Antes que se nos olvide | Incongruencias 

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Por: Carlos A.
Esparza Deister

Aaron Chervenak, un estadounidense de 34 años, se prepara entusiasmado para su boda, viste un impecable smoking, sale del hotel dirigiéndose a una pequeña capilla de Las Vegas, Nevada.
En la entrada, saluda sonriente a algunos invitados, pasa al lugar, donde ya lo espera su futuro esposo, un llamativo teléfono celular, emocionado llega hasta el altar, no sin antes observar amorosamente al aparato móvil que viste de blanco, dando inicio una breve ceremonia, al final, el juez los declara marido y Smartphone.
Posteriormente, el feliz novio dijo que tomó esta decisión porque la relación con su teléfono ha sido la más duradera que ha tenido.

“Quiero llegar lo más lejos posible para saber qué significa este vínculo”.
Aunque todo lo anterior parece una broma, fue real, sucedió hace algunos años y con el paso del tiempo, probablemente varias personas han hecho lo mismo que Aaron (o han pensado hacerlo), pues están perdidamente enamorados de su teléfono celular.
Pero también la gente se está casando con sus mascotas, como Amanda Rodgers, quien determinó que su relación con su perra dálmata debía formalizarse y en agosto de 2012, se casaron, frente a 200 invitados, “Sólo necesitaba un compañero de vida” declaró al finalizar la boda realizada en Split, Croacia.
Algo similar ocurrió en 2010 en Australia, un joven de 20 años decidió contraer matrimonio con su perro labrador, pues lo consideraba su mejor amigo, 30 personas fueron testigos del evento.

Jodi Rose, una australiana treintañera, arribó a Céret, Francia, luego de visitar un sitio conocido como” Puente del diablo”, quedó perdidamente enamorada del lugar, por lo que días después, decidió hacer algo insólito, casarse con dicha construcción en junio del 2013, frente a 14 invitados.
Un año después regresó para festejar su primer aniversario de boda, con semblante serio dijo, “Ha sido complicado todo este año, esperaba que pudiéramos vivir juntos en Australia”.

Los protagonistas de estas extrañas historias dicen ser conscientes que sus matrimonios no tienen carácter legal y son meramente simbólicos, sin embargo, su actuar refleja locura y soledad, los cuales se han ido arraigando en nuestra sociedad.

Muchas personas prefieren pasar horas frente a su teléfono, antes que conversar con quien está a su lado, puede ser su hijo, pareja o padres, manifestando de manera consciente o inconsciente, lo importante que es dicho aparato en su vida, seguramente varios de ellos, al igual que Aaron, no dudarían ni un segundo en darle el “sí” en el altar.

Hay personas que son amorosas, bondadosas y pacientes con los animales, pero, por otro lado, son insensibles, crueles e intolerantes con su propia especie.
¡Vaya incongruencia!

Sígame en Face: @Antes que se nos olvide

esparzadeister@gmail.
com

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Esparza Deister

Aaron Chervenak, un estadounidense de 34 años, se prepara entusiasmado para su boda, viste un impecable smoking, sale del hotel dirigiéndose a una pequeña capilla de Las Vegas, Nevada.
En la entrada, saluda sonriente a algunos invitados, pasa al lugar, donde ya lo espera su futuro esposo, un llamativo teléfono celular, emocionado llega hasta el altar, no sin antes observar amorosamente al aparato móvil que viste de blanco, dando inicio una breve ceremonia, al final, el juez los declara marido y Smartphone.
Posteriormente, el feliz novio dijo que tomó esta decisión porque la relación con su teléfono ha sido la más duradera que ha tenido.

“Quiero llegar lo más lejos posible para saber qué significa este vínculo”.
Aunque todo lo anterior parece una broma, fue real, sucedió hace algunos años y con el paso del tiempo, probablemente varias personas han hecho lo mismo que Aaron (o han pensado hacerlo), pues están perdidamente enamorados de su teléfono celular.
Pero también la gente se está casando con sus mascotas, como Amanda Rodgers, quien determinó que su relación con su perra dálmata debía formalizarse y en agosto de 2012, se casaron, frente a 200 invitados, “Sólo necesitaba un compañero de vida” declaró al finalizar la boda realizada en Split, Croacia.
Algo similar ocurrió en 2010 en Australia, un joven de 20 años decidió contraer matrimonio con su perro labrador, pues lo consideraba su mejor amigo, 30 personas fueron testigos del evento.

Jodi Rose, una australiana treintañera, arribó a Céret, Francia, luego de visitar un sitio conocido como” Puente del diablo”, quedó perdidamente enamorada del lugar, por lo que días después, decidió hacer algo insólito, casarse con dicha construcción en junio del 2013, frente a 14 invitados.
Un año después regresó para festejar su primer aniversario de boda, con semblante serio dijo, “Ha sido complicado todo este año, esperaba que pudiéramos vivir juntos en Australia”.

Los protagonistas de estas extrañas historias dicen ser conscientes que sus matrimonios no tienen carácter legal y son meramente simbólicos, sin embargo, su actuar refleja locura y soledad, los cuales se han ido arraigando en nuestra sociedad.

Muchas personas prefieren pasar horas frente a su teléfono, antes que conversar con quien está a su lado, puede ser su hijo, pareja o padres, manifestando de manera consciente o inconsciente, lo importante que es dicho aparato en su vida, seguramente varios de ellos, al igual que Aaron, no dudarían ni un segundo en darle el “sí” en el altar.

Hay personas que son amorosas, bondadosas y pacientes con los animales, pero, por otro lado, son insensibles, crueles e intolerantes con su propia especie.
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