Camino Real / Un francés, un escocés, un búfalo y un toro III

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Por: Iván González-Ibarra

En las últimas entregas hemos revisado ciertos detalles acerca de los personajes que participaron en esta historia, por un lado el torero francés Félix Roberts, quien a principios de 1900 se desempeñaba como administrador de la Plaza de Toros de Ciudad Juárez y que además, era yerno del célebre empresario Inocente Ochoa; por otro lado, el ranchero escocés James “Scotty” Philip, quien por el mismo periodo se hizo famoso por tener una de las más grandes reservas de ganado y de conservación de bisontes en Fort Pierre, Dakota del Sur.

En vísperas de la Navidad de 1906 y ya con unos tragos encima, “Scotty” Phillip idearía junto con su sobrino George Phillip y uno de sus capataces —Bob Yokum— la posibilidad de organizar un encuentro entre un toro de lidia mexicano y un búfalo norteamericano, que era un animal tildado de ser lento y pesado.
Así, Yokum contactó a uno de sus primos que trabaja en un bar de El Paso, Texas, quien a su vez le contó la idea a Roberts, para finalmente llevar a cabo el duelo entre ambos bovinos el domingo 27 de enero de 1907.
Pues bien, ¿cuál fue el desenlace de este encuentro?

La audiencia en la arena estaba dividida, prácticamente la mitad de las gradas estaban ocupadas por los norteamericanos, que apoyaban a su símbolo patriótico: un enorme ejemplar de búfalo —el mismo mamífero nacional que el propio presidente Roosevelt había decidido preservar— y que además, desde hacía años lucía imponente en el billete de diez dólares; mientras que la otra mitad del lugar estaba ocupado por los mexicanos, que veían en el toro de lidia nacional la oportunidad de saldar las cuentas pendientes con sus vecinos del norte —aunque distante, no parece que el público de casa se olvidase de los agravios causados por la pérdida de casi la mitad del territorio en 1848— y qué decir de los abusos que cometían los hacendados y empresarios norteamericanos apoyados por el entonces gobierno del general Díaz.

El búfalo elegido por “Scotty” Phillip fue nombrado “Pierre” en honor a su lugar de origen, aunque su dueño no pudo asistir a Juárez, el bisonte macho alfa de ocho años y otro de menor edad —“Pierre Jr”—, fueron transportados en tren, acompañados por George Phillip y los capataces del rancho.
Tras una larga semana de viaje desde Dakota del Sur, apenas llegaron a la estación del Ferrocarril Central Mexicano en Ciudad Juárez, los bisontes fueron llevados por personal de Roberts hasta la Plaza de Toros.
Ahí, Phillip decidió que sería “Pierre” el que entraría en la arena.

El primero en presentarse en el ruedo fue el enorme bisonte de poco más de una tonelada de peso, quien plácido se acostó al centro del mismo.
Luego hizo su entrada un gran toro de lidia, que con su característica braveza enfiló buscando dar con los cuernos en el costado de su nuevo enemigo: el búfalo.
Todo parecía ir mal para el despistado bisonte, quien faltando sólo unos pasos para ser embestido, se incorporó, preparó sus patas traseras y se puso de frente para recibir sobre su cabeza el impacto de casi mil kilogramos de peso del gran toro de lidia, ejemplar que algunos aseguran provenía de la hacienda ganadera de don Luis Terrazas.

Las narraciones hablan del estruendo ensordecedor que causaba el choque entre ambos animales.
La misma escena se repitió otras tres veces y ante las conmociones cerebrales causadas por el choque de cráneos, los aturdidos animales tomaban cada vez más tiempo en recuperarse, por lo que la audiencia, desesperada, empezó a molestarse, abucheando y exigiendo el espectáculo por el que habían pagado.
Ante tal escenario, Roberts pidió a uno de sus ayudantes que tomara una vara de metal y pinchara a “Pierre” en el costado para hacerlo enfadar, y así, se viera motivado a atacar al toro.
Sin embargo las cosas no salieron conforme a lo planeado, pues el bisonte enfocó su furia en contra del ayudante, quien asustado corrió tras de las gradas con el búfalo corriendo detrás de él… (continuará).

