finales del XIX, cuyo nombre es hasta la actualidad, la Iglesia Metodista que se empezó a construir en 1890 encima de un lote del antiguo cementerio de San Felipe en la esquina de Independencia y Coronado.

Después de hacer algunas visitas a distintas de las iglesias más importantes por su antigüedad, le damos vuelta a la página y tomamos rumbo hacia el antiguo Teatro Betancourt que, funcionaba desde finales del siglo XIX en la calle Ojinaga y, que posteriormente sería el Teatro Centenario, después Cine Colonial y hoy, el Teatro de la Ciudad.
Además de este importante santuario de la cultura, vendría otro no menos importante y me refiero al Teatro de los Héroes que originalmente estaría en la Venustiano Carranza entre Aldama y Escorza, inaugurándose en 1901 y donde se desarrollaría un escenario de intensa actividad teatral de espectáculos, variedades y cuyo edificio se utilizaría para establecer el escenario donde sería juzgado de muerte el héroe de muchas batallas, el estratega militar de Francisco Villa, el general Felipe Ángeles, cuyo final llegaría en 1919, al ser juzgado por una corte federal.

“Chihuahua: Hermosa señora del desierto a finales del siglo XIX”, forma parte de los Archivos Perdidos de las Crónicas Urbanas de Chihuahua.
Si desea la colección de libros “Los Archivos Perdidos de las Crónicas Urbanas de Chihuahua”, tomos del I al XIIII, adquiéralos en Librería Kosmos (Josué Neri Santos No.
111) y si está interesado en los libros, mande un WhatsApp al 614 148 85 03 y con gusto le brindamos información.

Fuentes de Investigación:

Archivos Perdidos de las Crónicas Urbanas de Chihuahua Tomo I, II, III, IV, V, VI y VII

Fotos: INAH

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