La cineasta habla sobre su película ‘Tratado de invisibilidad’, la cual obtuvo dos reconocimientos en el pasado Festival Internacional de Cine en Guadalajara.
La cineasta habla sobre su película ‘Tratado de invisibilidad’, la cual obtuvo dos reconocimientos en el pasado Festival Internacional de Cine en Guadalajara.
Por Héctor González
“Me interesa poner la cámara en aquellos a quienes no solemos ver”, dice certera Luciana Kaplan.
Directora de Rush Hour y La vocera, ahora presenta Tratado de invisibilidad, un documental que evidencia la precariedad laboral de las trabajadoras de limpieza del gobierno de la Ciudad de México y que en la más reciente edición del Festival Internacional de Cine en Guadalajara obtuvo los reconocimientos FIPRESCI y Mezcal Joven.
“Me parece grave que el gobierno trate como esclavos a sus propios trabajadores”, agrega la cineasta respecto a una cinta que expone la práctica del outsourcing, pese a que en teoría ya está prohibido, así como las situaciones de acoso que las empleadas experimentan día con día.
Empecemos por lo estético, ¿qué te aportaba el blanco y negro?
Desde que empecé a escribir el proyecto me imaginé al blanco y negro como una puerta para entrar a otro mundo, a un mundo que uno no ve.
Además, homogeniza todos los espacios que son muy diversos en cuestión de colores.
Desde hace tiempo el mercado laboral te ha interesado, ¿por qué ahora poner la mira en los trabajadores de limpieza?
No sé si es el tema del trabajo o de la gente que no tiene voz, pueden ser las comunidades indígenas o personajes urbanos, me interesa poner la cámara en aquellos a quienes no solemos ver.
Hay una parte de la población que se dedica al ramo de la limpieza que trabaja en el gobierno y vive una situación de sufrimiento silenciosa porque nadie sabe lo qué está pasando.
Más que hablar de lo laboral, hay que hablar de las injusticias en general.
Los trabajos cada vez están peor, se exige más tiempo y con sueldos más bajos.
Me parece grave que el gobierno trate como esclavos a sus propios trabajadores.
En la película tocas el tema del outsourcing…
Todo mundo piensa que el outsourcing no existe, pero no es verdad.
Salió un proyecto de ley que luego se recortó muchísimo porque a los empresarios no les convenía y porque tampoco hubo voluntad por parte de la autoridad.
Casi todos los trabajadores de limpia que trabajan para el gobierno de la Ciudad de México están subcontratados, pese a la injusticia que esto supone.
Me parece necesario hablar de ello.
Usas el recurso de actrices para cubrir a trabajadoras que no quieren ser reconocidos en la película, eso ya dice bastante.
Sí, los supervisores están todo el tiempo encima y checando.
Algunas mujeres sí pudieron aparecer, pero fueron pocas porque la mayoría están en una situación de mucha vulnerabilidad laboral.
Incluso contratamos un equipo legal pensando en si después de la película hay represalias hacia ellas, finalmente son las autoridades quienes están haciendo algo mal y no ellas que son quienes padecen un abuso sistemático bastante mafioso.
¿Crees que es una cuestión de responsabilidad acompañar a tus personajes más allá de la película?
Es un mínimo acto de responsabilidad ante una persona que acepta y confía en ti para poner su vida en la pantalla grande, más cuando son mujeres que de por sí tienen una situación precaria y bastante violenta por parte de grandes empresas.
A esto se suma cuestiones de acoso y de una desigualdad que empieza en casa.
La película se llama Tratado de invisibilidad porque es un compendio de invisibilidades, son quienes limpian, son mujeres, tienen pocos recursos, son grandes y por tanto no se les da trabajo, es decir, se suman un conjunto de factores que las minimizan ante las empresas, el gobierno y ante nosotros mismos que ni siquiera nos enteramos de quiénes son estas mujeres.
Es curioso, los usuarios de las ciudades sienten que es un trabajo sucio cuando son ellas quienes limpian nuestra basura.
Al final tu película evidencia el clasismo que hay en México, ¿qué reflexión te deja este documental en relación con el momento social en el país?
Creo que es un buen momento para empezar un cambio, este abuso trasciende a cualquier partido.
Si en verdad primero los pobres y si en verdad están preocupados por la equidad, hay que comenzar a establecer un diálogo para cambiar las cosas, finalmente todos estamos involucrados pero lo primero es poner voluntad.
