Bosques de mezquite en Jiménez, sólo el recuerdo queda

La tala inmoderada para su venta como leña con el paso de los años redujo significativamente esta variedad de árbol propia del clima desértico y hogar de numerosas especies

Hace no mucho, 30 años atrás del 2022, narraciones de los adultos mayores, daban testimonio de los grandes y frondosos bosques de mezquite que se podían encontrar en las zonas serranas del municipio de Jiménez, ejemplares que llegaban a medir hasta seis metros de alto.

Localizados a las faldas de las sierras de Chupaderos, Las Pampas, Los Remedios, La Sierra del Diablo, entre otros lugares áridos y de difícil acceso, los grandes y frondosos mezquites florecían, formando copas de sombra de hasta seis metros de altura; tamaño alcanzado con el paso de décadas.

Hasta hace treinta años atrás, comenta Don Miguel, arriero de ganado con amplia experiencia en los terrenos más robustos de Jiménez, “aún se podían apreciar y encontrar algunos lugares boscosos conformados por el mezquite, que por excelencia eran parajes de descanso, luego de interminables horas de arrear ganado”; sombra y confort que solo podían ofrecer los bellos mezquites al ser estos, la única flora de más de tres metros.

Poco a poco, los lugares donde convergían las grandes familias de mezquites gigantes, que habían logrado sobrevivir al indomable clima desértico de Jiménez y crecer con el paso del tiempo, conocidos también como bosques de mezquite, “fueron siendo talados para la construcción de predios ganaderos de crianza extensiva”, relata el testimonio de Don Miguel.

Sumado a la ganadería, llegó la agricultura extensiva o de temporal, cuando los ciclos de lluvia eran más estables, “lo que obligó al desmonte de extensiones de tierra para la agricultura de algunos granos y forrajes, principalmente, antes de que el nogal cobrara más interés, por lo que grandes extensiones de campo rústico donde se podían localizar bosques de mezquite fueron taladas y la mayoría convertidas en leña”, comenta, Don Miguel; los troncos de un buen diámetro, de más de diez centímetros, cepas y tallos de hasta cincuenta centímetros fueron ofertados en la cabecera municipal de Jiménez, para satisfacer el combustible de calentones y chimeneas de leña.

La leña de mezquite, comenzó a tomar un gran interés y aprecio entre los usuarios de calentones de leña y chimeneas; por su durabilidad, calor que producía y consumo lento a diferencia de leñas de álamo y nogal.

Cuadrillas de personas, se comenzaron armar con motosierras y hachas, remontándose por días en las sierras ya mencionadas, para iniciar la tala de los macizos y grandes mezquites, para convertirlos en producto de intercambio comercial, leña por trocada, esto quiere decir que, la leña ya destazada en la mayoría de los casos, era cargada en las cajas de las trocas y vendida por la cantidad que podía cargar la troca, carga denominada como "trocada".

Las cepas, raíz del mezquite cuya presentación era en grandes nódulos, duros y pesados, se vendían por separado y con un más alto valor, ya que una trocada, podía llegar a costar hasta dos mil pesos, según el tamaño de la troca, por lo que del mezquite se comenzaron a obtener dos principales subproductos, cepa y tallos grandes, siendo las ramas, no menos importantes ya que también tenían un valor dentro del mercado de la venta de la leña de mezquite, las de menor precio.

Aunado al auge de la venta de leña de mezquite, surgió la sub-moda del carbón del mezquite, lo que aceleró aún más la tala inmoderada del mezquite, que al cabo del tiempo y hasta el día de hoy, acabó con los grandes bosques de mezquite, hábitat natural y refugio de especies que habitan el municipio de Jiménez.

Tras una campaña inmoderada y copiosa de tala de bosques de mezquite, fueron casi exterminados en su totalidad, quedando actualmente pequeños ejemplares de escasa altura de un metro, que parecen arbustos antes que árboles.

Solo en los lugares remontados y casi inaccesibles al ser humano, en las regiones montañosas del municipio de Jiménez, quedan al resguardo de la geografía escarpada pequeños bosques de mezquite y un que otro encino.