Por: Iván González-Ibarra

En las últimas entregas hemos revisado ciertos detalles acerca de los personajes que participaron en esta historia, por un lado el torero francés Félix Roberts, quien a principios de 1900 se desempeñaba como administrador de la Plaza de Toros de Ciudad Juárez y que además, era yerno del célebre empresario Inocente Ochoa; por otro lado, el ranchero escocés James “Scotty” Philip, quien por el mismo periodo se hizo famoso por tener una de las más grandes reservas de ganado y de conservación de bisontes en Fort Pierre, Dakota del Sur.

En vísperas de la Navidad de 1906 y ya con unos tragos encima, “Scotty” Phillip idearía junto con su sobrino George Phillip y uno de sus capataces —Bob Yokum— la posibilidad de organizar un encuentro entre un toro de lidia mexicano y un búfalo norteamericano, que era un animal tildado de ser lento y pesado.
Así, Yokum contactó a uno de sus primos que trabaja en un bar de El Paso, Texas, quien a su vez le contó la idea a Roberts, para finalmente llevar a cabo el duelo entre ambos bovinos el domingo 27 de enero de 1907.
Pues bien, ¿cuál fue el desenlace de este encuentro?

La audiencia en la arena estaba dividida, prácticamente la mitad de las gradas estaban ocupadas por los norteamericanos, que apoyaban a su símbolo patriótico: un enorme ejemplar de búfalo —el mismo mamífero nacional que el propio presidente Roosevelt había decidido preservar— y que además, desde hacía años lucía imponente en el billete de diez dólares; mientras que la otra mitad del lugar estaba ocupado por los mexicanos, que veían en el toro de lidia nacional la oportunidad de saldar las cuentas pendientes con sus vecinos del norte —aunque distante, no parece que el público de casa se olvidase de los agravios causados por la pérdida de casi la mitad del territorio en 1848— y qué decir de los abusos que cometían los hacendados y empresarios norteamericanos apoyados por el entonces gobierno del general Díaz.

El búfalo elegido por “Scotty” Phillip fue nombrado “Pierre” en honor a su lugar de origen, aunque su dueño no pudo asistir a Juárez, el bisonte macho alfa de ocho años y otro de menor edad —“Pierre Jr”—, fueron transportados en tren, acompañados por George Phillip y los capataces del rancho.
Tras una larga semana de viaje desde Dakota del Sur, apenas llegaron a la estación del Ferrocarril Central Mexicano en Ciudad Juárez, los bisontes fueron llevados por personal de Roberts hasta la Plaza de Toros.
Ahí, Phillip decidió que sería “Pierre” el que entraría en la arena.

El primero en presentarse en el ruedo fue el enorme bisonte de poco más de una tonelada de peso, quien plácido se acostó al centro del mismo.
Luego hizo su entrada un gran toro de lidia, que con su característica braveza enfiló buscando dar con los cuernos en el costado de su nuevo enemigo: el búfalo.
Todo parecía ir mal para el despistado bisonte, quien faltando sólo unos pasos para ser embestido, se incorporó, preparó sus patas traseras y se puso de frente para recibir sobre su cabeza el impacto de casi mil kilogramos de peso del gran toro de lidia, ejemplar que algunos aseguran provenía de la hacienda ganadera de don Luis Terrazas.

Las narraciones hablan del estruendo ensordecedor que causaba el choque entre ambos animales.
La misma escena se repitió otras tres veces y ante las conmociones cerebrales causadas por el choque de cráneos, los aturdidos animales tomaban cada vez más tiempo en recuperarse, por lo que la audiencia, desesperada, empezó a molestarse, abucheando y exigiendo el espectáculo por el que habían pagado.
Ante tal escenario, Roberts pidió a uno de sus ayudantes que tomara una vara de metal y pinchara a “Pierre” en el costado para hacerlo enfadar, y así, se viera motivado a atacar al toro.
Sin embargo las cosas no salieron conforme a lo planeado, pues el bisonte enfocó su furia en contra del ayudante, quien asustado corrió tras de las gradas con el búfalo corriendo detrás de él… (continuará).

Osvaldo

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