El recuerdo de los antaños y grandes bosques de mezquites en Jiménez, solo queda en la memoria de grandes trozos de leña y cepas, que aguardan a ser combustionadas en la primera helada que se registre del 2022.

Hace no mucho, 30 años atrás del 2022, narraciones de los adultos mayores, daban testimonio de los grandes y frondosos bosques de mezquite que se podían encontrar en las zonas serranas del municipio de Jiménez, ejemplares que llegaban a medir hasta seis metros de alto.

Localizados a las faldas de las sierras de Chupaderos, Las Pampas, Los Remedios, La Sierra del Diablo, entre otros lugares áridos y de difícil acceso, los grandes y frondosos mezquites florecían, formando copas de sombra de hasta seis metros de altura; tamaño alcanzado con el paso de décadas.

Hasta hace treinta años atrás, comenta Don Miguel, arriero de ganado con amplia experiencia en los terrenos más robustos de Jiménez, “aún se podían apreciar y encontrar algunos lugares boscosos conformados por el mezquite, que por excelencia eran parajes de descanso, luego de interminables horas de arrear ganado”; sombra y confort que solo podían ofrecer los bellos mezquites al ser estos, la única flora de más de tres metros.

Poco a poco, los lugares donde convergían las grandes familias de mezquites gigantes, que habían logrado sobrevivir al indomable clima desértico de Jiménez y crecer con el paso del tiempo, conocidos también como bosques de mezquite, “fueron siendo talados para la construcción de predios ganaderos de crianza extensiva”, relata el testimonio de Don Miguel.

Sumado a la ganadería, llegó la agricultura extensiva o de temporal, cuando los ciclos de lluvia eran más estables, “lo que obligó al desmonte de extensiones de tierra para la agricultura de algunos granos y forrajes, principalmente, antes de que el nogal cobrara más interés, por lo que grandes extensiones de campo rústico donde se podían localizar bosques de mezquite fueron taladas y la mayoría convertidas en leña”, comenta, Don Miguel; los troncos de un buen diámetro, de más de diez centímetros, cepas y tallos de hasta cincuenta centímetros fueron ofertados en la cabecera municipal de Jiménez, para satisfacer el combustible de calentones y chimeneas de leña.

La leña de mezquite, comenzó a tomar un gran interés y aprecio entre los usuarios de calentones de leña y chimeneas; por su durabilidad, calor que producía y consumo lento a diferencia de leñas de álamo y nogal.

Cuadrillas de personas, se comenzaron armar con motosierras y hachas, remontándose por días en las sierras ya mencionadas, para iniciar la tala de los macizos y grandes mezquites, para convertirlos en producto de intercambio comercial, leña por trocada, esto quiere decir que, la leña ya destazada en la mayoría de los casos, era cargada en las cajas de las trocas y vendida por la cantidad que podía cargar la troca, carga denominada como "trocada".

Las cepas, raíz del mezquite cuya presentación era en grandes nódulos, duros y pesados, se vendían por separado y con un más alto valor, ya que una trocada, podía llegar a costar hasta dos mil pesos, según el tamaño de la troca, por lo que del mezquite se comenzaron a obtener dos principales subproductos, cepa y tallos grandes, siendo las ramas, no menos importantes ya que también tenían un valor dentro del mercado de la venta de la leña de mezquite, las de menor precio.

Aunado al auge de la venta de leña de mezquite, surgió la sub-moda del carbón del mezquite, lo que aceleró aún más la tala inmoderada del mezquite, que al cabo del tiempo y hasta el día de hoy, acabó con los grandes bosques de mezquite, hábitat natural y refugio de especies que habitan el municipio de Jiménez.

Tras una campaña inmoderada y copiosa de tala de bosques de mezquite, fueron casi exterminados en su totalidad, quedando actualmente pequeños ejemplares de escasa altura de un metro, que parecen arbustos antes que árboles.

Solo en los lugares remontados y casi inaccesibles al ser humano, en las regiones montañosas del municipio de Jiménez, quedan al resguardo de la geografía escarpada pequeños bosques de mezquite y un que otro encino.

El recuerdo de los antaños y grandes bosques de mezquites en Jiménez, solo queda en la memoria de grandes trozos de leña y cepas, que aguardan a ser combustionadas en la primera helada que se registre del 2022.

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